¡Buenas tardes queridos GRManos!
Nos encontramos, aquí, en Can Caselles, compartiendo mesa y mantel, en alegre camaradería, y degustando
estos exquisitos manjares, con el manido pretexto de echar el
cierre a la temporada 2013-14.
Desde que iniciáramos este GR7, allá por septiembre de 2013, hasta el día
de hoy, nueve meses de placentera gestación han conducido este imaginario embarazo, a través de trochas, veredas, caminos y asfalto, desde las alturas de
Grau Roig hasta el lugar donde ahora nos encontramos.
Tras abandonar la Pirenaica Andorra, pusimos pie firme en el norte de
Catalunya por el valle del Segre, en La Seu d’Urgell, para posteriormente
atravesar la Cordillera Pre-Pirenaica y, en dirección sureste, adentrarnos en
las comarcas del interior hasta alcanzar la del Anioa (Bellprat).
Al son de los cencerros y el trino de las aves; al compás de
senderos y el canto de los ríos; cobijados a la sombra de árboles y esporádicas
nubes, dimos rienda suelta a nuestra imaginación de caminantes aventureros.
Desperdigados, parsimoniosos y parlanchinamente despreocupados, avanzamos
por bosques, praderas y poblados en pos de imaginarias metas, absorbiendo la
paz y el sosiego que parajes, animales y gentes, apegadas a las tradiciones de la tierra,
trasmitían y regalaban a los forasteros.
Cuán lejos queda, ya, la serena inmensidad de aquellas majestuosas montañas,
cuyas cotas y valles se sucedían zigzagueantes como vertiginosos toboganes
bravíos. Martirio agotador de acalambradas piernas y alocado desboque de palpitantes
corazones; pero a la vez, de infinita alegría para los aletargados
sentidos de nuestras urbanizadas almas y de aire, puro y limpio, para nuestros
contaminados pulmones.
Parece que fue ayer cuando el otoño nos agasajaba con su precioso y cromático
baile multicolor. Cuando el escasamente riguroso inverno nos amenazaba tibiamente
con sus mansos rigores y nos obligaba a guarecernos bajo gorros y guantes. O
cuando, finalmente, el maravilloso despertar de la primavera nos obsequiaba
con el nacimiento a la nueva vida. Y sin embargo, amigos míos... nos
encontramos otra vez, incrédulos, a las puertas de un nuevo y próximo verano.
Como si se tratara de un pacto no escrito, ¡vete
tú a saber si con Dios o con el Diablo!, la climatología siguió mostrándose magnánimamente
benigna con el grupo. Escasas las inclemencias meteorológicas que nos
acompañaron y exiguos, también, los pocos y llevaderos contratiempos que
sufrimos a lo largo de la travesía.
Muchas las anécdotas acontecidas; incontables las huellas que nuestros
pies cincelaron en el transitar y, ¡cómo no!, abundantes las pérdidas que
volvimos a padecer. ¡Idiosincrasia genuina del grupo! ¡Sin ellas no seríamos
GRManía!
Más hoy, queridos compañeros/as de fatigas (dejando al margen el típico
atracón en el cual nos excusamos siempre a la hora de conmemorar cualquier
evento), quiero rescatar algo de nuestra, cada vez más marchita, memoria,
retrotraerme en el tiempo y hacer un canto al idílico pasado.
Seguro que los veteranos/as recordaréis con nostalgia aquellos años dorados
en los cuales varios de vosotros/as realizasteis la misma travesía, pero
entonces, en sentido contrario. Otros, menos afortunados, difícilmente podremos
rebuscar en nuestros recuerdos nada relacionado con dicha aventura, pues ni
siquiera éramos conocedores de la existencia de esta gran familia.
¡Cómo ha cambiado todo y hemos cambiado todos, en apenas dos décadas!
Diversos caminos por donde, entonces, damas y caballeros en la flor de la vida, enfangasteis vuestras raídas
botas, hace tiempo desaparecieron sepultados bajo el desolador manto grisáceo del
asfalto.
Alguno de los poblados donde los lugareños habitaban humildes moradas (mientras
se sustentaban al cuidado de bestias y tierras de labranza) hoy, semiderruidos,
vegetan agonizantes en búsqueda de un poco de oxígeno que les devuelva la gloria perdida.
El mal llamado progreso ¡o no! se ha apropiado de paradisíacos lugares,
acuchillando el paisaje con monstruosos inventos del desarrollo descontrolado y sustituyendo
su virginal belleza por autopistas, carreteras secundarias y estrafalarios
artilugios de la dichosa modernidad.
De ciertos riachuelos y regueros que, otrora, discurrían
sinfónicamente risueños al son de aguas cristalinas, hoy apenas quedan
vestigios. Sus antiguos lechos, por aquellos días jubilosamente preñados de
vida y alegría, hoy se marchitan áridos, yermos y pedregosos cual secos
vientres de infecunda mula.
¡Qué jóvenes éramos todos! ¿Verdad compañeros/as? Muchos de nosotros/as
transitábamos desbocados, aun, por la treintena, la mayoría acababa de estrenar
la sosegada cuarentena y raros eran aquellos/as que habían alcanzado ya la
madura cincuentena. Sin embargo, a día de hoy, los achaques de la edad se
han apoderado de nuestros maltrechos huesos, y escasos son los GRmanos que
pueden presumir de los treinta, pocos los que se agarran a los cuarenta, muchos
los que acarrean los cincuenta y varios los que conviven con los “jubilados” sesenta.
Aunque bien mirado, amigos/as, conviene relativizar las cosas y apreciar los
matices, pues en la vida no todo es… blanco o negro, sino que impera
un amplio y genuino abanico multicolor.
Mejor, entonces, centrarse en lo bueno, que también ha habido ¡y mucho! (aunque nos cueste reconocerlo), aparcar
los sinsabores y seguir sumando, pues a pesar de todo, ¡cumplir es vivir amigos míos! En
definitiva,¡más años, sí, pero también más vivencias, más experiencia y consecuentemente más sabiduría! La vida depende del enfoque que le demos cada
cual, y tal y como afirma un antiguo proverbio… ¡Uno no deja de jugar cuando
envejece, si no que envejece el día en que deja de jugar! Así pues, queridos
míos, yo os invito a seguir jugando. Quizás no a los mimos juegos de antaño,
pero sí a otros nuevos o diferentes, acordes a la época y las circunstancias, que
seguro en nada tienen que envidiar a aquellos.
Para finalizar, y con vuestro permiso, regresaré efímera y
momentáneamente al curioso término ése de “La Mayoría de edad” que
anteriormente mencioné.
Cuando se es niño sueñas con “ella” como el sediento lo hace con un inagotable
manantial. Su espera transcurre interminable y el goteo de los días, hasta
alcanzar la dicha, acontece con tal parsimoniosa y desesperante lentitud que
parece materialmente imposible vislumbrar el final.
Más adelante, ya alcanzada la citada madurez, te vistes de largo, y vives
y transitas por ella, desbocado y sin freno, sin percatarte apenas de la
grandeza del pasajero momento, como si éste hubiera de permanecer por siempre imperecedero;
hasta que de improvisto, y sin saber cómo, te percatas de que has emigrado a
otro estrato y te has convertido en adulto. Entonces, encaneces y vuelves a idealizarla
como si fuera una amante a la cual es del todo imposible olvidar.
Pero bueno, queridos/as GRManos, como probablemente alguno y alguna no
entienda a qué tal anacronismo por parte de éste osado parlanchín, aparcaré
mi desmesurada verborrea a fin de desvelaros un pequeño secreto. Aunque… ¿Quién
sabe? ¡Ingenuo de mí! A lo peor el supuesto secreto no sea tal, pues, seguramente,
ya será de sobra conocido por la mayoría de todos ustedes!
Por si acaso... queridos/as… este año de 2014, GRMANÍA alcanza...
“LA MAYORÍA DE EDAD”. Sí, sí… señoras y señores... “SE NOS VISTE DE LARGO”… Qué
mejor, entonces, que para celebrar su glorioso “DECIMOCTAVO ANIVERSARIO”,
alcemos nuestras copas y brindemos por ella… LARGA Y GLORIOSA VIDA A GRAMANÍA!
Can Caselles (Bellprat) Sábado 07 de junio de 2014.
Fotos Antonio Gil:
http://www.antoniogil.com/wp/gr-7-juny-final-de-temporada/
http://youtu.be/YBDesoRbdow
Restaurant Can Caselles:
http://www.cancasellas.cat/