GR7: 18ª Etapa (27/11/14)
Rasquera - Paüls.
¡Bienvenidos al otoño y
a la nueva temporada de GRManía!
¡Hay que ver cómo pasa
el tiempo! Hace apenas cuatro días nos despedíamos en Can Casellas pensando que
el verano venidero sería eterno y mira por dónde ya se nos fue de las manos sin
casi percatarnos.
Después de que los “jefes”
se devanaran los sesos (no confundir con sexos) intentando encontrar la fecha
más adecuada para la etapa Rasquera-Paüls, y tras varios cambios de fecha, al final resultó que el día escogido para la
aventura por tierras del Ebro, fue igual de bueno, o si ustedes lo prefieren,
igual de malo, que cualquiera de los otros descartados ¡Hay quien afirma que la
primera ida suele ser la buena!
Contrariamente a lo que
suele ser habitual en la primera etapa de cada temporada, esta nueva campaña la
estrenamos casi, casi, en familia. Unos por obligaciones familiares; otros por
compromisos ineludibles; alguno y alguna por lisiados; unos pocos por
prescripción “automédica” (no confundir con facultativa); varios por apropiarse
de virus que no les correspondían; los menos por alergia al madrugón y cierta por dormilona. Fuera cual fuera la excusa, el caso
es que… ¡demasiado autocar para tan poca gente!
Con el madrugón acuestas,
nos reencontramos en la parada del autocar entre sonrisas, besos, abrazos y
apretones de manos. Concluida la bienvenida aparece el autocar y nos acomodamos
en sus asientos más pendiente de las
bajas de última hora que los cuatro gatos presentes: ¡Falta fulano! ¡Mengano no
viene! ¡Zutano está enfermo! ¡Ésta se ha dormido! ¡Aquel se ha rajado! ¡El otro
no ha dicho nada!
Una vez aposentados en
nuestros asientos, posponemos el intercambio de pareceres para más adelante, a fin
de poder amenizar convenientemente la venidera caminata. Dado que el viaje hasta
el punto de partida es bastante largo, quien más quien menos nos amodorramos en
el asiento (algunos en dos) y, al vaivén de la autopista, nos sumergimos en el
reparador sueño, mientras los estentóreos ronquidos amenizan el silencio que
precede al alboreado amanecer.
Pero como la felicidad suele
ser efímera, una parada a mitad del trayecto (en un área de servicio cercana a
Atafulla, para recoger a los playeros Antonio y Maribel) trunca de golpe el
descanso de los lirones.
Empresa nueva, autocar cómodo
y conductor novel (aunque igualmente proclive a los rodeos) ¡será que el puesto
exige dar alguna que otra vuelta de más sin sentido, en pos del destino! Podríamos haber abandonado la autopista por l’Hospitalet de
l’Infant y, previo paso por Tivissa y Mora d’Ebre, acercarnos por el norte a
Rasquera; o haber continuado un poco más hasta l’Ametlla y, tras pasar por El
Perelló, adentrarnos en el poblado por el este; más no, llegamos hasta el
final, la Aldea, visitamos Tortosa y remontamos el Ebro hasta el lugar de partida
del grupo A, las afueras de Rasquera.
Tras descender del
autocar y despedirnos de nuestros compañeros que parten en dirección al lugar
de su punto de partida, el Río Ebro, apenas una docena de valientes GRManos (entre
ellas Carmen y Ana) acometemos el total de la etapa. Iniciamos la marcha por la
comarca de la “Ribera d’Ebre” y a las primeras de cambio tomamos un rumbo
equivocado ¡Pasan los años, crecen los medios y evoluciona la tecnología, pero
las habituales pérdidas permanecen! Recuperamos la senda gracias a los GPS y serpenteamos
(ora subo ora bajo) por entre el arbolado del monte con el río a la vista, unos
metros por debajo, a nuestra derecha. El caudaloso lecho divide el paisaje y
discurre mansamente encajonado entre los parajes montañosos de “els Aligars y
la Serra de Fulletera”, en su margen derecha, al oeste; y la Serra de Cardó- El
Boix, en la margen izquierda, al lado este. Silenciosa y calmada la cuenca se
encamina, sin prisa pero sin pausa, en pos del “Mare Nostrum” donde verterá sus abundantes y benefactoras
aguas, y pondrá final a su larga travesía.
Como si de una sucesión
de entrelazados toboganes se tratara, uno tras otro, vamos devorando los
constantes desniveles de las estribaciones bajas de la Serra de Cardó-El Boix. Desde
nuestra pasajera e improvisada atalaya observamos el repentino y vertiginoso
navegar de una lancha motora que con su quilla rompe la quietud de las adormecidas
aguas. Paralelos a nosotros y partiendo en ascensión desde el cauce, en la vertiente derecha,
incontables campos de frondosos árboles frutales, alineados a la perfección,
decoran el paisaje con su geométrico y vigoroso verdor; y tras estos, al fondo, las escarpadas protuberancias
de la ladera montañosa que, en dirección sureste, convergerán con “El Parc Natural
dels Ports”, y Paüls, nuestro destino. Avanzamos jadeantes, en paralelo al
generoso cauce fluvial, y acompañamos el manso discurrir de sus aguas en pos de
su merecido descanso en el Delta.
Mientras pateamos el
umbrío sendero, oteamos las proximidades del mismo intentando localizar un
espacio amplio, cómodo y soleado donde acomodarnos para reponer fuerzas. Tras
descartar algún que otro lugar, acampamos en la linde del camino, en un claro
del bosque. Allí damos buena cuenta de nuestros bocatas y hacemos correr alegremente
la bota de vino ¡No para degustar el caldo y saciar la sed, sino para liberar
al portador del peso de la carga del pellejo!
Acabado el ágape
recogemos los bártulos, levamos ancla y emprendemos la marcha. Nada más
doblar el primer recodo del camino, descubrimos un paradisíaco emplazamiento donde
podríamos haber dado buena cuenta de nuestro desayuno, mucho más cómodamente
instalados ¡Otra vez será!
Con el sol gravitando
sobre nuestras cabezas abandonamos el bosque, dejamos atrás la “Ribera d’Ebre”.
Cruzamos el Ebro por un puente de considerables dimensiones, a las puertas de
Benifallet, y nos adentramos en la comarca del Baix Ebre”.
Desafortunadamente, nos vemos obligados a caminar durante un buen trecho por la
contraída acera de la transitada carretera. Algunos respetuosos automovilistas nos saludan con el claxon de
sus vehículos y se desvían ligeramente de su línea parar mantener una distancia
prudente con nosotros y facilitar nuestra andadura por el asfalto. Otros, por
el contrario, nos ignoran absolutamente como si fuéramos invisibles a sus ojos,
o como si les molestara nuestra obligada presencia , y circulan bien pegaditos
a su derecha sin importarles lo más mínimo la seguridad de los inofensivos
viandantes.
Poco antes de abandonar
la tortuosa acera no topamos con Anna. La GRmana, sentada en el suelo y
protegida por el quitamiedos, cura con esmero y delicadeza una inoportuna
ampolla surgida en el talón de uno de sus maltrechos pies. Finalizada la cura reemprendemos la
marcha y por suerte, unos cientos de
metros más adelante, por la izquierda de la carretera emerge una calzada asfaltada.
La benefactora ronda (que avanza entre las plantaciones de árboles frutales y
hortalizas) nos permite abandonar, por fin, la concurrida vía automovilística,
recuperar la tranquilidad y reanudar las amenas conversaciones.
Aunque escasamente haya
transcurrido una hora desde nuestro opíparo almuerzo, varios caminantes nos
abalanzamos, desbocados, cual buitres hambrientos, a hurtar y devorar todo aquello
que se pone a nuestro alcance: naranjas, mandarinas, uvas, granadas, higos, caquis,
nueces, almendras, tomates. Suerte que GRManía solo transita por éstos lares de
tarde en tarde, pues de lo contrario la merma en la cosecha arruinaría el
bolsillo de los laboriosos y sufridos productores ¡Menuda pandilla de cuatreros!
La sosegada calzada finaliza
bajo los pilares de un par de largos puentes que enlazan los extremos de la carretera
y aguantan el firme de la citada calzada. Una vez reagrupados, nos vemos
obligados a trepar por una pronunciada pendiente, entre las columnas de
hormigón, para alcanzar la superficie y desembocar en la Vía “Verda”. Por ella
apenas caminamos durante un Km, pues de inmediato la abandonamos por la derecha y nos
introducimos de nuevo entre los acampos de árboles frutales ¡Lástima que no
quede ni un solo melocotón colgando de las ramas para variar un poco más la
dieta!
En medio de las
plantaciones emerge una solitaria masía protegida por canes de diversas razas.
Al pasar por delante de ella un par de “chuchos” envalentonados se encaminan
amenazadores hacia nosotros por la espalada. Advertidos por sus ladridos de
aproximación Antonio y yo nos vemos en la obligación de plantarles cara. De
nuestras gargantas emana una letanía de gritos salvajes, acompañados de una
sarta de irrepetibles blasfemias hacia los belicosos perros. Añadimos, además,
el inequívoco y firme gesto de proveernos de piedras para recibirlos a cantazo
limpio, si se persisten en su empeño de aproximarse. La magnífica
interpretación que hacemos de nuestra velada amenaza convence a los sabuesos de
su craso error. Entonces, la pareja de agresivos podencos detiene su ruidoso
ataque y con el rabo entre las patas abandona la ofensiva, nos da su espalda y
regresa con los suyos.
Según transcurren las
horas del día el calor se va acrecentando y los Km comienzan a pesar en
nuestras piernas. Aunque quizás lo que verdaderamente pese sean las mandarinas
hurtadas que se amontonan en el interior de nuestras mochilas.
Poco a poco nos alejamos
del Ebro y tomamos dirección rumbo Paüls, el cual se encuentra enclavado en las
proximidades de la falda del “Parc
Natural dels Ports”. Para acercarnos al lugar donde concluye la etapa, nos
adentramos en el barranco de Xalamera y por un camino agrícola, amplio y bien
conservado, recorremos, desperdigados,
los últimos Km de la primera etapa de la recién estrenada temporada.
El último Km de la dura
travesía es una empinada cuesta que nos conduce al poblado, final de la etapa.
Allí, en el Bar Sant Roc, junto a la carretera, repantingados en sus sillas, bebiendo
cerveza a toneles, atiborrándose de
dulces y chorizo leonés, comiendo chocolate, almendras, aceitunas y otros extras,
descansan y nos reciben entre vítores y aplausos nuestros descansados compañeros.
La vuelta a casa sumerge
de nuevo al grupo en la modorra y los resoplidos se mezclan con el traqueteo
del autocar en su rodar por la autopista. El encantador silencio se rompe
cuando el autocar disminuye la velocidad y se dirige al aparcamiento del área
de servicio para descargar a los “playeros”. La parada en cuestión les viene de
perlas a ciertos meones y estos aprovechan la ocasión para liberar sus
vejigas.
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Bar Sant Roc (Paüls)
Paüls, sábado, 27 de septiembre de 2014
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GR7: 17ª Etapa (13/06/15)
Tivissa - Rasquera.
Después
de miles y miles de pasos acompasados, hoy pretendemos dar por concluido el
inconexo, saltarín y extraño GR7.
Transcurridos
casi dos años desde que partiéramos de las lejanas cumbres de Grau Roig parece
que por fin alcanzaremos la meta propuesta.
Como ya
ha sucedido en más de una ocasión, la jornada de cierre de la temporada se ha
enfocado en una doble versión deportivo-gastronómica: caminar un poco y comer
mucho.
Tras
modificar varias veces la fecha para celebrar el cierre de la temporada, al
final conseguimos establecer una jornada que aparentemente le va bien a la
mayoría.
...
Cierre de temporada 2014 - 2015
¡Buenas tardes compañeros de
aventuras, alegrías, penas, fatigas, pérdidas, comilonas y ronquidos de autocar
y otras desventuras!
Un año más al zurrón
y van…. mejor no contarlos… que la suma empieza a ser considerable y los dígitos
se acumulan sin piedad. Dejemos, por tanto, que el río fluya a su ritmo y
disfrutemos del canto y la pureza de sus aguas. ¿Para qué luchar quijotescamente
contra imposibles que no dependen de nosotros?
Tras dos años de
patear cansinamente Catalunya, de Norte a sureste, damos hoy por concluida la
aventura entre los Pirineos y el Mediterráneo. Un GR7 tan saltarín e inconexo
que me resulta complejo enlazar correlativamente las diferentes etapas. Dos
años que en algunas circunstancias aparentemente no son nada y que sin embargo,
en nuestro caso, son una alforja adosada a la espalda que con su peso va
doblando impasible nuestro gastado espinazo.
Teniendo en cuenta
el vertiginoso discurrir del tiempo, me permitiréis rascar en mi memoria (poca
y escasamente fiable), retomar el hilo del pasado y rendir pleitesía a la inteligencia
de nuestros antepasados, cuando, aquellos, nos hacían partícipe de la
volatilidad del tiempo, y, con pesar, manifestaban a viva voz sus razonadas reflexiones
sobre la relatividad de las cosas. Hijos,
decían: ¡Aprovechad la vida ahora que podéis, que cuando uno llega a cierta
edad el tiempo no pasa sino vuela, y sin saber cómo, los años se desprenden, cual
marchitas hojas de otoño, sin que nada ni nadie pueda poner freno a tal caída!
Me costó décadas
entender aquella sabia reflexión salida de sus versados labios. Solo con el
discurrir del tiempo comencé a ser consciente de la autenticidad de tan ilustradas
palabras. Cuanta veracidad transmitían aquellas cavilaciones de veteranos de la
vida. Hagamos pues caso a la sapiencia popular, que nos demuestra con hechos, que
la madurez también tiene sus ventajas y que lo primordial es saber sacar
provecho de ella. Si admitimos, pues, que estamos envejeciendo, admitiremos también
que la veteranía es un grado… ¡Del viejo el consejo! O… ¡Sabe más le diablo por
viejo que por Diablo!
Viene todo esto a
coalición de los múltiples pero casi imperceptibles cambios acontecidos en el
grupo GRMano durante los últimos 24 meses.
¡Cuán lejos queda aquella
gloriosa época de todos a una, y 25 o 30 Km por jornada! ¡Pura utopía! A día de hoy, resulta evidente
que somos un pelotón de caminantes desperdigados que circulan a diferentes velocidades.
Unos (los del grupo
A) retan a sus musculados y vigorosos cuerpos con el fin de coronar cimas y colladas
exigentes, y en algunas ocasiones compiten entre sí por el “honor” de ser el
primero en alcanzar la meta. A veces, incluso, a costa de transitar en
solitario buena parte de la etapa, de sufrir alguna que otra pérdida, o de
correr como galgos tras una imaginaria liebre. ¡Todo en bien de la
competitividad! Sin embrago… ¿Para qué tanto empeño compañeros si al final es
necesario esperar la llegada del último de los andariegos?
Otros(los del B)
más sabios y sosegados, economizan esfuerzos y se toman las etapas con más flema
y menos prisas. Prima en ellos la conversación, el relax, la contemplación del
cromatismo paisajístico y las ineludibles visitas a los establecimientos
hoteleros para, al amparo de algún que otro pincho, reponer fuerzas y líquidos con
la ingesta de yantares, cervezas, cafés o refrescos.
En ciertos
momentos, los hay que se embarcan en el grupo C y convierten la salida sabatina
en una excusa para pasear tranquilamente por la campiña y visitar lugares de
interés turístico. Pocos kilómetros, el mínimo esfuerzo, visitas placenteras y
ninguna prisa. ¡Bastante ajetreo nos proporciona ya la estresante vida diaria,
como para acarrear con él los sábados campestres!... Afirman.
Finalmente, y en
circunstancias especiales salen a la luz ciertos GRManos que se engloban en el
grupo D. ¡Qué sabios! ¿Para qué malgastar el tiempo y la energía en cosas
banales y agotadoras? ¡Mejor caminar poquito o casi nada, administrar
convenientemente los esfuerzos, concentrar el interés en disfrutar de los
lugares y las visitas turístico-culturales, y, ¡eso sí!, degustar los manjares
culinarios como si el esfuerzo empleado en la empresa hubiera sido titánico.
Pero si bien es
cierto que hay cosas que van cambiando poco a poco (a mejor o a peor según la
percepción de cada cual), hay otras muchas cosas que ni han cambiado ni
cambiarán. ¿Cómo resistirse a los manjares que nos ofrece la naturaleza en
forma de fruta? ¡Imposible olvidar el abordaje masivo a los campos frutales de
la vega cercana al Ebro! ¡Qué deliciosas las mandarinas, naranjas, higos, uvas,
almendras, nueces, tomates… y demás manjares, saqueados por algunos cuatreros
GRManos durante nuestro transitar por estas tierras, allá por el lejano otoño
del 14! ¿Quién no recuerda el agotador y sufrido ascenso al inalcanzable Mont Caro,
cuando los robellones crecían a nuestros pies invitándonos a rellenar nuestras
respectivas bolsas, inconscientes de que el peso acabaría mancillando nuestras
escasas fuerzas? ¿Y las pérdidas? …
Éstas y otras
muchas vivencias son las que nos ayudan a madrugar cada cuatro semanas y nos
invitan a abandonar, no sin pereza, nuestro mullido lecho, para, felices, recorrer
parajes de ensueño, disfrutar de la compañía de amigos y compañeros,
intercambiar pareceres y airear nuestros pulmones.
.Así pues, señoras
y señores, mejor tirar para adelante, disfrutar de la vida, vivir el presente y
olvidarse de penas y enemigos, pues a fin de cuentas solo se vive una vez y…¡Ojos
que no ven… corazón que no siente!
Solo un pero a la
jornada de hoy y al cierre festivo de la temporada. La pena compartida por la
ausencia de viarios de nuestros más asiduos compañeros, los cuales no han
podido disfrutar de esta gozosa jornada. Tal vez en otra fecha ellos hubieran
estado aquí presentes en lugar de algunos de nosotros.
A veces compañeros,
en nuestro afán por arreglar las cosas, desvestimos a un Santo para vestir a
otro. Y es qué… ¡Nunca llueve a gusto de todos! ¡Feliz verano amigos!
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Mora d’Ebre, sábado 13 de junio
de 2015.
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GR7: 15ª Etapa (18/104/15)
Coll de la Teixeta- Colldejou.
Con cinco
días de antelación con respecto a la festividad de la cultura y el amor nos
dirigimos a Collddejou para celebrar la Diada de Sant Jordi. Y como suele ser
habitual en las celebraciones de GRManía, ya sean festivas o gastronómicas, la
gran mayoría de miembros de hermandad de caminantes nos hallamos entre los
apuntados al evento.
Hoy
nuestras mochilas lucen más abultadas de lo habitual, preñadas de abundante papel
impregnado de cultura para intercambiar con nuestros queridos y queridas
compañeros de aventuras campestres.
La
etapa de hoy solo ofrece dos alternativas que coinciden en el punto de partida
y el final. Los del grupo B deben recorrer el tramo Coll de la Teixeta –
Colldejou, y los del grupo A el mismo trayecto que sus compañeros, pero en el
tercio final, antes de llegar a la meta, deben desviarse a la derecha para
ascender a la exigente Mola de Colldejou, regresar por el mismo camino y
recuperar la senda perdida.
Invadido
por la curiosidad y deseando comprobar en primera persona la veracidad de las
afirmaciones que corren por ahí, según las cuales el grupo B se lo pasa en
grande, avanza compacto, disfruta de los bares y de los encantos de las etapas,
y camina en camaradería, hoy me desentiendo
de mis habituales compañeros y me integro en el grupo de los presuntos
vividores. La excusa para emprender tal decisión se fundamenta en las pocas
ganas que tengo de sufrir los rigores del duro ascenso a la Mola de Colldejou.
Bien es cierto que la cota tiene fama de ser un lugar parece paradisíaco y las
vistas se presuponen esplendorosas, sin embargo me conformaré con las
explicaciones y las sensaciones que de buen seguro me transmitirán los
valientes “escaladores”.
Después
de recorrer en el autocar la larga distancia que nos separa de nuestro punto de
partida: el Coll de la Teixeta, nos apeamos del vehículo a motor en una rotonda
de la N240 que comunica Falset con la capital de la comarca del Baix Camp:
Reus.
Tras
los consecuentes preparativos iniciamos la etapa por la acera asfaltada de la solitaria
carreta T313 que conduce a Riudecanyes y Motbrió del Camp. Descendemos ligeramente,
durante no más de 400 metros, en búsqueda del camino que nos adentrará en el
paraje natural de les Serres de Pradell-l’Argentrera.
Ya de
buena mañana surgen las primeras divergencias pues unos afirman que el chofer
se ha comprometido a buscar un lugar donde poder comer y celebrar el juego de
literario y otros comentan que Carlos ya había reservado un lugar para tal
celebración.
Una
ronda de teléfonos deshace el entuerto y la cosa parece quedar aclarada.
Además, los más eruditos dudamos que el pequeño pueblecito de Colldejou ofrezca
tanta variedad hostelera como para tener
que decantarnos por una u otra reserva. ¡Apostaríamos a que allí solo hay uno lugar
donde colocarnos, y que no será necesaria ninguna elección!
Nada
más abandonar la vía automovilística nos adentramos en una pista forestal y acometemos
al primer ascenso de la mañana. Nada del otro mundo y de una duración que escasamente
supera el kilómetro de recorrido.
A pesar
de mis reticencias pasadas, me acomodo al pelotón de cola y voy ligeramente
pendiente de los que caminan en la retaguardia. Mas éstos, sin prisa pero sin
pausa, avanzan sin problemas y la responsabilidad adquiere tintes de sencillo pasatiempo.
Caminamos
parsimoniosos y entretenidos, por una amplia senda de la Serra de Pradell, intercambiando
pareceres entre nosotros: Ginés, Pedro, Juan, P. Ortega, P. Victorias, Paquita,
Jackye, Nuria y algún otro que formamos el furgón de cola.
Mientras
avanzamos cansinamente, los amantes de los productos naturales se percatan,
jubilosos, de la abundante presencia de espárragos en la linde del camino. Al
momento, varios GRManos dan comienzo a la selecta recolección de los verdes
brotes, de tal manera que al cabo de un buen rato, ellos y ellas, ya aprisionan
entre sus manos un buen manojo de plantas herbáceas de la familia Asparagaceae.
El citado tallo verdoso crece de manera natural por estos lares y entre sus
múltiples cualidades destaca por ser un excelso manjar. De bajo contenido calórico y con alta proporción de agua, es
generoso en antioxidantes, como
vitaminas C, E, provitamina A, y en compuestos fenólicos como los lignanos. Los
variados nutrientes energéticos lo convierten en un alimento idóneo para las dietas
hipocalóricas, y su elevado contenido en fibra aporta sensación de saciedad,
ayuda a reducir el apetito, y facilita la liberación de los obturados
intestinos.
En mi
afán por ganarme el aprecio y la estima de nuestro querido e inigualable
maestro “ripiero”, le ayudo en las tareas de búsqueda y recolección y juntos
conseguimos cosechar un buen manojo. Y aunque D. Pedro pretende repartir, a
medias, el fruto de nuestra pericia, le cedo gustosamente mi parte para que al
menos uno de los dos pueda hacerse una tortilla en condiciones y la deguste
junto a una buena cerveza. Eso sí, le recuerdo la obligatoriedad de comérsela a
la salud de ambos, y si así no fuere… ¡que se le indigeste un poquito! Como a
día de hoy no tengo noticias de indigestión alguna quiero pensar que el poeta campesino
cumplió su promesa y pensó en mi mientras zampaba!
Al poco
de adentrarnos en la Serra de Pradell iniciamos un leve pero continuo descenso
en pos de l’Argentera. A parte de los citados espárragos trigueros, nos topamos
con una majestuosa roca a la derecha del camino que los veteranos recuerdan de
antaño, cuando el Gr7 se acometió en sentido contrario al actual. Por sorpresa,
también, localizamos una preciosa e inmóvil culebra que absorbe el calor de los
rayos solares para acumular la energía que su fría sangre es incapaz de
proporcionarle. Como no podía ser de otra manera, Rafael ser encarga de
inmortalizar la escena de la pacífica saurópsida.
Acompañados
del canto de las aves silvestres observamos la sequedad del bosque mediterráneo
y los ralos campos que motean el paisaje. Escasa es el agua caída del cielo
durante la presente primavera de este 2015 y… ¡mal pinta la cosecha veraniega!
Con el
estómago lanzando señales de auxilio alcanzamos el poblado de l’Argentera y nos reagrupamos en un parque
del lugar. Lo que a primera vista parecía ser un parque infantil resulta ser un
parque de ejercicios de mantenimiento para ancianos. ¡Tal vez sea una señal que
nos indique lo que nuestro futuro cercano nos deparará de aquí a no mucho! Sea
como fuere, el caso es que ninguno de nosotros se enfrasca en la realización de
los beneficiosos ejercicios gimnásticos y si en el devorar de los bocatas. ¡Hay
incluso quién se adentra en el cercano bar y se toma una cervecita o un
cafelito caliente!
Acabado
el momento de la reposición de fuerzas, emprendemos de nuevo la marcha para
acometer el siguiente ascenso hasta la Serra de l’Argentera. Primero por un
amplio camino avanzamos por el Barranc Reial pero luego nos desviamos por una
estrecha y pedregosa senda hasta alcanzar la cima y toparnos con la imponente
grandiosidad de los molinos de viento. Desde allí, y a la vera de los imponentes
generadores metálicos, partimos casi todos y todas por un amplio camino en
dirección a la Torre de Fontaubella y Colldedjou. Casi todos… pues Ana se
equivoca de sendero, se encamina por uno que nace en paralelo, a la derecha de la ruta correcta, y
poco a poco se va alejando de la misma. Al percatarme de su error decido tirar
campo a través para intentar prevenirla y devolverla a la senda correcta. La
orografía del terreno me impide localizarla con la vista y en mi excursión por
entre los espinos que pueblan la ladera me dejo las piernas abrasadas de
arañazos. Con mis extremidades pidiendo clemencia consigo localizarla a un
centenar de metros de mí, y compruebo que la extraviada va en dirección
correcta y que está a punto de recuperar el sendero perdido. ¡La realidad
demuestra que no estaba perdida sino añadiendo unos centenares de metros a su
etapa y alejándose más de los de la avanzadilla del grupo A, con los que
pretendía acometer el ascenso a la Mola!
Tras
caminar emparejados durante un rato por la senda que discurre paralela a los
molinos alcanzamos una pequeña colina, observamos que, a lo lejos, en actitud
de espera, el grupo que pretende llegar a las alturas aguarda impaciente la
llegada de Ana. Suerte que os habéis acordado de ella y la habéis esperado,
pues de lo contrario habrías sufrido en vuestras propias carnes la ira de la que
se creía abandonada.
En mi
afán por minimizar la espera de los del grupo A me adentro entre la maleza para
tratar de localizar un sendero con el cual acortar la distancia que nos separa
de ellos. Pero desisto de tirar campo a través nos vaya a ser que mis
acompañantes se acuerden de mí y maldigan mi decisión. ¡Seguiremos por el
camino y que esperen los de adelante!
Albert,
sin embargo, demuestra ser más osado que yo y tira cuesta abajo por entre los
matorrales, ahorrándose un buen trecho del serpenteado camino y dando alcance a
los de la espera bastante antes que nosotros.
Una vez
que Ana se reencuentra con los que se dirigen a la Mola, los que caminábamos
junto a ella descendemos por una empinada y pedregosa trocha hasta la carretera,
la cual abandonamos, al poco, por la izquierda, para adentramos en el bosque.
En una
encrucijada del camino que une Colldejou con la Torre de Fontcuberta nos
topamos con pila llena de agua encenagada que apenas sirve para lavarnos las
manos y a alguno más osado para refrescarse los pies.
Luego
de caminar toda la mañana acomodado junto a los del grupo B, y traspasado el
umbral del mediodía, aún conservo la esperanza de que lo bueno esté por llegar.
De momento nada de lo que algunos tanto pregonan otros días ha hecho acto de
presencia. ¡Ni parada técnica, ni fotos, ni cerveza, ni olivas, ni na de naaaa!
¿Será la no presencia de José Antonio la causante de tal decepción? ¿O tal vez
mienten como bellacos?
En
puertas de Colldejou, acometemos el último kilómetro de la jornada descendiendo
nuevamente por otra empedrada senda, y en ello andamos, cuando Sonsoles
decide bailarse un zapateado por ente
las piedras de la vereda y da con sus huesos en el suelo. Como buena Abulense se
postra arrodillada, cual Santa teresa de Jesús, entre los cantos del camino haciendo
honor a lo que por aquellos lares se pregona (¡Ávila tierra de santos y de cantos!). Por suerte, o
eso nos hace creer la accidentada, el golpe no deja secuelas importantes y una
vez recuperada la normalidad nos ponemos de nuevo en danza.
Con el
sol calentando nuestros cogotes, a cuenta gotas, vamos arribando a Colldejou y
localizamos el Bar donde celebraremos en encuentro literario.
Tras el
ágape de costumbre y las intervenciones literarios del poeta Don Pedro y del
narrador Don Jaume Valls procedemos al intercambio de los libros aportados cada
uno de nosotros. ¡Mas… lo que debía ser un juego se queda en un simple reparto
de cromos!
A
destacar la inesperada y gratificante sorpresa que los abuelos recibidos de
Rosa Gil, la cual nos regala un lote de libros infantiles para nuestros
queridos nietos. ¡Gracias Rosa!
A media
tarde, con el estómago lleno y con el libro en las manos, abandonamos el bar y
nos encaminamos al autocar que se halla aparcado a las afueras del pueblo para
regresar al hogar.
Como
buenos samaritanos decidimos colaborar con los artesanos del lugar y arrasamos con
casi todas las existencias de baratijas en forma de caracol que los lugareños
han elaborados para los visitantes esporádicos como nosotros.
El
largo trayecto que nos separa de nuestra ciudad permite a los GRManos dedicar
su tiempo su tiempo a diversos menesteres. Unos se decantan por la ruidosa
siesta, otros por las amenas conversaciones, alguno/a por la lectura
compulsiva, otro por revisar las tomas fotográficas de la jornada y otros,
simplemente, por contemplar el paisaje.
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Colldejou, sábado 18 de abril de 2015.
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GR7: 14ª Etapa (14/03/15)
Mas dels Frares - Coll de la
Teixeta.
Con un mes de retraso debido a la
suspensión preventiva a causa de las “copiosas” nieves de invierno, que según
nuestra sabia mente mantenían los caminos a recorrer intransitables, acometemos
la etapa entre el Mas dels Frares y el Coll de la Teixeta, programada para
mediados de febrero y aplazada hasta la jornada de hoy.s
Escaso debió de ser el manto blanco
que cubría las montañas, caminos, sendas y veredas que hoy recorremos, o
abrasador fue el calor que derritió las benefactoras nieves, pues ni rastro de
su presencia permanece en los parajes que transitamos.
El “Mas”( y no precisamente el
President) si que somos capaces de localizarlo, pero “dels frares” ni el más
mínimo rastro. Tal vez los monjes estén recogidos meditando, haciendo
penitencia en soledad, o simple y llanamente se hayan puesto a buen recaudo de hordas
de caminantes ateos e intemperantes.
Si algo está caracterizando este
GR7 es la inconstancia de los andarines y los continuos vaivenes en la
programación de las etapas. De aquí para allá, como si de una partida de
ajedrez se tratara, ora nos movemos como alfiles, ora como los reyes, ora como
los peones y en repetidas ocasiones avanzamos como los caballos en el tablero,
saltando caminos, de un lado a otro, como si de casillas se tratara.
Fieles a la tradición GRmana, de
salida, el grupo se divide en múltiples facciones, cada cual integrado en la que más se adecua a sus apetencias,
afinidad, estado anímico o a lo que juiciosamente la capacidad física aconseja.
Tras la reunión asamblearia de
principios de febrero, el intercambio de pareceres y los acuerdos alcanzados, por
mayoría, sobre la dinámica de los grupos, hoy nos ponemos todos a prueba a fin
de comprobar la aceptación de los mismos.
¿Seremos capaces de llevar a buen puerto los sudados compromisos adquiridos en
la citada reunión?
Nada más apearnos del autocar una
de las voces de más peso en la cuadrilla, la de Maribel, pregona a los cuatro
vientos la necesidad de que algún voluntario que se haga cargo de uno de los
aparatitos de radiofrecuencia.
A pesar de que el único
“teniente” declarado soy yo, muchos otros y otras GRManos parecen haber perdido
la audición repentinamente y nadie parece darse por aludido. Silbidos al aire,
miradas de distracción, oídos sordos y camuflaje silencioso siguen a las
palabras de la solicitante. De improviso, Maribel, con la seguridad y firmeza
que la caracteriza se dirige a mí y me invita cordialmente (sin posibilidad de réplica)
a hacerme cargo de uno de los recién estrenados Walkys. De nada me sirven mis sigilosos
intentos por escabullirme y mucho menos el hecho de hacerme el loco. La muy
vivaracha se percata de inmediato de mis intenciones y me encasqueta el dichoso
aparatito sin compasión. Sin comerlo ni beberlo me asciende al cargo de guardián
de cola de nuestro pelotón y me encomienda la misión de velar por las almas más
calmosas, de cerrar la marcha de la escuadra y de mantener la comunicación con
el resto de coordinadores.
Sin posibilidad de negativa, y
manso como un cordero que camina hacia el matadero, asumo mi absoluto fracaso
en el escaqueo, cojo el transmisor y acomodo el dichoso Walky en el interior de
uno de mis bolsillos con fastidio y desgana.
Tras abrigarnos convenientemente,
acomodar nuestras escasas pertenencias, poner en marcha los GPs y reponer el
organismo con galletas, chocolates y alguna que otra menudencia, los del grupo
A, concienciados, al menos de salida, partimos reagrupados, relativamente
pausados y en desconocida avenencia,
hacia nuestro destino. ¿Cuánto durará la armonía? ¿Seremos capaces de aguantar
aunque solo sea una jornada?
La presencia en la vanguardia de
Jaume Pavón pronostica cordura en la avanzadilla y certifica el buen desarrollo
de la etapa. Sin embargo, nada ni nadie es capaz de garantizar que mi actuación
en la retaguardia del grupo vaya a ser tan eficiente. Un servidor está
acostumbrado a campar a sus anchas, cual res bovina pastando sin ataduras por
la pradera, y las obligaciones adquiridas con el negro aparatito limitan mi
comportamiento. Echo de menos aquel dicho Castellano que pregona: ¡El buey
suelto bien se lame! Hoy sigo siendo buey, pero uncido al yugo.
Los del grupo B, bien agrupaditos
y en franca armonía, se toman la etapa con su consabida calma. Caminan, sin
prisa pero sin pausa, a ritmo acompasado, platican jubilosos intercambiando
pareceres, contemplan el paisaje con ojos escrutadores y tienen incluso tiempo
para bromear, reír y descansar cuando les apetece. Si no fuera porque las
etapas que ellos acometen son tan cortitas, más de uno de los desperdigados del
grupo A nos exiliaríamos sin el menor atisbo de dudas en el cohesionado grupo
B.
Parece ser que los acuerdos
asamblearios han calado hondo en el personal del grupo A y de principio no hay
ni carreras, ni competiciones. Para sorpresa generalizada la etapa discurre
dinámica, tranquila y placentera. ¡Qué buenas chicas y chicos!
Luego de caminar un buen trecho
por el bosque y tras bajadas y algún que otro repechón, para deleite de nuestra
vista y goce de nuestros sentidos, nos topamos con la preciosa Cascada del
Grorc. La maravilla de la naturaleza, a consecuencia de las recientes nevadas y
las lluvias de los últimos días, alegre y cantarina, nos regala la belleza de
la caída de sus aguas y la pureza y transparencia de las mismas. ¡La
contemplación de este sublime paraje natural da por bien empleada la mañana!
Después de la contemplación
embobada del repicar de las aguas, el canto a la belleza del lugar y las
correspondientes fotos, abandonamos el idílico emplazamiento henchidos los
sentidos y reconfortados por inigualable espectáculo.
A la hora del almuerzo nos
aposentamos entre las piedras de las ruinas de Gallicant a resguardo del viento
del oeste y, mientras engullimos los alimentos, desde las alturas nos
deleitamos con las imágenes del abrupto emplazamiento del pueblo de Siurana y la
mansa y reluciente inmensidad de las aguas del rebosante pantano que lleva su
nombre.
Zigzagueando en dirección sur por
el bosque de la sierra de Pardes, ascendemos levemente hasta alcanzar la villa
de Arbolí, lugar de partida de nuestros predecesores. Atravesamos el poblado
sin apenas detenernos a visitarlo y enfilamos por la carreta que conduce al pantano de Siurana. Mas como el
embalse no se encuentra en nuestra hoja de ruta, abandonamos la vía asfaltada
por la izquierda y nos adentramos nuevamente en el bosque, con rumbo al valle d’Alforja.
Llegados a la altura del coll Moreno nos reagrupamos nuevamente ¡qué raro! y
partimos por una pista forestal en dirección a la ermita de Puigcerver.
Alcanzado el santuario, algunos miembros del grupo A proceden a visitar y
encomendarse a Nuestra Señora del Puigcerver, mientras otros solamente echamos
una hojeada al edificio.
Las malas lenguas afirman que los
integrantes del grupo B, no solo han cantado loas a la virgen, sino que también
han degustado algún que otro refresco y varias cervezas en el citado santuario.
¡Parece que huelan los lugares de descanso y placer los condenaos!
Sin tiempo que perder reanudamos
la marcha por una amplia senda que secciona el bosque de encinas y pinos. La
primavera se despereza dando sus primeros coletazos. Los campos reverdecen, los
adornan las copas de los árboles y los pajarillos nos alegran la mañana con sus
trinos y sus majestuosos vuelos.
Mientras alcanzamos la cresta de
la montaña, quedamos empequeñecidos por los mastodónticos molinos de viento y observamos
atónitos como estos “Quijotescos” monigotes se apoderan de las corrientes de
aire para, ruidosos y andarines, transformar los generosos bufidos de Eolo en
energía eléctrica.
Luego de
caminar un buen trecho por la loma, a los pies de los imponentes monstruos
metálicos, coronamos el coll de la Teixeta y acometemos el descenso hacia el final
de la etapa. Allí nos esperan impacientes y hambrientos nuestros compañeros y
aparcado silenciosamente en un recodo de
la carretera el autocar que nos llevará
de nuevo a casa.
Ya sea por el
buen comportamiento de los caminantes, porque la cordura se ha apoderado
momentáneamente de nuestras mentes, o simplemente porque hoy tocaba, la misión
de vigilante radiofónico no ha supuesto ningún esfuerzo extra y he disfrutado
de la etapa como el que más. ¡Ah, eso sí, otro día el Walky se lo encasquetas a
otro, Maribel!
Tras
acomodarnos en el autocar partimos rumbo al bar de un pueblo cercano a fin de dar buena cuenta de nuestros bocatas, los
dueños del cual deciden hacer el agosto en pleno marzo y se ponen las botas a
nuestra costa pasándonos una desorbitada factura de consumición, que los
encargados de abonar liquidan a disgusto y entre protestas.
Fotos Varios autores
https://plus.google.com/photos/101469381547593423836/albums/6126396981672143713/6126397168282022706?pid=6126397168282022706&oid=101469381547593423836
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Blog de GRManía: http://grmaniaweb.blogspot.com.es/
Coll de la
Teixeta, sábado, 14 de marzo de 2015.
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GR7: 13ª Etapa (10/01/15)
La Riba – Masia de Frares
¡Bienvenidos al 2015! ¡Año Nuevo, vicios viejos!
Atrás quedaron los atracones Navideños y aunque el cuerpo debería necesitar
acción, para desprenderse de los lípidos acumulados, nada más lejos de la
realidad. Queda demostrado, bien a las claras, que hay más quórum cuando se
trata de reunirnos para las comilonas que de hacerlo para las caminatas. Los
números cantan y de los 65 que nos aposentamos en la mesas del Restaurante de
Prenafeta, para celebrar la bulliciosa comida navideña, apenas 35 comparecemos,
de madrugada, en el punto de partida.
El track que el diligente Don J. Ferrer puso a nuestra disposición ya anunciaba
ciertas dificultades en el desarrollo de la etapa, de ahí que en esta ocasión
no hubiera la menor duda sobra la conveniencia de acomodarnos en dos grupos A y
B. El duro perfil se asemejaba más a una sucesión de entrelazados toboganes,
subidas y bajadas sin descanso, que a una caminata de paseantes.
De todas formas, nadie, ni los más agoreros del lugar, presagiaban el
desmadre que acontecería a posteriori, durante el accidentado desarrollo de la
etapa.
Después de casi dos horas de traqueteo en el autobús acometemos,
compactados y en armonía, la salida, en la Riba. A las primeras de cambio,
mientras transitamos por el inclinado poblado, una imponente cuesta nos deja
casi sin ruello. Alguien comenta que tal vez hubiera sido conveniente hacer algún
grupo más… jajajaja.
Tras sudar la gota gorda y jadear como rocines después de una carrera en
pos del Everest, abandonamos el pueblo y nos adentramos en el bosque por una
estrecha senda. El rocío de la madrugada ha humedecido el terreno y las plantas
trasladan las cuatro gotas, que descansan en sus hojas, a nuestras raídas botas
y nuestros pantalones.
Antes de iniciar el ascenso a la primera cota importante de la mañana, la
cabeza de la marcha se detiene para reagrupar el pelotón. Hay quien maldice los
excesos vacacionales, otros echan de menos el sofá y alguno incluso lamenta
haberse apuntado a la primera jornada del 2015. ¡No saben lo que nos queda!
Unos minutos de descanso dan paso a que el grupo se ponga de nuevo en
marcha para acometer la siguiente subida. Una vereda estrecha, empedrada y
resbaladiza nos obliga a un nuevo esfuerzo. Apenas han transcurrido noventa
minutos desde que diéramos inicio a la etapa y las dificultades, junto a la
dureza del terreno, han convertido el grupo en un ejército de soldados
descarriados, fragmentado en innumerables secciones. La avanzadilla transita en
el grupo A, acompañada de un gran San Bernardo que se nos ha añadido en la
Masía de la Torre, le siguen los del grupo B, los que vienen detrás se acomodan
en el C, los hay que se agolpan en el D y otros que sufren en el E.
Superado el exigente primer escollo de la jornada nos detenemos para
desayunar. Un claro en el camino nos permite disfrutar de nuestros bocatas, intercambiar
pareceres y calentar nuestro cuerpo al tibio sol de la mañana. La altitud nos
permite disfrutar de las excelentes vistas del paisaje: en la lejanía el camp
de Tarragona con sus pueblos y campos de cultivo, la imperial Tarraco, las
grúas del puerto marítimo, las torres de la industria petrolífera, y de fondo, cerrando
el cuadro, el mar Mediterráneo.
A la hora del postre aparecen por doquier los restos sobrantes de las
pasadas fiesta. A pesar del empacho turronero del que venimos, casi nadie hace
ascos a los dulces, y en un abrir y cerrar de ojos acabamos con todo aquello
que se nos ofrece
Tan solo hemos avanzado siete kilómetros pero las caras ya denotan cierto
cansancio. Sea consecuencia de los excesos Navideños, del parón vacacional o de
la dureza del recorrido, las piernas parecen adormecidas y la meta se nos
antoja demasiado lejos
Concluido el generoso banquete matutino, reemprendemos la parsimoniosa marcha
por un amplio camino forestal que nos conducirá al único núcleo urbano habitado
de la toda la jornada..
Mientras avanzamos a buen ritmo por una ancha pista, nos adelanta el bólido
de Rafael con la cabeza gacha y pasos agigantados.
Atravesamos la solitaria carretera TV-7041, damos un rodeo y accedemos a Mont-ral
por su cara sur. Las cuatro casas del pequeño poblado están tan distanciadas,
unas de otras, como lo estamos los diferentes miembros de GRManía, que estas
alturas de la expedición transitamos por el interior de las tierras tarraconenses.
El exigente sube y baja de la ruta ha hecho mella en las reservas físicas y
mentales de varios de los GRmanos, y los rigores de trazado venidero convencen
a algunos sabios los integrantes del grupo B de la inutilidad de seguir
avanzando hasta la sierra de las Mussaras, donde, en teoría, debería finalizar
su recorrido. Acertada decisión la de dar por finalizada su andadura en aquel
lugar, pues de allí en adelante…. ¡el caos
Menos de la mitad del grupo dejamos atrás Mont-ral y, desperdigados, partimos
por una estrecha senda en pos de “El bosquet”. Durante unos centenares de
metros, que se me hacen eternos, camino en solitario y debo acomodar mi rumbo a
las directrices del GPS, pues la estrecha y traicionera senda es proclive a la
perdida. Finalmente, delante de mí, en la lejanía, en un recodo del
camino, localizo los cuerpos de Antonio
y Ramón que me preceden. Sin dudarlo un segundo, aligero la marcha todo lo que
mis piernas me permiten hasta que consigo unirme a ellos.
A estas horas del mediodía una buena parte de los integrantes de los grupos
B ya descansan en el pueblo recién dejado atrás, y algunos, incluso, saborean
una fresca, generosa y deliciosa cerveza en el único bar del entorno ¡Qué
suerte la suya!
Los demás continuamos con la intención de alcanzar nuestro objetivo final,
aunque el tiempo se nos está echando encima y aún nos queda un buen fragmento
por recorrer.
Al llegar a la altura de “El bosquet” nos topamos con el grupo delantero
donde transitan Carlos, Ginés, Evaristo, José, Belén, Jordi y algún otro.
Tras reagruparnos echamos en falta a Rafael y a Fidel, pero damos por
seguro que van por delante y se encaminan a la dirección correcta. ¡Nada más
lejos de la realidad! Rafael se ha adentrado por un desvío equivocado, antes de
alcanzar el pueblo habitado, y se ha extraviado durante un buen rato.
Finalmente, por suerte, se percata de su error, desanda el trayecto equivocado y recupera la
senda correcta. Sin embrago, al reparar en lo avanzado de la hora, decide
abandonar su propósito inicial de llegar al final de la etapa y se dirige en
solitario hacia Mont-ral para reencontrarse con aquellos que allí habían puesto
punto y final a su sacrificio.
Instantes después de abandonar el deshabitado caserío de “El bosquet”,
Jordi comienza a tener problemas con uno de sus tobillos, dañado el día
anterior. La estrecha arteria por la que nos vemos obligados y caminar,
escarpada, pedregosa y de difícil transitar, no ayudan para nada al
accidentado, sino empeoran progresivamente los síntomas en la articulación de
lesionado.
A poco de reencontrarnos con el camino forestal, en el cruce del GR65-5, en
la sierra de las mussaras, Jordi decide dar por finalizada su aventura. Lo
avanzado de la hora, la larga distancia que aún nos queda por recorrer, el
escarpado perfil, las dificultades orográficas, el tortuoso canchal de las
postrimerías, y el vertiginoso descenso que nos espera al final de la etapa le ayuda
a tomar tan acertada de cisión.
A pesar de la negativa del mermado, para que nadie le acompañe en su
abandono, Antonio se niega en rotundo a dejare partir en solitario y le
acompaña en su retirada hacia el cruce de la carretera TV-7045, donde serán
recogidos por el autocar.
Pasadas las dos del mediodía aún nos quedan casi ocho kilómetros por
recorrer. Desconocemos que sucede por
detrás y quien o quienes tienen intención de realizar todo el trayecto hasta la
Masía del Frares, pero tenemos claro que el tiempo corre en contra nuestra.
Tras despedirnos de Jordi y Antonio, la cabeza del grupo A sale de
estampida y Ginés y yo nos quedamos en tierra de nadie. A pesar de que nos
desplazamos a un fuerte ritmo, no conseguimos darles alcance y no volveremos a
verlos hasta las 15:15 horas, cuando alcancemos la meta.
En el trayecto final dejamos atrás varios cruces en el camino, nos
adentramos por un intransitable canchal de gratino que se asemeja a un glaciar
de piedras rodadas, y acometemos un pronunciado descenso por una estrecha,
dificultosa y escarpada trocha hasta alcanzar, por fin, la ansiada carretera.
¡Fanal de trayecto!
Allí, junto a la calzada de la vía automovilista, en la confluencia del
camino de acceso a la Masía del Frares, nos esperan los componentes del grupo A
que han finalizado la etapa. Acto seguido hace su aparición, por un recodo de
la carretera, el autocar con algunos de los integrantes del grupo B que al
llegar hasta el lugar previsto de finalización para el citado grupo B, han sido
recogidos en el cruce de por el vehículo.
Mientras aguardamos la llegada de los últimos miembros del grupo A
recibimos la pésima noticia de las pérdidas de José Castillo y Fidel, aunque la
de éste último es efímera pues hace su aparición, casi a la vez que Jaume,
Inés, Ana y Chari, apenas diez minutos después que nosotros. ¡Un poco más y se
queda sin probar su propio cava!
Ante la imposibilidad de desplazarnos hasta el lugar acordado para la
comida en grupo, desenvolvemos nuestros bocadillos, desprecintamos las
fiambreras, nos aposentados a la vera del camino y la cuneta de la solitaria
carretera, y procedemos, con voraz apetito, a dar buena cuenta de nuestro
yantar y reponer las fuerzas gastadas.
Por suerte para nosotros, Cisco y Fidel habían dispuesto una cuantas
botellas de cava y un “exquisita coca de vidre” elaborada por la “Dolors” para
celebrar su aniversario. Los dulces y el alcohol sirven para matar las penas del
grupo A, el retraso y la afligida espera del extraviado José. En apenas unos
minutos acabamos con todas las existencias: comida, postres, frutos secos,
galletas, cava, coca y todo aquello que aparece por allí.
La tecnología nos informa de que el grupo C está tranquilo, recogidito y en
armonía dando buena cuenta de sus vituallas en el lugar acordado. ¡Ellos sí que
saben!
Pese a los múltiples intentos de Paco Ortega, Ana y algún otro GRMano, no
conseguimos contactar con José y la preocupación comienza a crecer. La tarde
avanza, la noche se aproxima, el horario del conductor se agota y el
desaparecido no da señales de vida,
Finalmente, hacia las 16 horas, recibimos la grata noticia de que el
perdido José se ha topado con otros caminantes, ha retomado el rumbo correcto y
se dirige al cruce de las mussaras.
De inmediato nos acomodamos en el autocar y partimos, sin tiempo que
perder, en búsqueda de extraviado. Sin embargo nuestro gozo se disipa al
instante, pues al llegar al cruce convenido, el errante aún no ha hecho acto de
presencia.
Finalmente aparece por la lejanía, el susto se disipa y nos encaminamos a
recoger al resto de GRManos para regresar a casa antes de que el tiempo del
conductor expire y nos obligue a buscar alojamiento en algún hotel de
carretera.
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GR7: 12ª Etapa (20/12/14)
Cabra de camp – La Riba.
Despedida del año 2014
Buenas tardes queridos /as GRManos.
Sí… ya sé que este año estabais algo tristes y apesadumbrados pensando que
no os iba a amenizar la sobremesa con mi manido discurso, pero ¡no sufráis!, mi
conciencia no me dejaba dormir tranquilo y he decidido satisfacer vuestros
nobles deseos.
Lo siento amigos. Ésa es una las penitencias que debéis cargar a
vuestras espaldas por permitirme formar parte de este maravilloso grupo. ¡Paciencia,
que le vamos a hacer! Además, no es demasiado el tiempo que os voy a robar y de
paso le hacéis un favor a la autoestima de éste escribano. ¿Dónde voy yo a
tener un auditorio tan numeroso, educado, maravilloso y paciente, a mi entera disposición,
capaz de aguantar estoicamente y sin rechistar mis subjetivos alegatos? Bien es
cierto que la ingente cantidad de cerveza, vino, cava y licores que habéis ingerido
juega a mi favor, pues al embotar vuestra mente ayuda a que no os enteréis de
la mitad de las soflamas que proclamo.
Bueno, amigos y amigas, ¡al grano!
A las puertas de finalizar el convulso 2014 ¡cómo pasa el tiempo! nos
hallamos de nuevo reunidos para celebrar el cierre de la temporada 2014. ¡No
veas que auditorio más concurrido!
El acontecer de este GR7 y sus constantes vaivenes, de aquí para allá, en
el desarrollo de las etapas, ora al principio, ora al final, ora una saltada y
otra por saltar, me han aconsejado olvidar el devenir del camino y centrarme en
la idiosincrasia del grupo.
A GRManía se le podrán achacar algunos errores (pocos diría yo) pero
lo que no se le puede acusar es de inmovilista. Aquella ley no escrita de hace
20 años ha quedado ya completamente obsoleta. Hoy en día, nuestra particular
Carta Magna no es una norma retrógrada y anclada en el pasado, ¡como otras! sino
un edicto vivo, que evoluciona, se moldea y adapta a la realidad del grupo, a
la evolución de las circunstancias, a las necesidades de los tiempos y a las
características de los GRManos. Nuestra proclama, no descansa en su idea de acomodarse a las
exigencias del camino, a los momentos y a la capacidad de los caminantes. Y
así, dada la relativa homogeneidad del grupo, diversas son las actividades que se realizan
en el mismo para complacer las necesidades de todos los componentes de GRManía.
Aquí, compañeros, caben todo tipo de propuestas lúdico-deportivas, siempre
que rayen la normalidad, claro está.
El día a día viene demostrando bien a las claras que lo menos practicado últimamente
por el grupo es el senderismo por los diferentes GRs… Cada dos por tres aparece
una nueva actividad ” extraescolar”
que añadir a la ya de por sí numerosa gama de eventos cobijados bajo la siglas
GRManas. ¡Que si Camilluns”…. que si “Camimecres”… que si “Camisabte”, que si “Runners”,
que si “Pedales”, que si “Nordicmanía. A este ritmo pronto tendremos sección de
“PatencaManía”, “NaipesManía”, “DominoManía” o “SantaManía”! Esto
demuestra bien a las claras dos cosas: Una, que nos estamos haciendo mayorcitos
(entre pre- jubilados y jubilados, aspirantes a ello y abueletes, ya sumamos
unos cuantos) y dos, que con la caída de los años disponemos de bastante más
tiempo libre a nuestra disposición, y que es necesario ocuparlo como sea y mover
el esqueleto para que éste no se nos encasquille. Buena prueba de ello es
que los ociosos libertinos no permanecen anclados en el sofá, sino que siguen ejercitando sus músculos como si de
juveniles se tratara. ¡Lo ideal para desengrasar el organismo y mantenerlo en
funcionamiento!
Si hablamos de caminatas (bueno lo de caminar es un decir, pues en realidad
se camina poco, se come mucho y se bebe generosamente y se habla muchísimo) definitivamente se han
establecido diversos grupos de nivel o afinidad. Unos se embarcan en el grupo
A, otros en el grupo B, y, esporádicamente, otros en el C (solo turismo, paseos,
comilonas y régimen de andar).
Con la caída de los años hemos ido los adaptando los esfuerzos y las
dificultades al aguante de nuestros organismos. Si hace años transitábamos
todos en compacta manada, ahora parecemos un rebaño de ovejas descarriadas. Con
el paso del tiempo decrece el grupo A, al mismo ritmo que aumenta el B, y ya
colea el C, y se vislumbra el D. A este ritmo, dentro de unos años, el A será
una utopía, el B un milagro y el C la gloria y el D el paraíso. Pero es la vida
amigos y como tal hay que aceptarla .
Eso sí, el que no decrece ni a tiros es el grupo de festejos y comilonas
pantagruélicas. Cuando de lo que se trata es de sentarnos a la mesa y ponernos
morados como zampabollos, aquí el “Kuorum” es instantáneo y la mayoría absoluta
incuestionable. Éste grupo permanece siempre fiel, estable, cohesionado y completo,
y no muestra visos de decrecer, sino todo lo contario.
Teniendo en cuenta la hermosa diversidad del grupo, edades, estado civil y
laboral, afinidades políticas, ideales, aficiones, obligaciones y muchas otras
características diferenciadoras, hay una cosa que nos une a muchos, el amor
incondicional por la recolecta de diferentes productos naturales
(robellones, fruta, frutos secos… ) y el asalto indiscriminado a los huertos
que se ponen a tiro.
Antes de concluir mi perorata, me vais a permitir hacer mención a todos
aquellos que tienen la dicha de ser abuelos, un estado en el cual acabo de
entrar. Hasta hace unos días no comprendía como era posible que los abuelos
perdieran el oremus por sus nietos. Sin embargo, debo reconocer que un segundo
después de alcanzar ese estatus, el de abuelo, me encontré atrapado en la
trampa que tanto me extrañaba y que ya me tiene prisionero de por vida. ¡Por
nada ni por nadie pienso renunciar a ella. ¡Ser abuelo es la sensación más maravillosa
que he disfrutado en toda mi existencia! Después de unos años de ver pasar la Navidad
y los Reyes sin demasiada emoción, este año me esperan unos días de fiesta como
jamás soñé poder disfrutar. ¡Ojalá os suceda lo mismo!
Para finalizar, quiero expresaros mis mejores deseos de dicha y felicidad para
todos vosotros. Para que estas fiestas venideras y el cercano 2015, os colmen
de felicidad.
Salud, suerte y toda la dicha de la que sois merecedores para el próximo
2015.
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GR7: 11ª Etapa (08/11/14)
Bellprat – Cabra de Camp.
Tras los madrugones de
las dos primeras etapas volvemos a recuperar el horario más llevadero.
Aparentemente este hecho debería animar a los Gramanos a disfrutar de la
caminata sabatina, sin embargo nada que ver con la realidad, pues la nueva
temporada ha dado comienzo con una participación algo raquítica. Ya sea a causa
de los resfriados, los percances, las obligaciones individuales y familiares,
la orografía de la etapa, las excusas o
las bajas imprevistas de última hora, la cuestión es que por los pelos llegamos
nuevamente a la treintena. Ahora que disponemos de un nuevo autocar (espacioso
y confortable) apenas si hacemos uso del 75 % de su capacidad.
Tras las dos preciosas etapas
adelantadas, por tierras del Ebro, intercaladas a causa de diversos motivos, regresamos
de nuevo a la normalidad y retomamos nuevamente el camino allá por donde lo
dejamos antes del pasado verano, en la comarca de l’Anoia, más concretamente en la localidad de Bellprat.
Según las previsiones de
los entendidos la mañana se presenta fresquita pero soleada. Ávidos de alegres aventuras
nos disponemos a recorrer longitudinalmente el Sistema Prelitoral Central. Si
el tiempo y las circunstancias no lo impiden, hoy abandonaremos la Barcelonesa
comarca del Anoia para adentrarnos en la provincia de Tarragona, por la comarca
del Alt Camp, con destino final a Cabra del Camp. Que poco que ver el paisaje montañoso de las
comarca del interior, con el más conocido, bullicioso y festivo de la costa
Tarraconense, en sus límites con el Mediterráneo ¡En la variedad está el gusto!
Durante el trayecto por
la autopista, en la parte trasera, se monta un ameno, interesante y amigable debate sobre el soberanismo y la consulta de
la jornada venidera. Se exponen diferentes puntos de vista personales sobre el
tema y a pesar de que las discrepancias entre los contertulios son evidentes,
el respeto a las ideas y los sentimientos de cada tertuliano coronan la
enriquecedora charla. El hecho de que alguno de los tertulianos se encuentre
hoy en franca minoría no es ápice para
que exponga con determinación sus postulados y defienda como gato panza arriba
sus convicciones. Otro de los intervinientes, “voluntario” forzoso en la buena marcha de los
preparativos y en la posterior jornada de consulta, resalta la excelente
organización del evento y la magnífica predisposición de los voluntarios; lamenta, sin embargo, que la masiva y altruista participación del
voluntariado en el acto en cuestión no sea igual de generosa cuando se trata de
la defensa de los derechos sociales de los más desfavorecidos.
Independientemente de las ideas y sentimientos de cada uno, todos convergemos
en que si la actitud de nuestros obtusos y necios gobernantes (de aquí y de
allí) fura la del dialogo y la negociación otro gallo nos cantaría.
Los de allí, retrógradas representantes de la rancia
España, se aferran a continuar viviendo en su intransigente mundo de
totalitarismo y, parapetados tras su ceguera permanente, siguen escondiendo la
cabeza bajo el ala para evitar afrontar la realidad con valentía y
responsabilidad. Los anacrónicos “desgobernantes” continúan ninguneando,
ridiculizando e intentando minimizar el problema Catalán. El descontento, las
movilizaciones y los deseos de una
amplia masa de la sociedad catalana, no existen para ellos y actúan como si el
entuerto fuera a solucionarse por sí solo. Mientras los de aquí, inconsciente
alentadores de la desobediencia civil, obnubilados por las alentadas y multitudinarias
manifestaciones, se olvidan de que su obligación es gobernar no solo para una
parte (muy importante dicho sea de paso) de la ciudadanía y que deberían hacerlo
para todos aquellos ciudadanos a los que en teoría dicen o intentan vanamente
hacernos creer que representan. Aquellos, anacrónicos y obsoletos defensores
del pasado, niegan la evidencia y se mofan y menosprecian a los cerca de dos
millones de catalanes que, según los organismos oficiales, acudieron votar el
día de la consulta. Y éstos, ilusos prestidigitadores, esclavos de sus
tejemanejes con ciertas asociaciones civiles, a las cuales siguen engordando
para que marquen los dictámenes de la legislatura, se olvidan de que casi dos
tercios de los electores catalanes se quedaron en su casa y no acudieron a las
citadas urnas.
Al final, sí o sí, los dos
irresponsables gobernantes, quieran o no,
deberán tragarse su orgullo y sentarse a dialogar. Plantear los diversos
escenarios que deben conducir al desbloqueo del callejón sin salida al que nos
han abocado y olvidándose de su imposición sistemática a cualquier acuerdo. Quizás
algún día recapaciten, se percaten de su estrechez de miras y se den cuenta de
que nada se solucionará anclándose en el inmovilismos. Que no hay futuro sin
negociación y que toda negociación conlleva concesiones. Tal vez así lleguen a entender
que: ¡Más vale un mal acuerdo que un buen pleito! Sin embargo el enroque de los apoltronados
dirigentes se mantiene y negros nubarrones otean el horizonte ¿Habrá luz al
final del túnel?
Enfrascados como estamos
en el intercambio de pareceres, apenas nos percatamos de que nos hallamos en las proximidades de Bellprat y nuestro
trayecto en autocar está apunto de tocar a su fin.
Como viene siendo
habitual de un tiempo a esta parte, a la llegada al punto de partida, nos
dividimos en dos grupos. Hoy por mor de la escasas dificultades que presenta llevadera
la etapa, el grupo A es algo más numeroso que de costumbre, y por descontado
que el grupo B. En el primer grupo prevalecen los hombres, pero la presencia de
5 valientes féminas otorga al citado pelotón la categoría de grupo, le dota de
diversidad y le transfiere la necesaria impronta que solo ellas pueden y saben
darle. El grupo B, por el contrario, destaca por un mayor equilibrio de
fuerzas, aunque en este caso las féminas son mayoría.
La jornada transcurre amena
y placentera entre caminos y veredas que seccionan bosques o discurren
paralelos a los claros, donde emergen campos y tierras de labranza dedicadas
preferentemente al cultivo de cereales.
Algunas de estas parcelas aun muestran pequeños vestigios el reciente
pasado, en forma de rastrojos semienterrados, producto de la cosecha de la anterior
temporada. Otras en cambio resplandecen inmaculadas, limpias de maleza, tras haber
sido aradas y preñadas con las semillas que darán origen a nuevas plantas. De
éstas, si las circunstancias meteorológicas no se empeñan en poner
impedimentos, brotaran a su debido tiempo, multitud de doradas espigas cargadas
de abundantes granos, con los cuales los sufridos “pageses” podrán rellenar de nuevo sus agotados graneros.
A causa de las lluvias
de los últimos días, el suelo se muestra húmedo y esponjoso, facilitando el
placentero deambular de los caminantes. Las trochas, caminos y senderos,
acolchados a consecuencia del agua
absorbida, permiten un caminar relajado
y liviano que, en sumo grado, agradecen nuestras torturadas articulaciones. Sin
embargo, en uno de los campos por los cuales nos vemos obligados a caminar, en
rigurosa fila para minimizar los daños al sembrado, la humedad ha calado en
exceso reblandeciendo la tierra convirtiéndola en pegajoso barro. Éste, adherente
y apelmazado se adhiere generosamente a las zapatillas, convirtiendo las
suelas de nuestro reluciente calzado en
una especie de zancos enfangados compuestos por plataformas superpuestas de
diversas capas de engrudo marrón.
En un recodo del camino
nos topamos con un pequeño riachuelo que discurre mansa y calladamente cristalino
por medio del camino. Debemos, entonces, improvisar una especia de pasarela, con un tablón de madera que
alguien localiza en las proximidades, y vadear el torrente por el improvisado y
artesanal puente que en nada desmerece a los deslumbrantes pero ruinosos
levadizos del ínclito Calatraba.
Poco antes de la parada
para el desayuno, una indicación situada en un desvió en el camino, nos informa
de la proximidad del monasterio de Santas Creus y nos invita a poner rumbo al
“sagrado” lugar. Más ninguno de los presentes hace mención al cartel anunciador
y, consecuentemente, nadie se da por
enterado. Unos declinan el celestial ofrecimiento por ateísmo recalcitrante;
otros porque prefieren ahorrase los varios kms de ida y vuelta; mjchos porque huelen la proximidad de la inminente
parada para desayunar y prefieren rellenar el buche con materia más sustancial
que la aportada por el rezo y el recogimiento monacal; y los menos porque simplemente no se han
percatado semioculto cartel anunciador.
En definitiva…. ¡Mejor dejar la visita para otra ocasión más propician!
Pasadas las 10 de la
mañana, nos adentramos en Pontils y en la plaza del pueblo damos buena cuenta
de nuestras viandas. Bocatas, tintorro, almendras, aceitunas caseras curadas
por Antonio Gil, fruta, galletas, chocolate y otras delicatesen que compartimos
entre nosotros.
Finalizado el desayuno
reemprendemos la marcha y a nuestro paso vamos alternando el bosque con los claros.
Poco a poco vamos descendiendo en pos de la meta, pues salvo esporádicos
repechones, la etapa de hoy presenta un perfil claramente en bajada. Poco antes
de divisar Vellespinosa, en una de las
varias explanadas deforestadas que emergen del bosque, observamos el devenir de
un campesino. El laborioso personaje, encaramado a lomos de su poderoso
tractor, rotula parsimonioso el suelo de su propiedad para adecentarlo. Más
adelante, pasamos junto a un rústico cercado
donde unas pacíficas, peludas y
despreocupadas vacas se esmeran inútilmente
en intentar arrancar los escasos y rasurados pastos que apenas subsisten en la
marchita pradera otoñal.
Acostumbrados a las dos
últimas etapas, en las cuales nos atiborramos de exquisita fruta hurtada en la
vega del Ebro, y recogimos repletas bolsas de deliciosos y anaranjados
níscalos, en los humedales del Montcaro, hoy no hay ningún manjar gratis que
llevarse a la boca, ni regalos de la
naturaleza que acarrear para casa ¡Ni una triste uva que echarse al gaznate y tampoco
hongo alguno que recolectar!
Hacia las dos del medio
día alcanzamos Cabra del Camp y nos dirigimos al Bar donde ya nos esperan
nuestros compañeros y compañeras de fatigas del grupo B. Éstos, hace rato que van
dando buena cuenta de unos cuantos embriagadores vermuts que enrojecen sus
mejillas, traban sus lenguas y embotan sus sentidos. Mientras tanto, charlan
amigablemente acomodados en las sillas del citado establecimiento, en espera de
nuestra llegada que se producirá una vez finiquitada la travesía de hoy.
Concluida la jornada,
los andarines nos acomodamos por grupos de afinidad en las mesas reservadas para
reponer fuerzas y matar la sed con la ingestión de unas cuantas “rubias espumosas” ¡Cervezas para los mal
pensados!
A medida que el personal
va dando por concluido el ágape del medio día, el ambiente se caldea, el gentío
se impacienta y el nerviosismo se apodera de los GRManos. Hoy es jornada de
venta de boletos y papeletas: Llumineta y Lotería (el Gordo y la Grossa), y, como no podía ser de otro modo, el colectivo de los infelices soñadores
aspirantes a “rico” se muestra ansioso por tentar a la suerte y abandonar la
pobreza. Así, apenas acabado el postre la mayoría de los GRManos, compradores compulsivos, se abalanzan iracundos y descontrolados sobre los repartidores de fortuna (¡o de nada
vete tú a saber!); dispuestos todos ellos a invertir hasta su último céntimo
(¡bueno algunos más dispuestos que otros, la verdad sea dicha!) en búsqueda de la
dichosa suerte. Todos/as con la esperanza de ser los agraciados en los sorteos
venideros y poder, así, disfrutar del exquisito jamón 5J de la panera y, puestos
a soñar, de amasar una “mortrerá” que permita depararles una próxima y más
llevadera jubilación.
Don Paco, veterano en
estas lides, alejado del gentío, se apoltrona en una mesa situada junto a una
columna del bar y, con la maestría de un buen “Judio”, aligera los bolsillos de
los ilusos apostantes encasquetándoles participaciones de Lotería del Gordo de
Navidad. Cisco, otro imitador del oficio judaico, en la esquina opuesta, vende
participaciones de la Grossa de Cap
d’any. Y yo, pobre de mí, temporal recaudador de impuestos indirectos, asumo el
papel del sumiso trabajador de la agencia tributaria y reclamo, sin el menor
arrepentimiento y ningún rubor, la pasta correspondiente a los números
reservados “voluntariamente” para el sorteo de la Llumineta.
¡Pobres ilusos! … Si
supierais que la suerte está echada y que ya tiene dueño. Que un servidor tiene
mano con los niños cantores de San Ildefonso y hace tiempo les dejó bien
clarito dónde y a quién deben corresponder los premios de los sorteos.
De todas formas que no
decaiga el ánimo. Si no sois agraciados con la
“Llumineta” pensad que vuestra fortuna consiste en que ahorraréis ingentes
cantidades de dinero en médicos y vuestra salud os lo agradecerá, pues todos
los productos allí almacenados rebosan colesterol por los cuatro costados. Si por
desventura tampoco os cae en gracia el Gordo de Navidad, pensad que
contribuiréis a rellenar las raquíticas arcas del estado y ayudaréis a que los
sobres a repartir, entre los mafioso de turno, sean bastante más generosos, e incluso
que contribuiréis solidariamente a que los Monago y Cia puedan viajar gratis otra
vez a Canarias para liberar sus “tensiones” Senatoriales a costa del erario
público. Y si por desgracia la Grossa también pasa de largo ante vuestras
narices, estaréis colaborando con vuestra “voluntaria” aportación a tapar el
agujerillo que los gastos de la consulta han causado en las arcas de la
Generalitat.
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Cabra de Camp,
sábado, 08 de noviembre de 2014
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GR7: 10ª Etapa (027/06/14)
Nacional II – Bellprat.
Con el verano pisándonos
los talones y el sol despuntando alegre por el horizonte, nos concentramos en
el lugar de costumbre para realizar la última etapa del trayecto programado,
caminar un poquito, desvariar bastante, comer mucho y cerrar la temporada 2013-14,
en plan festivo, como es habitual.
De imprevisto, tras una
de las paredes que delimitan el estadio, aparece el Sr. Victoria con un
aparatoso vendaje blanco en uno de sus musculados remos inferiores. Acompañan
sus renqueantes pasos un par de sólidas y
relucientes muletas (¡MU… LE…TAS, que aquí hay mucho mal pensado capaz de
confundirlo con MULATAS!). A su vera, parsimoniosa y resignada, camina, Fátima, haciendo de tripas corazón e
intentando disimular su desagrado. ¡Mira que se lo ha avisado veces! Pero el tozudo no se aviene a razones.
A las consabidas
preguntas de rigor sobre el causante de tal desaguisado, el cojomantecas
responde con tal alegría y desparpajo que diríase no existe mal alguno en su
tuneada extremidad, y si un afán de protagonismo impropio de un adulto como
él. Finalmente casi nos convence con su
locuaz palabrería y todos damos por aceptable la explicación con la que nos ha engatusado.
¡Una fisura en el astrágalo o algo parecido! O lo que es mejor (para él) y peor
(para ella)… ¡Tres meses de reposo en el sofá sin dar palo al agua, sin
contribuir al cuidadoso de los nietos, a
las faenas domésticas y a las obligaciones que el cargo marital lleva consigo
impresas!
Francisco, nuestro
habitual y sabio conductor (precavido él) decide curarse en salud y dar un gran
rodeo por la autopista, antes que aventurarse a los mareos de la jauría GRMana
y las nefastas consecuencias que tal indisposición pueda ocasionar en el
autocar. Mejor hacerlos perder, a ellos, media hora en el trayecto hasta Jorba que
necesitar, yo, toda la mañana para
adecentar de nuevo el vehículo.
El rodeo “antivómitos”
hace que arribemos a Jorba con la mañana en pleno apogeo y el sol campando a
sus anchas por las alturas. Además, y como no podía ser menos, equivocamos la
dirección en pos del punto de partida y debemos realizar una visita turística
por el poblado. En una de las casas del citado
lugar luce un abarrotado cerezo cargado de apetitosos frutos rojos que,
cobijado al amparo de unos buenos muros, se nos ofrece desafiante y altivo sin
miedo a ser asaltado. ¡Ay si el osado provocador estuviera a campo abierto!
¡Otro gallo cantaría!
A pesar de que los
avispados organizadores nos habían anunciado una etapa de relax, llana y sin
apenas desnivel, apenas nos adentramos en el bosque, por una estrecha senda, nos
percatamos que la jornada va a ser dura y exigente.
…
Cierre de temporada 2013- 2014
¡Buenas tardes
queridos compañeros/as GRManos!
Nos encontramos,
aquí, en Can Caselles, compartiendo mesa y degustando estos exquisitos manjares,
en alegre camaradería, con el pretexto de echar el cierre a la temporada 2013-14.
Desde que iniciáramos
este GR7, allá por septiembre de 2013, hasta el día de hoy, nueve meses de
placentera gestación han conducido este embarazo caminero, a través de trochas,
veredas, caminos y asfalto, desde las alturas de Grau Roig hasta el lugar donde
ahora nos encontramos.
Tras abandonar la
Pirenaica Andorra, pusimos pie firme en el norte de Catalunya por el valle del
Segre, en La Seu d’Urgell, para posteriormente atravesar la Cordillera
Pre-Pirenaica y, en dirección sureste, adentrarnos en las comarcas del interior
hasta alcanzar la del Anioa (Bellprat).
Al son de los
cencerros y el trino de las aves; al compás de senderos y el canto de los
ríos; cobijados a la sombra de árboles y esporádicas nubes, dimos rienda suelta
a nuestra volátil imaginación de aventureros caminantes.
Desperdigados,
parsimoniosos y parlanchinamente despreocupados, avanzamos por bosques,
praderas y poblados en pos de imaginarias metas, absorbiendo la paz y el
sosiego que parajes, animales y gentes ancladas a la tierra trasmitían y
regalaban a los forasteros.
Cuán lejos queda,
ya, la serena inmensidad de aquellas majestuosas montañas, cuyas cotas y valles
se sucedían zigzagueantes como vertiginosos toboganes bravíos. Martirio
agotador de acalambradas piernas y alocado desboque de palpitantes corazones;
pero a la vez, de infinita alegría para nuestros aletargados sentidos de
urbanizadas almas y de aire puro y limpio para nuestros contaminados pulmones.
Parece que fue ayer
cuando el otoño nos agasajaba con su precioso y cromático baile multicolor.
Cuando el escasamente riguroso inverno nos amenazaba tibiamente con sus mansos
rigores y nos obligaba a guarecernos bajo gorros y guantes. O cuando,
finalmente, el maravilloso despertar de la primavera, nos obsequiaba con el
nacimiento de la nueva vida. Y sin embargo, amigos míos... nos encontramos otra
vez, incrédulos, a las puertas de otro incipiente verano.
Como si se tratara de
un pacto no escrito, que hubiéramos firmado, ¡vete tú a saber si con Dios o con
el Diablo!, la climatología siguió mostrándose magnánimamente benigna con el
grupo. Escasas las inclemencias meteorológicas que nos acompañaron y, exiguos,
también, los pocos y llevaderos contratiempos que sufrimos a lo largo de la
travesía.
Muchas las
anécdotas acontecidas; incontables las huellas que nuestros pies cincelaron en
el transitar y, ¡cómo no!, abundantes las pérdidas que volvimos a padecer.
¡Idiosincrasia genuina del grupo! ¡Sin ellas no seríamos GRManía!
Más hoy, queridos
compañeros/as de fatigas (dejando al margen el típico atracón en el cual nos excusamos
siempre a la hora de conmemorar cualquier evento), quiero rescatar algo de
nuestra, cada vez más marchita, memoria, retrotraerme en el tiempo y hacer un
canto al idílico pasado.
Seguro que los
veteranos/as recordaréis con nostalgia aquellos añorados dorados en los cuales varios
de vosotros/as realizasteis la misma travesía, pero entonces, en sentido
contrario. Otros, menos afortunados, difícilmente podremos rebuscar en nuestros
recuerdos, nada relacionado con dicha aventura, pues ni siquiera éramos
conocedores de la existencia de esta gran familia.
¡Cómo ha cambiado
todo en apenas dos décadas!
Diversos caminos
por los cuales, entonces, enfangasteis vuestras raídas botas desaparecieron desoladoramente
sepultados bajo el manto grisáceo del asfalto.
Alguno de los
poblados donde los lugareños habitaban humildes moradas, mientras se
sustentaban al cuidado de bestias y tierras de labranza, hoy, semiderruidos, vegetan
agonizantes en búsqueda de un poco de oxígeno que les devuelva la bonanza y la
gloria perdida.
El mal llamado
progreso ¡o no! se ha apropiado de paradisíacos lugares, acuchillando el
paisaje con monstruosos inventos del desarrollo descontrolado, sustituyendo su
virginal belleza por autopistas, carreteras secundarias y estrafalarios artilugios
de la dichosa modernidad.
De ciertos
riachuelos y regueros que, en aquel tiempo, discurrían sinfónicamente
risueños al son de aguas cristalinas, hoy apenas quedan vestigios. Sus antiguos
lechos, por aquellos días jubilosamente preñados de vida y alegría, hoy se
marchitan áridos, yermos y pedregosos cual secos vientres de infecunda mula.
¡Qué jóvenes éramos
todos! ¿Verdad compañeros/as? Muchos de nosotros/as transitábamos desbocados,
aun, por la treintena, la mayoría acababa de estrenar la sosegada cuarentena y
raros eran aquellos/as que habían alcanzado ya la madura cincuentena. Sin
embargo, a día de hoy, los achaques de la edad se han apoderado de nuestros
maltrechos huesos y escasos son los GRmanos que pueden presumir de los treinta,
pocos los que se agarran a los cuarenta, muchos los que acarrean los cincuenta
y varios los que conviven con los “jubilados” sesenta. Aunque bien mirado,
amigos/as, conviene relativizar las cosas y apreciar los matices, pues en la
vida no todo es… ni blanco ni negro, sino que impera un amplio y genuino
abanico multicolor. Mejor,
entonces, centrarse en lo bueno, que también ha habido, y aparcar los
sinsabores, pues a pesar de todo… ¡cumplir es vivir amigos míos! En definitiva…
¡Más años, sí, pero también más vivencias, más experiencia y
consecuentemente más sabiduría! La vida depende del enfoque que le demos cada
cual, y tal y como afirma un antiguo proverbio… ¡Uno no deja de jugar cuando
envejece, si no que envejece el día en que deja de jugar! Así pues, queridos
míos, yo os invito a seguir jugando. Quizás no a los mimos juegos de entonces,
pero si a otros nuevos o diferentes, acordes a la época y las circunstancias,
que seguro en nada tienen que envidiar a los de antaño.
Para finalizar, y
con vuestro permiso, regresaré efímera y momentáneamente al curioso término ése
de “La Mayoría de edad” que anteriormente mencioné.
Cuando se es niño
sueñas con “ella” como el sediento lo hace con un inagotable manantial. Su
espera transcurre interminable y el goteo de los días, hasta alcanzar la dicha,
acontece con tal parsimoniosa y desesperante lentitud que parece materialmente
imposible vislumbrar el final.
Más adelante, ya
alcanzada la citada madurez, te vistes de largo, y vives y transitas por ella,
desbocado y sin freno, sin percatarte a penas de la grandeza del pasajero
momento, como si éste hubiera de permanecer por siempre imperecedero; hasta que
de improvisto, y sin saber cómo, te percatas de que has emigrado a otro estrato
y te has convertido en adulto. Entonces, encaneces y vuelves a idealizarla como
si fuera una amante a la cual es imposible olvidar.
Pero bueno,
queridos/as GRManos, como probablemente alguno y alguna no entienda a qué tal
anacronismo por parte de éste osado parlanchín, aparcaré mi desmesurada verborrea
a fin de desvelaros un pequeño secreto. Aunque… ¿Quién sabe? ¡Ingenuo de
mí! A lo peor el supuesto secreto no sea tal, pues, seguramente, será de sobra
conocido por la mayoría de todos ustedes!
Por si acaso. Queridos/as…
este año de 2014… GRMANÍA…. alcanza... “LA MAYORÍA DE EDAD”. Sí, sí…
señoras y señores... “SE NOS VISTE DE LARGO”… Qué mejor, entonces, que para
celebrar su glorioso “DECIMOCTAVO ANIVERSARIO”, alcemos nuestras copas y
brindemos por ella… LARGA Y GLORIOSA VIDA A GRAMANÍA!
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Can Caselles,
sábado, 07 de junio de 2014
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GR7: 08ª Etapa (05/04/14)
Santuari de Sta.
Mª de Pinós - Seguers.
Aconteció que esa
madrugada, el cambio de horario, habíamos devuelto a las tinieblas de antaño.
La negra espesura desperezábase entre
los destellos de las farolas, mientras, a cuentagotas, damas y caballeros nos arremolinábamos en la
parada del “carro a motor”, cual lacayos amaestrados.
La plática giraba en
torno a múltiples aconteceres: saludos, conquistas y retiradas, y algún que
otro desvarío, cuando de improvisto, de la boca de maese Don Antonio Gil brotaron
las siguientes palabras: ¡Témome que el arriero del carro a motor habrase
dormido o despistado pues, para la escasez de leguas que debe recorrer en pos
de nuestra búsqueda, muchos son los minutos que de retraso lleva el cenutrio. ¡Bien
sabe Dios que si por su culpa no pateamos el sendero previsto, maldeciré sus
huesos y condenarelo a vagar eternamente por las tinieblas entre las llamas de Lucifer!
Algún que otro noble hallábase
(yo entre ellos) rememorando un episodio no demasiado alejado en el tiempo, en
el cual sucedió que otro despistado arriero dejónos abandonados a nuestra
suerte y fue menester cabalgar en nuestros carros particulares hacia el
Puigsacalm. De inmediato cargámosle el entuerto al hidalgo Rafael. ¿Habráse olvidado el barbudo gañán de
recordar al amo de los carros que hoy nos disponíamos a caminar y a celebrar la
diada de Sant Jordi? Sin embargo, deshízose el entuerto de inmediato, pues el
culpable de la patraña resultó ser única y exclusivamente el botarate
conductor.
Largas horas fueron
necesarias (debido a la escasa pericia del arriero) para arribar al lugar
(Santuari de Pinós) donde iniciábase la
“Justa” que pretendíamos librar, por el vulgo llamada caminata, en pos
de Segurs.
Arrecidas las garras, la
napia y alerones auditivos, desenfundamos nuestras armas (bastones en esta benigna
batalla) y pusímonos en marcha carretera abajo en pos de la meta.
Cuando las huestes
hallábanse a punto de fenecer de inanición, uno de lo más loados e ilustres
caballeros topóse de bruces con un paraje ideal donde acomodar nuestras posaderas, rellenar la
panza y achantar la sed. Aposentadas las
nalgas a la vera de un camino que lindaba con las recién alumbradas mieses, engullimos
nuestras viandas y dimos buena cuenta del caldo de la bota.
Saciado el apetito y
aplacada la sed, dióse la orden de partida y despegamos las nalgas de los
hierbajos. Raudos y veloces, en habiendo despegado nuestras posaderas,
emprendimos la marcha hacia la gloria. Unos cabalgaron a galope tendido, cual
jinetes a lomo de encabritados corceles
desbocados. Otros a ritmo más cansino, propio jamelgos o bestias menos fogosas;
y varios al paso de rucios expertos, a vuelta de todo, maestros en el arte de
tomarse la vida con calma y sabedores de que las prisas son malas consejeras.
Perdímosnos en el camino como costumbre suele ser en la
cuadrilla, más la fatal pérdida condújonos a un Señorial Castillo de nombre
conocido como el de “Boixadors”, el cual, y fiel a la costumbre patria,
hallábase en reformas y con la cancela echada. ¡Lástima que fuera imposible
visitar la majestuosa fortaleza!
Conformarnos tuvimos qué, con las magníficas vistas que del país
ofrecíanos la atalaya.
Cada cual a su aire,
presentámosnos todos en San Pedro Sallavinero
(el cartelón de la estación ferroviaria da fe de la autenticidad de mi
aseveración) a un ahora ciertamente
temprana para finiquitar la jornada.
Entablose, entonces, árdua
discusión entre nobles, caballeros e infantones, sobre si aquella era un hora
propicia para desatar los cordones de nuestras abarcas, desalforjar las bestias
y abandonar la travesía , en Sant Pere,
o mejor jalear nuevamente a nuestros
cuadrúpedos y, pies en polvorosa, cabalgar hasta Seguers, objetivo del torneo.
Tras arduas y acaloradas
discusiones, aunque no fue menester desenfundar
ninguna espada, decidiose que cada cual
faciera lo que en gana le viniera. Pues,
mientras los cuerdos daban por bien
empleada la mañana y consideraban haber arribado a posada decente; otros, los más Quijotescos y belicosos
guerreros, necesitaban fustigar un poquito más sus esqueletos a fin de
reconfortar su descarriada alma y su espíritu
aventurero.
Convinieron, entonces, sus
mercedes, en partir en bulliciosa procesión
en torno a Seguers, para divisar ésta y transitar posteriormente en círculo y retornar así al punto de partida, Sant pere.
Más como la senda mostrábase confusa, algunos jinetes arrojaron el guante,
envainaron la espada y desanduvieron sus pasos regresando por donde habían partido. Otros más valientes y osados descubridores arribaron,
casi, a las puertas de Seguers y, a pesar de la facilidad con la que hubiera
sido conquistada la plaza, pospusieron la invasión para ocasión más propicia y se
encaminaron alegres y victoriosos por desconocida senda al reencuentro de sus
compañeros en el Bar de Sant Pere.
Arribada la hora de la partida, en pos de ágape y la
fiesta, ocurriósele al ingenioso arriero del carro a motor practicar con el
cierre de las cancelas. Para desgracia nuestra, el sesudo zopenco, cargose
el portón del carro. Entonces el
carromato encabritose y negose a ponerse en funcionamiento si no se reparaba tal desaliño.
Facieronse necesarios la fuerza bruta de algunos caballeros, un padrenuestro a
cargo de la doncella Carmen y arrobas de Diosa fortuna para que el desaliñado,
ocasionado por el deslamado, fuese solucionado y poder emprender la huida.
Acampados en el
reservado de una posada en Callús, dimos buena cuenta de todo el yantar lo
hasta allí transportado en nuestros zurrones, y a punto estuvimos de secar el
barril cervecero que la posadera había desprecintado tan pronto percatose de
nuestra cercanía.
En acabándose el
banquete, diose por concluida la “Justa” sin que la sangre llegara al río y sin
vencedores ni vencidos. Finiquitamos el glorioso
evento, con lecturas diversas sobre la efemérides y nos deleitamos con la una
magnífica representación teatral a cargo de nuestros insuperables juglares: la
dama Doña María y el Caballero Don Pedro.
Sant Jordi 2014: “Les Roses de GRManía”.
Sembla que
fos ahir quan celebràvem a Palau d'Anglesola la diada de Sant Jordi 2013.
Gairebé un any ha transcorregut des de llavors, quan els veterans cavallers i
princeses GRManes ens lliuraven les memòries de GRManía en forma de llibre.
Meravellosa i genuïna recopilació d'esdeveniments, d’imatges, cròniques,
poemes, anècdotes i curiositats que conformen la identitat única d’aquesta
colla de "bojos" caminants: divertida, alegre, heterogènia, culta,
respectuosa, tolerant i inigualable com cap altre. Llarga vida a GRmanía!
Un altre any
per anar omplint la motxilla de la vida; un munt més d'enriquidores
experiències compartides, moments inoblidables, i... malauradament... també
algunes penes. Vivències per afegir al prolífic i enriquidor transitar GRMano.
Vida en definitiva, doncs la vida no és sinó un esdevenir de fets i situacions,
encerts i errades, somnis i realitats en pos de la realització personal, per
alguns anomenada també felicitat. Particularment, jo sóc d'aquells que creuen
que la felicitat no emana de l’absència de problemes, dificultats, entrebancs o
obstacles al camí, sinó de la manera cóm les vivim, acceptem, i sobre tot, cóm
les superem; depenent, doncs, de l'assimilació que d'aquests fets i
esdeveniments en fem cadascun, el nostre caminar en pos de la felicitat serà
més o menys transitable.
Ja tenim aquí
un altre cop la Diada de Sant Jordi per commemorar la mort d'aquest
Sant, el 23 d'abril de l'any 303. Quants dracs, cavallers, princeses i roses hauran caigut pansits des d’aquell 1436, en el qual, a petició de
les Corts Catalanes, es va proposar
convertir aquesta data en festa de precepte, tot i que no va ser efectiva fins
el 1456. A la popularitat del sant hi van contribuir els monarques Pere
el Catòlic, Jaume I el Conqueridor i Pere el Cerimoniós.
Per aquells desmemoriats, us recordo què ...
tradicionalment i des del segle XV, a Catalunya la diada de Sant Jordi és el
dia dels ENAMORATS, per tant, ja no tindreu excusa si en arribar el citat dia
el vostre estimat o estimada no rep el que li pertoca (llibre o rosa).
Tot i ser tradicional, la popularització del fet de regalar roses va
caure en desús durant una llarga època, fins que es va restablir activament el
1914, gràcies a l'impuls de la Mancomunitat de Catalunya presidida per Enric
Prat de la Riba (1914-1917).
A partir del segle XX es va celebrar l'altra festa que avui dia s'associa
amb el patró de Catalunya, el Dia del Llibre. Va ser, però, l'escriptor i
editor valencià Vicent Clavel i Andrés, aleshores establert a Barcelona i
director de l'Editorial Cervantes, qui va proposar a la Cámara Oficial del
Libro de Barcelona i al Gremio de Editores y Libreros celebrar una festa per
promoure i difondre el llibre a Catalunya. El dia escollit va ser el 7
d'octubre de 1927.
El 1929, en plena Exposició Internacional de Barcelona, els llibreters van
sortir al carrer i la iniciativa va tenir tant èxit que es va decidir canviar
la data. El nou Dia del Llibre seria, doncs, el 23 d'abril, una data primaveral
i que, a més, coincidia amb l'enterrament de Miguel de Cervantes i de la mort
del dramaturg William Shakespeare el 1616. A més, Josep Pla, el 1981, també
moriria en la mateixa data. La festa des d'un bon principi va contribuir
decisivament a donar un fort impuls a la producció i comercialització del llibre
en català i no es va aturar ni tan sols durant la guerra civil espanyola.
El 15 de novembre de 1995, la Conferència General de la UNESCO va decretar
el 23 d'abril com a Dia Internacional del Llibre i del Dret d'Autor.
Avui doncs, aprofitaré, la meva agosarada inconsciència d'escrivà de
"pacotilla", intentant no embrutar la memòria dels genis de les
lletres, per lloar el paper inigualable de les precioses flors que embelleixen
el Jardí de GRManía. Sí estimades... totes vosaltres! “les nostres roses”: les
roses de nom, les de cabell, les de mirada, les rosses d’esperit, les
compressives, les solidàries, les del bon humor, les de l’amistat... totes
sense excepció, doncs sou vosaltres, noies, l’alegria de la "huerta"!
Sense vosaltres, res no seria igual...l'hort mai floriria!
Sí...ja sé que sovint, aquest quixotesc "plumilla", us
manté a l’anonimat a les seves cròniques, quan no a l’oblit, però creieu-me si
us dic que no és aquesta la meva intenció, ni tinc cap mena d’interès en amagar
les vostres joioses aventures, no! Simplement es degut a que desconec el que
succeeix dins el grup en el qual transiteu la majoria de vosaltres durant les
etapes. Així doncs, perdoneu la meva ignorància, disculpeu la meva parcialitat
i deixeu-me convertir, momentàniament, en un imaginari drac BO, per
regalar-vos, en nom de GRMania, la més delicada FLOR multicolor nascuda de
l'admiració, reconeixement, gratitud i respecte.
Si com diuen alguns savis, darrera d’un gran home sempre hi ha una gran
dona, darrera, o davant...ves a saber, d’aquesta gran colla sempre ha hagut i
hi haurà un gran grup de dones. Va per totes vosaltres PRINCESES!
Per l'Antonia, l'Angels, Mª Angels, Anna, Aurelia, Blanca, Cati, Carme,
Chary, Charo, Dolors, Fàtima, les dues Fines, Isabel, Itziar, Jackie, les tres
Maries, Maribel, Montse, Nuria, Paquita, el trio de Roses, Rosario, Roser,
Sonsoles, Tessa,Teresa i ... com no.. per la meva dona, la Isabel, que CARREGA
cada dia mi i les meves espines. Una Santa com diu la Maribel!
Avui, però, em permetreu la llibertat de fer una menció especial a una de
les nostres veteranes i sempre estimades flors GRManíaques. Diversos motius
m'aconsellen tal llicència:
El primer lloc per agrair-li la seva constant i assídua participació
en les rutes i sortides de GRManía, doncs ella ha de matinar bastant més que
molts nosaltres per poder arribar amb puntualitat a la sortida. En segon lloc
per la seva inestimable i desinteressada col·laboració en molts dels actes que
s'organitzen dins el grup i, en el cas concret d'avui, per les gestions
relacionades amb l'adquisició del llibre amb el qual serem (o això espero)
obsequiats d'aquí un estona. I en tercer lloc per tal de fer-li saber (si és
que no ho sap ja) que tots i totes nosaltres som al seu costat en aquest
moments durs de la vida, i que pot comptar amb el nostre recolzament ...oi que
si companys/es? quan ho necessiti. Gràcies Ana Mª en nom de tot GRManía.
De totes maneres, m'encantaria que entre "tanta princesa"...
sorgís alguna atrevida bruixa...VALENTA, TAFANERA o CURIOSA. (com vulgueu), que
fes un pas endavant i, de tant en tant, se n'anés de la llengua una miqueta.
Que d'amagat, em fes cinc cèntims de qualsevol tipus d’informació privilegiada
i d'allò que succeeix al vostre entorn, a les etapes. I així poder “despotricar”,
convenientment i amb coneixement de causa, de les aventures i desventures de
totes vosaltres, faltaria més!. Val a dir, però, que "INTENTARÉ" ser
una tomba i procuraré no desvetllar les fonts d'informació, i fins i tot us puc
"QUASI" assegurar que de la meva boca no sortirà el nom de la ingrata
"delatora": sempre i quan, això sí, em suborni com Déu mana,
tot sigui dit!
En nom del Sant Jordi de
GRManía, la més preuada rosa per a totes vosaltres, PRINCESES!
Blog de GRManía: http://grmaniaweb.blogspot.com.es/
Bar STOP. Callús.
Callús, sábado, 05
de abril de 2014
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GR7: 07ª Etapa (08/03/14)
Solsona - Santuari de Sta. Mª de Pinós.
Así me gusta! ¡Todos/as a tiempo y sin esperas! Por
fin los gallos han cantado en todas nuestras casas, a su hora, nos han
espabilado convenientemente y el autocar ha podido tomar rumbo a su destino,
repleto y jubiloso, con puntualidad.
Idílico hubiera sido todo de no ser por la desconsideración de Aurelia que, al dar rienda suelta a su querido, nos ha condenado a los demás caos absoluto. Éste, Rafael, sin nadie que dirigiera sus pasos, ha confundido el lado del autocar, se ha sentado donde la ha dado la gana, y al apropiarse de una plaza que jamás fue suya, ha propiciado una cadena de hurtos y desplazamientos de asiento que ha arrastrado a los demás al precipicio ¡Por Dios Aurelia, jamás vuelvas a dejarlo solo! ¡Pobre... ya no está en condiciones de pensar por sí mismo!
La jornada de hoy desprende un cierto aroma a ejercicios espirituales, pues partimos de la Sede Episcopal de Egara, con destino al Bisbat de Solosona (¡cuántas paradas allí en tan pocos días! ¿No será que alguien tiene algún interés oculto en el lugar? Visitaremos, a mitad del recorrido, el Santuari del Miracle y finalizaremos en otro Santuari, el de Sta. Mª de Pinós. Un agnóstico recalcitrante como yo, no deja de pensar en lo místico de la etapa de hoy. Aunque a lo mejor, todo se deba a que los verdaderos creyentes han elevado una plegaria al altísimo, por las pecadoras almas de algunos descarriados, y él las ha tenido en consideración accediendo a sus súplicas.
Idílico hubiera sido todo de no ser por la desconsideración de Aurelia que, al dar rienda suelta a su querido, nos ha condenado a los demás caos absoluto. Éste, Rafael, sin nadie que dirigiera sus pasos, ha confundido el lado del autocar, se ha sentado donde la ha dado la gana, y al apropiarse de una plaza que jamás fue suya, ha propiciado una cadena de hurtos y desplazamientos de asiento que ha arrastrado a los demás al precipicio ¡Por Dios Aurelia, jamás vuelvas a dejarlo solo! ¡Pobre... ya no está en condiciones de pensar por sí mismo!
La jornada de hoy desprende un cierto aroma a ejercicios espirituales, pues partimos de la Sede Episcopal de Egara, con destino al Bisbat de Solosona (¡cuántas paradas allí en tan pocos días! ¿No será que alguien tiene algún interés oculto en el lugar? Visitaremos, a mitad del recorrido, el Santuari del Miracle y finalizaremos en otro Santuari, el de Sta. Mª de Pinós. Un agnóstico recalcitrante como yo, no deja de pensar en lo místico de la etapa de hoy. Aunque a lo mejor, todo se deba a que los verdaderos creyentes han elevado una plegaria al altísimo, por las pecadoras almas de algunos descarriados, y él las ha tenido en consideración accediendo a sus súplicas.
Abandonamos Terrassa con el alba despuntando por el
horizonte. ¡Cómo se aprecia ya el avance de la estación y las horas de sol! En
cuatro días nos veremos obligados a proceder al cambio de horario. Cambio que
en mi opinión (no sé si coincidirá con la vuestra) apenas sirve para algo más
que para tocarme... ¡perdón! jojoooo... robarme los biorritmos durante unas
jornadas.
Mientras ascendemos por la autovía de la Bauma (con
una temperatura ciertamente benigna) se observan los cambios en la flora cuyos
efectos alumbran el despertar de la primavera. Sin embargo, apenas traspasamos
el citado túnel, de inmediato, detectamos un drástico cambio de las condiciones
ambientales: Un acusado descenso del termómetro, una niebla no demasiado densa,
pero si lo suficiente como para entelar el horizonte con su tul grisáceo, y lo
que aparenta ser una helada considerable que encanece el paisaje, adormeciendo
prados, bosques y sembrados.
En las entrañas del Bages, el vaho que animales y
gentes del lugar exhalan en sus espiraciones, nos confirma que la noche ha sido
fresquita y que el manto blanco, que cubre y congela el paisaje, no es una
ilusión óptica de los "asfalteros” Terrassenses.
Al vaivén de nuestra desvencijada tartana, avanzamos
lentamente por entre las curvas de la sinuosa carretera comarcal, para
adentramos en territorio minero.
Sobrepasamos Suria, remontamos el río Cardener y bordeamos la hipertensa (por aquello de la sal), Cardona, maravillados por el precioso Castillo que, altivo y majestuoso, desde lo alto del cerro, protege a los habitantes del lugar.
Sobrepasamos Suria, remontamos el río Cardener y bordeamos la hipertensa (por aquello de la sal), Cardona, maravillados por el precioso Castillo que, altivo y majestuoso, desde lo alto del cerro, protege a los habitantes del lugar.
Al adentrarnos en el Solsonés, aparecen en la
lejanía, en primer término, las cumbres nevadas del Port del Compte y la Serra
del Cadí, y más al fondo las virginales crestas blanquecinas que sepultan
longitudinalmente los Pirineos de Éste a Oeste ¡Ocio placentero para los
amantes de los deportes de invierno, volumen líquido para los pantanos y “oro”
imprescindible para los seres vivos: animales, vegetales i pixa-pins urbanos!
En la estación de autobuses de Solsona abandonamos
el autocar, dejamos acomodados a nuestros acompañantes del grupo B y
emprendemos la marcha bordeando el pueblo ¡Con la fácil que hubiera sido tirar
recto por el centro!
Un servidor decide hacer algo de limpieza en su GPs,
con tal pericia que se carga todos los datos del citado instrumento, dejándolo
absolutamente inutilizable para el resto se la jornada. ¡A eso se le llama
dominio y saber hacer! ¡Menudo crak!
En vista de que la etapa no presenta grandes
dificultades orográficas, decidimos poner algo de nuestra parte y perdernos
¿Raro, verdad? Así, de buena mañana, tomamos un rumbo totalmente equivocado, en
dirección noreste, y le regalamos a nuestras piernas unos cuantos Kms de
propina. ¡De no ser por la insistencia de Pitu y Josep, hubiéramos acabado ascendiendo
la tartera del Pedraforca en lugar de ascender al Santuario de Pinós! ¡Gracias
amigos! Yo nunca dudé de vosotros.
La mañana, fresquita pero soleada, va calentando
poco a poco el ambiente y los cuerpos GRManos. Al compás de anécdotas,
actualidad y chistes, transitamos a buen ritmo, en hileras desgajadas, por
caminos bordeados de sembrados, masías, bosque, matorrales, algún que otro
animal y un olorcillo a granja escasamente embriagador.
En las proximidades del lugar escogido para el
desayuno, mi estómago empieza a reclamar atención. Le comento a Maribel, que
transita a mi lado intercambiando pareceres, mis deseos de llenar el buche y
saciar el apetito lo antes posible ¡Qué hambre!... Pero… ¡Pobre de mí! ¡Necio
decadente! No soy consciente de que, en mi afán por aligerar la mochila de peso
innecesario, he cometido el imperdonable error de dejarme el desayuno en el
autocar.
Llegamos a Brics y tras localizar el aposento
elegido para proceder a reponer fuerzas, al hurgar en mi mochila, me percato de
mi error. Es entonces cuando descubro quienes son mis verdaderos amigos/as y
quienes solo lo aparentan. A mi gesto de incredulidad y desconcierto (mi
desayuno reposa en el autocar), le suceden generosas y múltiples ofertas de los
“verdaderos” amigos y amigas. Ellos y ellas (Paco Troya, Fidel, José “Castel”,
Maribel, Cati, Ana… perdón si me olvido algún/a) de inmediato ponen a mi
disposición gigantescos trozos de sus exquisitos manjares para compartir y
saciar al hambriento. ¡Gracias amigos, que Dios os lo pague que tiene buena
bolsa! Sin embargo, “otros” que yo creía leales y fieles “amigos” (Antonio,
Paco Ortega, Chari, Carmen, Rosa y varios más... ) disimuladamente se dan la
vuelta, se alejan de mi vera y hacen ver que no se han enterado o que la cosa
no va con ellos ¡Ja…ja…ja…! Uno olvida pero no perdona (Sí, Sí… lo digo bien
¡Olvida pero no perdona! Y… ¡No al revés como dice la costumbre, Nooo! Pienso
vengarme eternamente de todos vosotros, en mis crónicas, por tan ruin,
insolidario y miserable comportamiento. A no ser que reparéis de inmediato la
afrenta ¡Arrieros somos! Je, je.
Me desconcierta, igualmente, el extraño proceder de
Josep Ferrer, que mansamente se acomoda a mi vera con el plátano en la mano
(Plátano canario, me refiero) ¡Limpiad vuestra sucia mente mal pensados/as! Y
me suelta a bocajarro: ¡Toma, cómetelo! Tras una leve pausa de asombro, dudas e
indignación, le traspaso con mi furibunda mirada y lógicamente declino su
oferta por muy generosa que parezca. ¡Más vale prevenir!
Me ofende, igualmente, el descaro y la bajeza moral
de Paco Ortega y Antonio Gil, que encima de no ofrecerme ni una sola migaja de
sus suculentos bocadillos, se zampan a dos carrillos mis galletas con una
desvergüenza impropia de gentes de bien.
A medida que transcurre la etapa se viene abajo otro
de los mitos de GRManaía. José Antonio, ése que cuando dirige al grupo
delantero parece ser un maestro en el arte de localizar parajes bucólicos,
donde descansar, y Bares sin igual, donde abrevar, ha sido incapaz de mostrar
ninguna de sus supuestas dotes. Destapado queda aquí su farsante engaño y en
cambio descubrimos en él a un ser tibio, apocado, sin olfato para la búsqueda y
carente de las más mínima cualidad de liderazgo. Para terminar de cavar su
tumba, el “sanamentes” se ha presentado en el autocar, sin permiso, con un
amigo cuyas cualidades fiscas y morales son del todo incompatibles con el grupo
¡Ya os hablaré de él al final!
A las puertas del Santuari del Miracle procedemos a
la reagrupación, pues Jaume se nos ha quedado algo rezagadillo. Tras unos
minutos de distendida espera aparece el Sr. Valls, tan pancho y relajado,
precediendo a Evaristo, al cual creíamos por delante.
Acto seguido realizamos una corta y agradable visita
al Santuari del Miracle (templo religioso dedicado
a la Virgen del Milagro, situado en el lado de poniente del municipio de Riner, en el Solsonés. Fue erigido en
el lugar donde la tradición sitúa la aparición de la Virgen a los pastores del
Mas de la Cirosa, datando la primera constancia documental de este santuario
del año 1458. El conjunto está formado
por una Iglesia inacabada, una
capilla, un monasterio benedictino y diversos lugares de acogida: Celdas, Casa
de Espiritualidad y servicios turísticos.)
El interior del monasterio lo preside la imagen de
la Virgen que da nombre al lugar, anclada en un gigantesco altar mayor cromado.
Algunos intrépidos ascendemos a la parte trasera del mismo para: venerar a la
Virgen, contemplar su esfinge o bendecir las almas de otros fieles, desde lo
alto, como hace el osado Fidel. Debo reconocer que, pese a mi agnosticismo, los
monumentos religiosos me atraen y siempre me complace su visión, tanto por sus
construcciones, como por el encanto místico que desprenden.
Concluida la visita reemprendemos la marcha. Al
poco, en medio del bosque, aparece ante nuestros ojos un precioso lago el cual
sirve de excusa para plasmar el instante en una bella imagen pictórica. Unos Km
más adelante, nos topamos con “La Carral”. Famosa casa de Colonias que en
nuestra juventud, varios de nosotros, tuvimos el placer de disfrutar y hacer
disfrutar a nuestros vástagos. ¡Qué jóvenes éramos hace 28 años, verdad Josep!
¡Qué lento corre el tiempo en la infancia y cómo vuela ahora!
A la salida del bosque, en un alto, emerge ante
nuestros ojos, en la lejanía, el Santuari de Pinós. Aceleramos el paso en pos de
nuestro objetivo, el cual se halla a unos pocos Kms de distancia. El trayecto
final transcurre por entre las curvas de una tortuosa carretera asfaltada, en
constante ascenso, el cual afrontamos bajo un tórrido calor.
Por sorpresa y de
improvisto, tras una curva, aparece nuestro autocar enfilando la subida en
dirección al punto de recogida. Nos adelanta a la par que recibimos el saludo
de nuestro amable conductor. Unos metros más adelante se detiene, a un lado de
la carretera, para comentar algo con un GRMano. Entonces se oye el bocinazo
proveniente de un lujoso automóvil, conducido por un chulesco y lenguaraz
individuo, que al parecer tiene excesiva prisa. A causa de los improperios y la
impertinencia del citado personaje se entabla una leve discusión entre los
conductores. Viendo el cariz que toman los acontecimientos, interviene Evaristo
y pone al maduro energúmeno en su lugar.
Finalmente no solo hemos partido con inusual
puntualidad ¡como casi nunca! Nos hemos perdido ¡como casi siempre! El grupo se
ha desgajado ¡como de costumbre! Nos hemos desentendido de los rezagados ¡como
Dios manda!... Sino que, además, hemos conseguido llegar a la meta, todos, sin
excesivo retardo y sin contratiempos que lamentar. ¡No será un milagro…
pero se asemeja bastante a él!
Reunidos todos al amparo de una cruz de granito
levantada a las afueras del Santuari de Santa María de Pinós (centro de devoción comarcal que se alza en las
laderas septentrionales de la misma sierra , a 904 m de altitud, dominando una
magnífica panorámica que llega de los Pirineos, a Collsacabra y el Montseny. La
iglesia, sólida construcción edificada en varias etapas (el dintel de la
portada es del 1642), conservó hasta la destrucción de 1936 un magnífico altar
barroco. Cerca de él hay una gran construcción señorial y el hostal. A pesar de
la tradición de virgen encuentro, según reporte de José Godayol, archivero de los hospitalarios (1808), el
santuario fue edificado por los templarios en 1312 y muy pronto pasó a los
hospitalarios), los
fotógrafos inmortalizan el momento con móviles y cámaras varias.
Poco después partimos, acompañados de dos devotos y
gorrones viajeros, hacia el Bar Stop de Callús. Allí, gracias a Ana, comemos y
saciamos nuestra sed cervecera.
Para variar, hoy también hay recaudación de impuestos, en concreto los relacionados con la peregrinación de Semana Santa. A este paso tendemos que solicitar una hipoteca para saciar las ansias recaudatorias de ciertos personajes. ¡Cuánto judío!
Para variar, hoy también hay recaudación de impuestos, en concreto los relacionados con la peregrinación de Semana Santa. A este paso tendemos que solicitar una hipoteca para saciar las ansias recaudatorias de ciertos personajes. ¡Cuánto judío!
Con cierto retraso, por lo tardío de la comida,
emprendemos el regreso a la urbe.
En la parada de la Avda. Ángel Sallent, recién descendidos los GRManos de turno, una de nuestras solteras solicita información sobre el novato caminante, Xavier, el amigo de José Antonio. Al parecer su presencia ha causado cierto alboroto entre algunas féminas. Éstas, ingenuamente, han apreciado en el individuo ciertas cualidades que nosotros, los hombres de la retaguardia, sabemos, a ciencia cierta y claridad meridiana, que nada tienen que ver con la realidad. ¡Pura fachada, todo!
En la parada de la Avda. Ángel Sallent, recién descendidos los GRManos de turno, una de nuestras solteras solicita información sobre el novato caminante, Xavier, el amigo de José Antonio. Al parecer su presencia ha causado cierto alboroto entre algunas féminas. Éstas, ingenuamente, han apreciado en el individuo ciertas cualidades que nosotros, los hombres de la retaguardia, sabemos, a ciencia cierta y claridad meridiana, que nada tienen que ver con la realidad. ¡Pura fachada, todo!
Observándolo con detenimiento, los expertos varones
de atrás, detectamos en él: una moralidad altamente peligrosa, poca gracia para
los chistes, deficiente porte físico, nula preparación para el ejercicio,
escasa estatura, incipiente barriguita cervecera y otros incontables defectos
que no vienen al caso. En definitiva amigas... ¡Nada comparable a nuestras
múltiples y excepcionales virtudes! ¡No perdáis más el tiempo! ¿Acaso no
cumplimos los veteranos vuestras expectativas?
Blog de GRMania: http://grmaniaweb.blogspot.com.es/
Blog de GRMania: http://grmaniaweb.blogspot.com.es/
Fotos Josep Ferrer:
Bar STOP. Callús.
Callús, Sábado, 8 de marzo de
2014.
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GR7: 06ª Etapa (08/02/14)
Hostal del Pla - Solsona.
¡Jolín
que gentío! ¡Ni que hubiera comilona! Y “suerte” que algunos de los asiduos/as
(Nuria, Cati, Maribel, María, Antonia, Fina, Joan Lluis, Jordi…y que me perdonen los obviados, pues mi
neurona ya no da para más) han desertado y se han quedado al amparo de las
sábanas, que si no… ¡no cabríamos en el autocar! A este paso los del furgón de
cola deberemos que renunciar a la “sana” costumbre de disponer de dos plazas
para cada uno de nosotros y compartir asiento y apreturas con los demás
viajeros. ¡Que injusticia!
Sea
porque... hay hambre caminero, porque... se presentó la etapa como una bajada a
la gloria, porque... hoy madrugamos menos, o... simplemente porque... SÍ; el caso es que el grupo presenta
un maravilloso y concurrido aspecto. Un poco más y colgamos el cartel de ...
¡AGOTADOS LOS BILLETES PARA LA FUNCIÓN DE HOY!
Tras
abandonar puntualmente la Sede
Episcopal de Egara por la autovía
de la Bauma (tal y como se
está poniendo el tema eclesiástico con los “fundamentalistas señores” que nos
desgobiernan, habrá que estar a bien con el clero), nos dirigimos a recoger
a los “Vacariseños”. Al llegar al punto que creíamos de encuentro, nos
percatamos de que los lugareños aún no han dado señales de vida. El gallinero
se alborota y algunos desinformados nos preguntamos: ¿Se habrán olvidado de que
hoy es sábado? ¿Tal vez se les pegaron las sábanas o no madrugaron lo
suficiente? ¿Quizás no calcularon bien el tiempo necesario para atalantar al ganado y proceder al
ordeño de las vacas que dan nombre al lugar? Sea como fuere, los gallos hace
rato que cantaron y ellos aun no han hecho acto de presencia, o sea que… a esperar, mientras por lo
“bajini”… les maldecimos los huesos.
Sin embargo la realidad de lo ocurrido nada tiene que ver con la ficción con
que este desinformado cronista pretende embaucarles a ustedes, pues los
Vacariseños sí se hallaban en el lugar acordado para el encuentro, con bastante
antelación incluso al horario previsto, y fue la descoordinación GRMana y el
cambio de conductor (que pasó del largo por el punto acordado de recogida), los
causantes del embrollo.¡ Al César lo que es del César y a Dios lo que es de
Dios!
Al
son de los ronquidos, un precioso amanecer nos da la bienvenida y va
descubriendo a nuestro paso los deliciosos encantos de la Catalunya central:
Majestuosas “Masías” solitarias rodeadas de bosques y praderas, ganado
desperezándose de la noche pasada al abrigo de las estrellas, campos de
sembrados que, desafiando al frío invernal, pintan el terreno con los primeros brotes verdes
de la temporada, y … al fondo… la sierra del Port del Compte, moteada de blanco
por las últimas y copiosas nevadas de los días pasados. Pero… como todo no
podía ser gloria y siempre hay un “pero”... por la estrecha carretera,
normalmente solitaria, berrean enloquecidos en persecución desbocada, multitud
de vehículos encabritados, repletos de ávidos esquiadores en pos de los
placeres de la nieve.
Partimos
del Hostal del Cap del Pla, donde suponemos se come bien, y digo suponemos,
pues en la etapa anterior casi no nos permitieron pisar en su interior y a
duras penas olisquear, efímeramente, sus aparentemente apetitosos manjares. Algún veterano,
asiduo cliente del lugar, afirma que vale la pena detenerse allí, de vez en cuando, a reponer fuerzas y a
descansar. En la explanada anexa al hostal, que hace las veces de aparcamiento
al aire libre, fumando, frotándose las manos y charlando amistosamente, se
concentra una nutrida partida de cazadores de jabalí. Tras un leve intercambio
de pareceres, nos despiden entre sonrisas y nos aconsejan no interponernos en
su camino, vaya a ser que nos confundan con los salvajes porcinos que arrasan
los sembrados.
Extrañamente
compactos, iniciamos la etapa dando
bandazos de un lado al otro de la carretera cual borrachos inconscientes. El
continuo trasiego de vehículos llenos de “gentes de las nieves” desaconsejarían
nuestro irresponsable proceder,
pero nosotros, amantes insensatos del riesgo y la aventura, hacemos oídos
sordos a la prudencia y jugamos con el peligro como el niño imprudente juega
con el fuego. Afortunadamente, el trazado por la carretera es corto y
rápidamente nos ponemos a salvo de los peligros automovilísticos,
acomodando nuestro deambular al amparo de una senda paralela a la
calzada.
Tras
abandonar el asfalto hacemos un breve
rodeo en el camino (a causa de un vallado que interrumpe el paso) y recibimos la noticia del mareo
de Angelines, en el grupo trasero. Alguien propone una pausa para reagrupar al
personal y esperar a la enferma, sin embargo, en ninguno de nosotros parece calar lo de
la pausa y al momento nos olvidamos de la damnificada y seguimos a nuestra
bola. ¡Viva la solidaridad!
La
espléndida y fresquita mañana, que nos había dado la bienvenida en la explanada
del Hostal del Cap del Pla, poco a poco va empeorando y negros nubarrones
aparecen por el oeste amenazando nuestro futuro inmediato.
Abrigaditos,
recorremos la pista forestal oteando las proximidades del lugar en búsqueda de
algún paraje propicio para desayunar. Pero el track, que debería ser nuestro
guía y timón, no hace sino
todo lo contrario a nuestros intereses y nos despista en más de una
ocasión llevándonos por el mal camino. Ya sea fruto del citado Track
(posiblemente bicicletero), del palique al que algunos nos abandonamos, o del
despiste de rigor, el caso es que nos vemos obligados a desandar un trozo del
trayecto recorrido, a fin de evitar adentrarnos de nuevo en el asfalto y
así recuperar la senda perdida.
Descendemos
por un amplio camino y de improvisto, a la salida de una pronunciada curva,
de entre el arbolado,
en un claro del bosque, divisamos a nuestra derecha, en las alturas que dominan
la vaguada, los emergentes restos de lo que antaño fuera un esplendoroso
Castillo Fortaleza. Hoy ruinas desvencijadas, añorantes de un pasado de vino y
rosas. Contrastando con la sobriedad de los pedruscos de la atalaya, al otro
lado, hacia abajo, en la hondonada, repartidas en diferentes bancales y al
abrigo de las inclemencias climatológicas, se desperezan tranquila y mansamente
unas cuantas vacas y sus crías. Pacientemente aguardan a que escampe el
temporal y suponemos, desean, que
por el horizonte aparezcan los
benefactores rayos solares que calienten sus entumecidos huesos tras otra noche
más pasada a la intemperie.
Con
el estómago reclamando nuestra atención, algún avispado localiza una roca plana
en la linde del camino y sin dudarlo nos acomodamos de inmediato en ella para
reponer fuerzas… ¡Más allí no estamos todos! pues los del grupo delantero han
continuado la marcha unos cientos de metros más y se hallan cobijados al amparo
de una nave en compañía de varios
aperos de labranza y un buen montón de serrín ¿Será aquí dónde vienen a
rellenar el cerebro nuestros banqueros, políticos, gobernantes y gentuzas
varias?
Desayunamos
acompañados de ligeras gotas de lluvia que no impiden el correr de la bota de
vino ni nuestro avituallamiento, pero
si nos obligan a rescatar de las mochilas los chubasqueros y algún que otro
paraguas. Destaca, de
entre los múltiples y variados atuendos antediluvianos el llamativo
paraguas ROSA de Fidel, el cual convierte a su amo, "ipso facto". en
el blanco de nuestras chanzas y burlas, y hace dudar a los más “machotes” de la
supuesta hombría del portador. ¡Mallas ajustadas y paraguas rosa!?
¡Ui..ui...ui...!
Concluido
el tentempié reanudamos la marcha mientras la arrecia la lluvia. Alcanzamos el
cobertizo de los “refugiados” y
nos guarecemos en él para localizar nuestros protectores acuáticos y vestimenta de peregrinos encapuchados. Entre los citados protectores de
la “FINA”… lluvia (entiéndase por fina lo referente al agua, pues ninguna de
las otras Finas GRManas ha venido a la etapa) cabe resaltar el aparatoso y
gigantesco paraguas Palentino de Don Hervás, que el susodicho se agenció en la
pasada Semana Santa, allá por tierras castellanas. Al parecer, el amigo Pepe
quiso ser fiel al refranero Mesetario y
decidió tirar por lo sano… ¡Ande o no ande siempre burro grande! Tal vez desconociendo aquel otro
refrán que dice: ¡Al que compra paraguas cuando llueve, valiendo sólo seis le
cobrarán nueve! … ¡o NO…, vaya usted a saber con los Chinos!
Poco
a poco la lluvia va amainando y van desaparecen los disfraces que protegían y
camuflaban nuestros cuerpos. Pero como la digestión de los chorizos, engullidos
anteriormente, ha ralentizado el caminar, el grupo se estira como un chicle en
manos de un niño juguetón y nos vemos obligados a una nueva parada que
reagrupar al personal.
Con
el río Cardener a nuestra izquierda, reemprendemos la marcha y descendemos en
pos del punto final de la etapa para los del grupo B: El Cementerio Modernista
de Olius.
(El
cumplimiento, muy tardío, de las disposiciones gubernamentales dictadas por
Carlos III -que obligaban a la eliminación de los antiguos cementerios
parroquiales-, dio origen al Cementerio Modernista de Olius. Éste se encargó en
el año 1915 al arquitecto diocesano de Solsona - diócesis a la que pertenece el
municipio de Olius - Bernardí Martorell i Puig, hombre de confianza del
entonces obispo de Solsona - más tarde nombrado Cardenal Francesc d'Assis
Vidal i Barraquer Bernardí Martorell i Puig, discípulo de Gaudí -
que influye fuertemente en su estilo -, fue un arquitecto modernista tardío, en
el que este estilo iba siendo sustituido por el Novecentismo.
El
cementerio ocupa un espacio de rocas caídas, rodeadas de encinas, en que
prácticamente no se ha alterado el entorno natural. Se combinan, pues, un
símbolo de la muerte, las rocas caídas y un símbolo de la vida, las encinas
siempre verdes. Estos elementos - muerte y vida - siempre están simbólicamente
presentes en un cementerio cristiano. La entrada está formada por un arco
parabólico típicamente gaudiniano, de una gran sencillez y elegancia, que
encontramos al subir por una amplía escalinata de piedra rústica. Esta puerta,
no es la abertura de una valla de piedra, como es habitual en todos los
cementerios catalanes, sino que es un elemento edificado entre dos enormes
piedras, que con otros elementos naturales sirven de cierre al recinto. En
el interior aparece un espacio relativamente ancho de planta irregular,
adaptada al terreno, dónde las tumbas y los panteones en buena parte excavados
en las rocas, siguen el sentido ascendente de la montaña. Sobresale un
esbelto acopio de pequeñas piedras en forma cónica que culmina en una típica
cruz gaudiniana de cuatro ramas - siendo el punto más alto del cementerio -. Al
pie de esta construcción encontramos la tumba de los rectores de Olius, de muy
sencilla factura con una estrella circular de un diámetro aproximadamente de un
metro en que figura siguiendo el círculo la declinación en latín de la palabra
"Muerte". Por todo el recinto encontramos panteones cortados en
la roca, pero también sencillas cruces de hierro forjado y en todas ellas el
nombre de las personas enterradas y la fecha de su muerte como únicas
inscripciones. El mausoleo más importante es una sencilla capilla construida de
piedra rústica a la derecha de la entrada del cementerio. El cementerio
de Olius integrado en la naturaleza y el paisaje del entorno, es un modelo de
imaginación, expresividad, libertad, fantasía y una expresión funeraria del
arte Modernista popular única en Cataluña y el mundo.)
Acabada
la visita de rigor al monumento artístico-funerario nos despedimos de nuestros
compañeros de fatigas y sin orden ni concierto, “campi qui pugui”, ponemos pies
en polvorosa hacia Solsona, la cual dista apenas unos 5 Km. En apenas una hora recorremos el embarrado
trayecto saltando charcos, uno aquí otro allá, hasta llegar a las puertas de la
capital del Solsonés. Un grupillo de desorientados peregrinos necesitamos
recabar cierta información de los lugareños para orientarnos y dirigirnos al
lugar de reunión. Procesada la misma, nos adentramos por las callejuelas del
centro histórico de la antigua Sede Episcopal, a fin de localizar el Casal
donde ya nos esperan nuestros compañeros a mesa puesta. Previamente me dirijo
al autocar a recoger mis vituallas en compañía de Carmen, la cual no dice ni mu
en referencia a lo que ella ha ido a buscar. ¿Qué secreto esconde su bolsa?
La
comida transcurre en plena armonía entre bromas, sonrisas y chascarrillos
varios. De improvisto, aparecen por doquier varias cajas de deliciosos bombones
para conmemorar el cumpleaños de nuestra querida Carmen. ¡Desvelado queda el
motivo de su viaje al autocar hace un rato! ¡Gracias y Muchas Felicidades,
amiga! ¡Que usted cumpla muchos más y nosotros que lo veamos!, o … como decía
mi abuelo ¡Muchas veces!
Hoy,
para no perder la repetida costumbre de las últimas fechas (lumineta y lotería)
la mayoría debemos pasar por caja doblemente: Una, para abonar los gastos de la
romería y, otra, para adelantar fondos para la reserva del camino de
Santiago de la próxima Semana Santa. Rafael, papel en mano, recoge los caudales
y anota nuestra opinión sobre el
medio de transporte preferido para el desplazamiento a León. Sus buenas y
democráticas intenciones no consiguen deshacer el entuerto y lo dejan todo en
el aire, pues se produce lo que se conoce como un empate técnico en la
consulta, que nada soluciona.
El trayecto de regreso a casa se realiza sin contratiempos, a una hora extrañamente temprana para la costumbre. Tanto recortar, recortar, al final las etapas serán simple y llanamente de calentamiento.... jajajajaja.
A la altura de Vacarisses, el autocar debe detenerse para facilitar el descenso de los lugareños, pues al parecer estos "señoritos"... ¡aún no han aprendido a bajarse del vehículo en marcha!
Hostal del Cap del pla:
Bar Casal de Solsona :
Solsona, sábado 8 de febrero de 2014.
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GR7: 05ª Etapa (11/01/14)
La Coma – Hostal del Pla.
¡Año Nuevo… vida nueva¡
¡O eso dice refrán!
Si hacemos caso a los
voceros de turno, parece ser que el 2014 será el año de despedida de la crisis.
¡Ja...ja...ja! ¡No se lo creen ni ellos! ¡Recortes y más recortes! ¡Los ricos
cada vez más ricos! ¡Los pobres cada vez más pobres!... ¡La clase media al limbo!
Para mí, nunca fue una crisis sino una estafa en toda regla, y como de la
estafa ya no nos libra nadie, de la crisis nadie nos sacará. Simple y
llanamente… ¡Nos han desplumado para
enriquecerse ellos!
Quizás, parar encarar el
futuro con optimismo, GRmanía sea una de esas ventanas al aire que nos quedan:
amistad, diversión, risas, naturaleza, aire libre, deporte, esfuerzo, perdida,
encuentros, y por supuesto… “Comilonas”…
de vez en cuando. ¿Quién no quiere pertenecer
a este fantástico grupo que nos regala tan halagüeñas perspectivas?
Parece que fue ayer
cuando nos despedíamos en la Coma (a grito pelado, con el buche lleno y la
esperanza de ser agraciados con un pellizco en la lotería o al menos la
magnífica panera), pero hace ya “un año”
que no nos vemos. ¡Cuán lejos
queda 2013!
El ansiado reencuentro
sirve para compartir nuestros mejores dedeos de prosperidad de cara al recién
estrenado 2014. ¡Por deseos que no quede…!
¡Otra cosa será la realidad del devenir de los días!
Las bajas de última hora
hacen que la concurrencia de hoy sea menos numerosa que de costumbre aunque no
por ello menos ruidosa. La sola presencia de los folloneros de siempre minimiza
las ausencias y agita el gallinero.
Después del atracón
Navideño, el empacho turronero y la saturación alcohólica ¿Qué mejor medicina
que una buena caminata para desengrasar el cuerpo, liberar toxinas y alegrar el
alma? Sin embargo, cosa rara, algunos/as deciden quemar la mínima energía posible y aplicar los consabidos recortes a la etapa.
¿Quiere eso decir que han hecho
menos excesos festivos que los
demás? Me temo que NO, sino que se dejan seducir por la verborrea y los buenos propósitos de Cisco y José Antonio. Y la verdad es que viendo la pachorra con que nos recibirán, al
final de la etapa, la cara de felicidad que muestran, y el “botellerío” que les
rodea en las mesas , uno duda si no
sería mejor tirar la toalla y unirse definitivamente a ellos/as.
La niebla que nos
acompañó de madrugada, y durante el trayecto hasta los albores de la Coma, se va disipando poco a poco y la mañana
invita a caminar. Recién iniciada la etapa el veterano Grmano, J. Valls se descuelga
del grupo y P. Hervás se ofrece “voluntario” a esperarle, ralentiza sus pasos y le compañía. Contrariamente a lo esperado, la pareja de
rezagados no solo nos se esmera en alcanzar al grupo, del cual se desgajaron,
sino que se enfrasca en una profunda y absorbente conversación que les lleva al
despiste, viéndose obligados a realizar un rodeo, por la carreta, para llegar a
Sant Llorenç de Morunys, primera parada del trayecto.
Los jefes de la
avanzadilla, conocedores del lugar, localizan una plaza bien provista de bancos
donde nos aposentamos a desayunar. A medida que van desapareciendo los bocatas
van apareciendo excedentes de los típicos dulces Navideños: turrón, Chocolate… ¡Qué mejor momento que éste para acabar con
ellos y así evitar la tentación de tenerlos al alcance en nuestras casas! En ello estamos cuando alguien ¡pobre
inconsciente! deja escapar de su boca, la posibilidad de hacer una excursión al
Bar para tomar algo calentito. Poco a
poco se va produciendo una desbandada
general y el desayuno se alarga más de lo previsto, pues a la toma del café o
las infusiones se añade, el calorcillo
del establecimiento, la plática, el cotilleo, el paso por los lavabos o las
compras varias.
Terminado el repostaje
reemprendemos la marcha en compacta armonía. Después de las sufridas jornadas
Pirenaicas, en las cuales las subidas agotaban y dejaban sin aliento al
personal, la de hoy es una etapa liviana y fácil de transitar que apenas hace
mella entre los presentes. ¡Pocos gramos
vamos a perder con tan poca exigencia! El tramo más duro de la etapa se limita
a la ascensión que hay a la salida de Sant llorenç de Morunys y que
acometernos, como es costumbre, con la digestión en pleno apogéo.
En el ascenso, a nuestra
derecha se divisa la Sierra de “El Port del Compte” . Contemplada desde la lejanía, uno duda que, en su estado actual, muchos sean los esquiadores que se deslicen por sus
pistas, pues la escasez de nieve es evidente.
El paisaje que circunda
la cima se asemeja, en cierta manera, al que podríamos encontrar en los múltiples rincones de la Sierra de Sant Llorenç de Munt: barrancos, cortados, pedregales,
arbustos, matorrales, la fragancia del tomillo y el romero, otras variedades de plantas silvestres,
arbolado de encina, roble y alguna que otra conífera.
Mientras avanzamos por
los caminos del lugar, algún agorero comenta que hasta aquí también parecen haber llegado los recortes: ausencia de nieve, escasez
de agua, presencia testimonial del hielo, temperaturas altas para la época. La
verdad es que para lo avanzado de la estación en que nos encontramos, la climatología
y el estado general de campos y montañas parece más bien propio de otra
estación y no precisamente el invierno.
Al compás de los pasos
dejo volar mi mente y a ella regresa la estampa de una infancia gozosa vivida
en un pueblo de montaña. Recuerdo como si fuera ayer, con precisión y multitud
de detalles, aquella época pasada en la
cual, el blanco de la nieve, cubría el paisaje con su inmaculado manto blanco. Cómo los adultos se veían obligados a hacer veredas
en las callas del poblado para que las gentes del lugar pudiéramos transitar
por ellas! ¡Cómo las heladas convertían
los charcos, las embarradas callejuelas y los húmedos lugares de paso en pistas
de patinaje! E incluso… ¡cómo los
arroyos se podían transitar, sin miedo a ser engullidos en su cauce, ante el
grosor de la capa de hielo que cubría la parte superior de sus cauces! Los jóvenes
dirán que esto, no son sino, batallitas de abueletes, o los más finolis lo
achacarán a que casi todo se está volviendo light y no solo la Coca-Cola.
A punto de alcanzar la
cima, en lontananza, distinguimos el movimiento de los compañeros/as del grupo
delantero. Gesticulamos, hacemos aspavientos, gritamos y vociferamos como
posesos endiablados para ver si conseguimos captar su atención, pero la
distancia que nos separa de ellos es tal que nuestro esfuerzo cae en saco roto y debemos abandonar
la empresa sin alcanzar el objetivo propuesto.
Primero por la carretera
y después por una senda paralela a la misma,
reiniciamos la andadura en persecución de los “recortadores”. En nuestro deambular por el sendero, apenas
transitado, pateamos las múltiples matas de tomillo que crecen descontroladas
por doquier y de ellas emerge una embriagadora fragancia que impregna el
ambiente y nuestras ropas.
El tramo final de la
etapa consiste en un descenso farragoso y de difícil transitar (¿tal vez el
cauce de un riachuelo de temporada?) que nos obliga a caminar por una trocha
pedregosa e incómoda. La marcha se ralentiza y nos obligada a concentrarnos a fin de cualquier traspiés,
padecer algún resbalón o evitar las
indeseadas e incómodas torceduras de tobillo.
De improvisto, el bosque
y la trocha desparecen, el horizonte se despeja ante nuestros ojos y nos
topamos con el Hostal del pla. A las puertas
del lugar, en la calle, a la solana y por lo que “parece” perfectamente
“hidratados” nos reciben, sonrientes, nuestros colegas, junto a un montón de botellas de cerveza
vacías, posadas encima de las mesas. ¡Vaya con los abstemios!
Como era de esperar… ¡No damos el perfil!... no somos admitidos en
el interior del abarrotado lugar. Procedemos, pues, a recoger los bártulos y dirigirnos a Solsona para
comer. Más de uno nos quedamos con la gana de probar esas
gigantescas torradas de pan que, pinchadas en un hierro, los paisanos van
dorando en la abrasadora lumbre de leña que calienta el local.
Para no perder la
tradición, en la búsqueda del lugar donde reponer fuerzas, somos víctimas de la
pérdida habitual. Sin embargo, a consecuencia
del extravío momentáneo, disfrutamos
de una visita cultural por las céntricas e históricas calles de Solsona. Al
pasar junto al campanario, donde antaño despeñaban la cabra, se observa la
presencia de una tarima y tras ella una inmensa estelada, que algunos aprovechan
para inmortalizar el momento.
Retomado el rumbo
correcto localizamos el Casal del pueblo (local ya visitado en alguna que otra
ocasión) y allí nos acogen gustosamente. ¡Alegría inesperada para la paupérrima
caja del lugar! ¡Cuantos más borrachos haya, más pesetas al cajón!
Tomamos posesión del
lugar, nos acomodamos, procedemos a vaciar las mochilas y llenar el estómago.
En estas andamos cuando Paco Ortega sugiere abonar la lotería. Al momento, un tropel de GRManos
descontrolados se abalanza sobre el benefactor para solicitar sus eurillos. ¡Ni
cola, ni orden, ni espera…! ¡ADIÓS A LOS MODALES ¡ El banquero en cuestión se
ve obligado a llamar al orden al personal a fin de poder proceder al reparto.
Momentos después se produce la llamada del Sr Ministro de finanzas al pago de las
costas del autocar, pero entonces,…, ¡MILAGROSAMENTE!.. la mayoría hacemos oídos sordos a la cita, y deben ser el Sr. Ministro y su “contable”
quienes se desplacen, mesa por mesa, hasta donde nos hemos anclado los “sordos”
viajeros, para arrancarnos los cuartos de los bolsillos.
Blog de GRManía: http://grmaniaweb.blogspot.com.es/
Solsona, sábado 11 de enero de 2014.
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GR7: 04ª Etapa (14/12/13)
Molí de Fòrnols – La Coma
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Un meón entre tragones
Cómo añoro aquellos
tiempos, no tan lejanos, en los cuales la memoria era mi aliada y me permitía
actuar sin apuntadores en la retaguardia. Cuando no necesitaba escribir los
quehaceres para no dejarme la mitad en el tintero y podía improvisar a mi
antojo.
Sean los años, el
desgaste o quizás el abandono de la práctica mental, los causantes del
deterioro, el caso es que de un tiempo a esta parte (y cada vez más a menudo) o
me apunto las cosas u olvido la mitad de las que debería hacer. ¡Sí… sí… no os riáis que a la mayoría de vosotros os pasa lo
mismo!. Ya se sabe: “Mal de muchos consuelo de tontos”.
Viene esto a coalición
por el descuido imperdonable del otro día que me condenará de por vida a ser…
“El meón de GRManía”, ¡Y no… no estoy de la próstata… como algún falso amigo
insinuó y pretendió hacer creer a la masa! ¡Simple y llanamente fue un olvido!.
Imperdonable si queréis, pero olvido a fin de cuentas.
Y es que con tanto
quehacer a uno se le fue el santo al cielo y pasó lo que pasó.
Que si la mochila… que
si la ropa de recambio… que si el cuadrante…que si el dinero de la lumineta…
que si el cava, que si el Gps, que si las pastillas para la tos, que si., que
si… que si…en fin… ¡que me olvidé de descargar aguas antes de salir de casa!...
y, a pesar de mis intentos desesperados por ocultar la realidad, me vi obligado
a reconocer mi decadencia, agachar las orejas y parar el autocar a medio
camino.
Y mira que procuré por
todos los medios, habidos y por haber, dominar el pánico, desviar el tema de mi
mente y autoconvencerme de que no era para tanto… y que yo podía aguantar hasta
la llegada. Intenté dormirme, pensar en momentos dulces de la vida, mantenerme
atento a las conversaciones de mis vecinos/as del autocar, relajarme y un
sinfín de cosas más. Pero nada… todo acababa convergiendo en mi repleta vejiga.
Hasta que finalmente y para no humedecer mis pantalones de supuesto adulto tuve
que claudicar. ¡Más vale que se mofen de uno por detener el autocar para
liberar la vejiga a que lo hagan por mearse encima!.
Si a esto añadimos la
afonía que me acompañaba desde la jornada anterior y el aterrizaje forzoso que
padecí en el camino (leve pero gozoso para “algunos”) puede afirmarse, sin
lugar a dudas, que fue una jornada redonda para este Grmano.
¡Casi hubo que colgar el
cartel de completo en el autocar! A ojos vista se palpaba la festividad de la
jornada y nadie ocultaba que el objetivo final del día era, simple y
llanamente, la Comilona. Todo eran parabienes, sonrisas y bromas; y nulos los
deseos de caminar. Tales fueron los
recortes, opciones y grupos, que alguno apenas si dio más pasos que los que
separaban el autocar del Restaurante y viceversa.
Las bajas temperaturas
nocturnas habían dejado sus huellas, en forma de haladas, en los caminos y sus
lindes. Embelleciendo el paisaje con un ligero y resbaladizo manto blanco que
hacía mella en los escasamente curtidos rostros del personal y además partes
corporales sin guarecer.
Tras unos Kms de
calentamiento por una pista forestal, alcanzamos Tuixent y en una plazoleta, a
la solana, recuperamos fuerzas y calor, al amparo del vino, los chistes, las
bromas, las conversaciones y el intercambio de pareceres.
Como no podía ser de
otra manera, tras el almuerzo, la, siempre maldita, inapropiada y prolongada
cuesta de rigor. O lo que es lo mismo: al esfuerzo de la subida añadimos la
pesada digestión de los bocatas para aumentar el castigo del personal. Entre
jadeos y quejas lastimeras alcanzamos la cima y, raudos y veloces, enfilamos el
descenso por el camino en pos del Restaurante.
La bajada, prolongada y
pedregosa, nos regaló la típica pérdida pasajera, varios resbalones y alguna
que otra caída, que aunque no dejó consecuencias físicas en los sufridores, sí
sirvió de escarnio, regocijo y cachondeo generalizado entre los más jocosos de
los presentes.
No se sabe si a
consecuencia de la velocidad de los de atrás, la parsimonia de los delanteros,
las ganas de llegar, o el olor de las viandas que íbamos a degustar, el caso es
que llegamos todos sorprendentemente puntuales, compactos y sin extravíos a las
proximidades de la Coma. En sus aledaños, nos desviamos levemente a la derecha
para hacer una visita turística a las Fuentes de Cardoner. A pesar de que el
caudal que manaba de las entrañas terrestres, dando origen al río, era más bien
escaso, el lugar (adecentado como zona de Picnic) emanaba belleza, placidez y sosiego
e invitaba al reposo de los/las guerreros/as. Tras degustar el líquido elemento
y dar por terminada la excursión, en nuestra huida, nos topamos con un grupo de
“jóvenes insersistas” que caminaban en sentido contrario al nuestro con la
intención de ocupar nuestro lugar en el idílico paraje.
Un corto rodeo en el
camino nos situó junto al autocar. Mientras los más aparcaban sus mochilas en
el lugar pertinente, otros y otras GRManos decidieron sustituir sus sudadas
prendas interiores por otras limpias y menos pestilentes, para afrontar la
comida sin atufar al sujeto de al lado, pero como la mayoría había optado por
permanecer tal cual, pues el olorcillo no llegaría a desaparecer y nos
acompañaría discretamente durante la comida y los actos festivos.
En tropel y sin apenas
tiempo que perder, nos acomodamos ruidosamente en el Restaurante dispuestos a
devorar cuanto pasara por delante de nuestros ojos.
El ágape, (hablo por mi
experiencia) me pareció abundante, bien condimentado, variado y con una muy
buena relación calidad precio. Gracias a nuestro amigo Carlos por la
organización y por la elección del sitio y los manjares!
A pesar de que “algunos”
tuvimos que luchar, a brazo partido, con “otros” para vaciarles el bolsillo con
la lumineta y la lotería, las risas fueron permanentes y el buen humor y la
camaradería GRMana (siempre habitual) nos acompañó en todo momento.
Como viene siendo
costumbre en GRManía, al finalizar la comilona se procedió al reparto de los
típicos regalos navideños (cava y calcetines este año) y amenizamos la
sobremesa con cuentos navideños, lecturas, reconocimientos varios y
felicitaciones generalizadas; destacando, por encima de todo, nuestros mejores
deseos de recuperación para aquellos que están pasando por momentos difíciles.
Finalmente y para cerrar
el año GRMano, al son de la guitarra del ripioso Don Pedro, dimos rienda suelta
a nuestras melódicas y cantarinas voces. Entonando (o mejor dicho desentonando)
múltiples y variados villancicos Navideños “Made in Cati”; con tal pasión y
brío que aquellos, lugareños o forasteros, que nos escuchaban desde el Bar de
al lado, seguramente dudaron del estado de alguno de nosotros y pensaron que
más de uno habíamos perdido el oremus o empinado el codo en demasía.
Fuese la comilona, el
vino, el cansancio o la felicidad, el caso es que el retorno a casa transcurrió
en placida y silenciosa armonía, rota, eso sí, esporádicamente por algún que
otro ronquido al compás y ritmo de los cabezazos de los dormilones de turno.
Si yo fuera
Presidente:
Recuerdo un programa de Fdo García Tola que emitía TV2 en los años 83, 84 y
85 (Si yo fuera Presidente). El contenido
del cual versaba en torno a peticiones de los
espectadores, quejas y demandas ciudadanas. El periodista plantea las medidas
que sería recomendable que el Gobierno adoptase, especialmente en materia social. ¡Ay materia Social, que tiempos!
El 16 de octubre de 1984, Rogelio Baón, vocal
del Consejo de Administración de RTVE por el Grupo Popular en el Congreso de los Diputados, solicitó el
aplazamiento de uno de los programas de Si yo fuera Presidente que contaría con 100 militantes de
distintos partidos políticos para debatir sobre la situación de España, por
considerarlo grave deterioro para
la imagen y funciones del Congreso de los Diputados. El 11 de abril de 1985, la Conferencia
Episcopal Española emitió un comunicado de protesta contra la
emisión de unl espacio en el que se vertieron opiniones que consideraron que
atentaban contra los sentimientos religiosos del país.
¿Os suena de algo? ¡30 años tirados a la basura! Pues
ese es el futuro que quieren para nosotros nuestros “gobernantes” y nuestro silencio
es lo que mejor contribuye a darles alas.
Si yo fuera Presidente…¡Dios os libre de votarme!
cambiaría tantas cosas: Para empezar… la ley electoral, después disolvería los
parlamentos (de aquí y de allí) y
mandaría al paro a todo esa pandilla de manipuladores, tramposos,
prevaricadores y corruptos degenerados.
Si yo fuera Presidente… ¡que no lo soy!...gobernaría
para el pueblo y no para los bancos; para todos y no solo para los que me
votaron. Dejaría de prohibir, reprimir y promover leyes retrógradas que solo les
benefician a ellos, los mafiosos, y me dedicaría a solucionar los problemas del
país. Potenciaría la sanidad y la educación pública, y la justicia para todos y
no solo para los ricos. Eliminaría la religión de las escuelas y la limitaría a
los templos y las casas. Dialogaría y abriría los ojos a la realidad de las
gentes del país. Uffff cuantas cosas por hacer!
Si yo fuera Presidente… ¡Ay… Ay… Ay…! les diría a
los trabajadores de Canal Nou que no es ahora cuando perdieron su empleo, sino
el día en que con su ignominiosa connivencia con la manipulación y la mentira se
plegaron a la corrupción de los chorizos de siempre. Les dirá también a los
medios de comunicación públicos que me asquea que se malgasten mis impuestos en
instrumentos tan tendenciosos, y que no derramaré ni una solo lágrima si algún
día todos ellos van a la calle.
Pero…como ni lo soy…
ni lo seré, soñaré con que soy Presidente de… Grmanía.
En ese caso eliminaría los madrugones y a partir de
año nuevo saldríamos a las 9 de la mañana en lugar de a las 6. Al carajo eso de
que “A quien madruga Dios le ayuda”
Buscaría empresas patrocinadoras (¿Qué tal Yogures
Griegos, Bancos Españoles o Maquinaria Portuguesa?) para esponsorizar los viajes
y que éstos nos resultaran gratis. Pagaría de mi bolsillo las cervezas y cafés
de cada etapa. Regalaría la lotería y la lumineta. Invitaría a las comidas de
Navidad y final de temporada. ..
Animaría a los de delante a NO correr tanto ni a
los de atrás tan poco, para cohesionar el grupo y recorrer las sendas en
compacta armonía.
Erigiría a D. Ginés como ministro de justica, pues
me parece un caballero serio, honesto y cabal capaz de legislar como Dios
manda.
Mantendría en su puesto a nuestro ministro de
finanzas (D. Cesc) y, aun reconociendo que la seriedad y la discreción son
dones de aquellos que cuidan de lo ajeno, le animaría a que desvariara y se
riera a carcajada suelta, como hacemos los demás, de vez en cuando.
Respaldaría los ministerios de Don Hervás, Don Paco
Troya, Don Ortega, Don Carlos, Dª Maribel, Dº Fina, Dª Cati o Dª Mª Morales, y
demás colaboradores/s pues sin su dedicación, su trabajo y sus dotes
organizativas en la sombra, esto sería ingobernable.
Nombraría a Don
Ferrer y a D. Jaime Pavón ministros Caminos Canales y Puertos y les animaría a
sustituir sus tracks por unos cencerros colgados del cuello de algunos de nosotros, para ver si el tañer de los campanos
mantenía agrupada la manada y evitaba las pérdidas.
Concedería el cargo
de ministros de artes plásticas a Antonio Gil y Rafael, pero les exigiría que
fotografiaran la realidad que vemos todos y nos las maravillas escondidas que
solo ellos son capaces de descubrir.
Ascendería a Evaristo
al ministerio de Educación para que mandara a la mierda (con perdón) la LOMCE y
la LEC, desposara a Wert con la Rigau y
los desterrara del país de una… para siempre. Eso sí, previa esterilización de
ambos.
Solicitaría para Don
Pedro el Premio Nacional de Poesía, pues sus ripios no son merecedores de menor
recompensa.
Sustituiría a Rouco
Varela por Don Jaume Valls y seguro que nuestra conciencia y nuestra alma se lo
agradecerían. Pero, eso sí, haría obligatoria la Romería a Montserrat para poder
ganar el perdón de los pecados.
Otorgaría el cargo de
ministro de cultura, al aire libre, a D. 6Q para que siga organizando esos
eventos montañeros, allá por Gisclareny, a fin de relajar el espirito y liberar
de toxinas los cuerpos Grmanos, y de paso le sugeriría a Ana que les pasara la minuta de Chef a los tragones de tales encuentros.
Propondría a Don
Antonio Domínguez como ministro de sanidad y dientes sanos para que conservara
nuestro paladar como merecemos, y elevaría al altar de sanitarias de honor a
nuestras eficientes enfermeras (Paquita, Fina. Fátima, …) para que atendieran
nuestros percances y lesiones de errantes camineros.
Investiría a D. José
Antonio como ministro de Mentes, para que velara por nuestra cordura y nuestro
bien hacer, y le obligaría a seguir explicándonos chistes para alivio de
nuestra congoja.
Cultivaría la amistad
de Don J. Herrara, pero le exigiría que me eliminara de sus listas de maquillaje
para los próximos 50 o 60 años.
Aconsejaría a la
plaga de docentes que nos rodean, que hicieran el favor de enseñarnos algo de
provecho… tal vez una nalga o algo por el estilo.
Encargaría el cargo
de Ministra de relaciones públicas a Dª Cati ¡Como domina el arte la moza! Que
necesita un escrito para las celebraciones… pues te halaga, minimiza tus
defectos, te engatusa exagerando tu valía, te cautiva con su sonrisa y su
zalamera palabrería, hasta que…¡ZAS! sin
darte cuenta caes, como un pardillo, en sus redes y ¡hala! a romperte la crisma
para escribir cuatro tonterías.
Sugeriría a los
“pensionistas” que no paren de patear caminos pues, con sus idas y venidas,
mantienen abiertas las sendas y, con su desgaste de suelas y articulaciones, dan trabajo a zapateros y traumatólogos.
Invertiría parte del
presupuesto GRmano en sacos de paciencia para reponer la cantidad infinita que
de ella hacen gala la totalidad de los miembros del grupo.
Prohibiría, ¡ALGO
HABRÁ QUE PROHIBIR, DIGO YOOO! que Gramanía perdiera su alegría, su diversidad,
su tolerancia, la citada paciencia, la empatía, la cordialidad, el altruismo,
la camaradería y… el perdón de los pecados. En definitiva la idiosincrasia que
hace de este grupo algo tan GRANDE.
Pero por encima de
todo, animaría a las personas que están pasando por duros momentos (va por ti
Sonsoles) a seguir luchando. La vida es
algo maravilloso que nos obliga a no bajar jamás los brazos. La recuperación,
amiga, está a la vuelta de la esquina, y
no tengo la menor duda de que nos quedan muchos caminos por recorrer, muchas
palabras por intercambiar y muchas experiencias por compartir.
Finalmente y para
alegría de todos vosotros/as, despediría, al instante, a este pedante cronista
que os martiriza con sus sesgadas opiniones, sus WhatsAps, sus correos, sus
insufribles crónicas, su sarcasmo y sus desvaíros lingüísticos.
Aunque quizás, como
Presidente, lo primero que debería hacer es presentar ¡YA MISMO! mi dimisión,
pues quién sabe si una vez en el poder,
no sería, YO, tan corrupto, mentiroso y prevaricador como esos a los que tanto
desprecio. En definitiva, que como decía mi abuelo: “Es más fácil predicar que
dar trigo”.
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La Coma, sábado,
14 de diciembre de 2013
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GR7: 03ª Etapa (09/11/13)
La Seu d’Urgell - Fòrnols del Cadí.
Dice el refranero que
más sabe el diablo por viejo que por diablo. Bien podría aplicarse dicha
sabiduría popular a uno de nuestros ilustres GRManos que, al percatarse del
tamaño del autocar, y temiéndose lo peor, exclamó:
- ¿Quién habrá sido el
lumbreras que nos ha enviado un vehículo de más 15 metros para transitar por
carreteras secundarias de alta montaña?
Y es que la experiencia
es un grado del que la empresa que nos transporta parece carecer, pues se
empeña en actuar contra él y la lógica. A saber:
¡Que la carretera es
estrecha!… ¡Vehículo largo! ¡Que hay
que ascender un puerto! ¡Motor gripado! ¡Que el viaje es largo!
… ¡Habitáculo estrecho! ¡Que la ruta
es de difícil localización!... ¡Conductor
novato!. ¡JESÚS QUE CRUZ!
Muchas son las virtudes
de GRManía, pero convendréis conmigo que los pocos defectos que tiene son
incorregibles. La ausencia de “ciertos” veteranos responsables los pone
irremisiblemente de manifiesto al instante.
La “espantada” de Ginés
convierte el acomodo en el autocar en una invasión descontrolada. Sin la menor
preocupación por los rezagados o ausentes. Solo tras unos Kms de transito por
la autopista a algún avezado se le ocurre la brillante idea de contar a los
presentes. De los no aparecidos (suponemos que nadie se quedó en tierra)…¡ni
MU!. ¡Ginés… sin tu control… el caos!
Mientras unos dormitan,
otros charlan y los de “siempre” vociferaban, el alba da paso a la mañana y,
entre nubes y colores, nos regala el nacimiento de otro precioso día de oblicuo
sol otoñal. ¿Existirá en invierno?
Fieles a la tradición
GRMana (quién sabe si por mor del chófer, los Gps o tal vez… “el Jefe ése”)
dedicamos un buen rato (de idas y venidas, pérdidas y encuentros) a recorrer la
Seu y sus aledaños hasta dar con el punto de partida. ¡Excursión no programada
pero habitual en nuestras huestes! ¡No hemos empezado a andar y ya te echamos
de menos don Ferrer y sus Tracks!
A la vera del escaso
caudal del río Segre, iniciamos la ruta en pos del ascenso a la primera cota de
la mañana. Dejamos atrás las praderas colindantes donde las vacas, mientras rumian
el forraje, amamantan a sus talluditos terneros. Suerte que nos guía Don Pavón
(de la mano de su amada) pues la ruta no está demasiado bien señalizada y es
proclive a la pérdida. En su afán por dejar su prestigio (de marido en rodaje)
a la altura que le corresponde, se esmera en los detalles y nos conduce (algo
descarriados, esos sí) por una empinada senda, entre el arbolado, sin el menor
contratiempo. El ascenso, largo y exigente, altera el ritmo cardiaco y agita la
respiración de los caminantes. A punto de coronar, nos topamos con un
espectáculo mágico. El rocío de la mañana, al impregnar de humedad las
telarañas, ha cincelado unas maravillas de la naturaleza que nuestros
reporteros plasman con voracidad.
Quien más quien menos
llega a la primera cota del día hambriento, sudoroso y cansado. El alto nos
regala unas preciosas panorámicas del lugar, con sus majestuosas montañas y
algún valle sumergido entre la espesura de la niebla.
Hay quién (gracias a la
pericia de otras) sorprendido y con cara de gratitud, recupera las llaves de
sus bólidos, extraviadas más abajo, sin que él, despreocupado propietario,
fuera consciente de su pérdida ¡Uf que susto!
A la solana, charlamos,
reímos, reponemos fuerzas y hacemos correr la bota, de mano en mano y sin
descanso, hasta consumir la última gota de morapio.
Reemprendemos la marcha
por un terreno pedregoso y de apariencia volcánica (nada que ver con ése
fenómeno) a un ritmo endiablado. La
carrera de locos imposibilita la más mínima pausa; ya sea para miccionar,
quitarse la chaqueta o simplemente acomodarse la mochila. Algún despistado
desafía a las circunstancias y, acojonadillo, se ve obligado a caminar en
solitario durante un buen rato, creyéndose perdido, hasta vislumbrar a sus
camaradas. ¡UFFF!.
Una escarpada y
peligrosa verada en pendiente nos conduce a la segunda cota de la jornada. El
lugar: seco, inhóspito, desarbolado y de apariencia lunática, nos recibe con
sus bancales y capas de estratos de tierra y pedruscos.
Un observadora localiza
en suelo del el lugar una gran cantidad de pisadas de ungulados. Parece ser que
no son nuestras, pues las redondeadas huellas, que dejaron las pezuñas de su
dueños, se asemejan bastante a las de los caballos y … ¡nosotros tenemos más
bien pinta de borricos!
Una oteada al horizonte
despeja las dudas y confirma la procedencia de las mismas. No muy lejos del
lugar, tranquila y despreocupada, pasta una manada de équidos libertarios cuya
larga pelambrera anuncia la proximidad del invierno.
Un prolongado descenso
nos conduce a un riachuelo ¡Malo, malo! Cualquier encuentro con el lecho de río
equivale, ipso facto, a una inminente subida.
El cruce del escuálido
arroyo se convierte en un laberinto que desorienta al personal y trae consigo
las primeras pérdidas de la jornada. Más adelante, en una encrucijada del
camino (mal señalada… todo sea dicho) otros/as caminantes se desorientan y se
extravían durante un buen rato.
La ascensión final
(donde deberían finalizar los del grupo B) se desarrolla en un absoluto caos.
Los primeros se han extraviado, los que creíamos ser segundones resultamos ser
los primeros y de los últimos nadie sabe nada.
Los aparatos de radio
nos informan de las pérdidas que siembran el camino. En ellas estamos cuando
unos jadeos sospechosos, provenientes del “walki” de Don Pepe Hervás, nos ponen
ojo avizor. Alterados, solicitamos inmediatamente explicación a tales jadeos.
El veterano caminante los achaca al cansancio, pero su interlocutor y los
demás, allí presentes, no tragamos con semejante excusa y le conminamos a
comportarse con decoro y decencia. Sea lo que fuere, el ínclito personaje
corona la última subida y se presenta ante nuestros ojos, acompañado de sus
compinches, con la bragueta abierta, relajado y tan campante. ¿Desde cuándo el cansancio baja la cremallera
de los pantalones?
Inmediatamente se desata
el debate de si retroceder en busca de los extraviados, esperar, o dejarlos y
que ellos/as mismos recuperen la senda correcta. Como la mayoría son miembros
del grupo B, los del grupo A decidimos tirar para adelante mientras los demás
permanecen a la espera.
Al reanudar el trayecto,
algún marido se hace el “valiente” y decide tirar para adelante (aunque su
esposa siga desaparecida) como si nada, pero al poco se cisca en los pantalones
y con el rabo entre las piernas (nunca mejor dicho) desanda el camino y regresa
a la explanada donde esperan los del grupo B.
Nuestra perseverancia
por llegar al Molí (otros dirán que tozudez) os impide atender a las razones
del alto mando para que abandonemos la etapa en Fòrnols. Finalmente, y tras
conocer que el autocar no puede acceder a tal lugar, acatamos las órdenes de
los coherentes y damos por finalizada la etapa.
Fruto de nuestra excelsa
organización, dos comisiones, por separado y sin ninguna coordinación entre
ellas, se aventuran en la localización de un Bar o Restaurante donde comer. Para
sorpresa de unos pocos, regodeo de varios y cabreo de otros, ambas partidas
consiguen dar con el Restaurante apropiado.
Entonces se produce un
tira y afloja entre los comisionados para llevar el ascua a su sardina y comer
donde “ellos” reservaron. Luego de arduas y tortuosas negociaciones los del
grupo A ponemos rumbo hacia el Restaurante reservado por el grupo B, pero….al
dirigirnos a su encuentro, atónitos, observamos como los del grupo B caminan en
dirección hacia donde estamos nosotros. En definitiva… que ambas comisiones han
reservado el mismo Restaurante. O sea que asunto arreglado y… ¡Todos a una como
Fuenteovejuna!
Acabada la comida el
lugar se convierte en un mercado persa. Entre loterías, lumineta, autocar,
consumiciones, deudas pendientes etc., el dinero corre a espuertas y cambia de
mano vertiginosamente. La sutil diferencia está en que, mientras un servidor
debe recorrer personalmente todas las mesas y suplicar a los del puño cerrado
el pago de los números de la lumineta, “otro” más listo permanece sentadito en
su mesa (saboreando un café), mientras solicita calma a los ludópatas
compulsivos que, ansiosos, le quitan la lotería de las manos. ¡Suerte que yo
tengo mano con los de “Loterías y apuestas del Estado” y ya saben que número
deben de sacar para que me toque a mí la panera!
Con el estómago lleno y
los bolsillos vacíos iniciamos el retorno a casa por unas carretas farragosas.
Tras dejar atrás el Coll de la Josa,ya en las proximidades del Pedraforaca,
Ramón, el “viejo novato”, decide hacerse el mártir y aparentar un mareo
inexistente. Evaristo (ingenuo él) se cree la mentira y le atiende solícito. Le
acomoda en el suelo y le levanta las piernas para que la sangre circule hacia
su cerebro. Sin embargo, ““amigos de atrás” (más espabilados que Evaristo)
decidimos desenmascarar al impostor, solicitando ¡A GRITO PELAO”!, al Señor J.
Herrera que haga acto de presencia con su botiquín de maquillaje, catálogos de
nichos y esquelas… ¡Milagrosamente el enfermo mejora e incluso sonríe! Al poco, se baja del autocar sin ayuda de
nadie, para momentos después volver a subirse tan campante. ¡Fresco, con buen
color y con ganas de juerga!
¡No hay nada como verle
las orejas al lobo!
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Fòrnuls del Cadí,
sábado 09 de noviembre de 2013
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GR7: 2ª Etapa
(12-10-2013)
Andorrra- Punt de trobada.
Para alegría
de muchos (hora ideal) y descontento de otros (demasiado tarde) se retrasó la
salida hasta las 6 de la mañana ¡Media horita más al amparo de las sábanas!
Los más
madrugadores hicieron acto de presencia con unos minutos de antelación a la
hora prevista y, si se percataron de ello, ninguno hizo mención especial a la
ausencia del autocar en el lugar y hora convenido. Sin embargo, apenas
sobrepasadas las 6 en punto de la mañana, varios GRmanos se acordaron de
la experiencia pre-veraniega y empezaron a hacer cábalas, en voz alta, sobre la
sospechosa ausencia del conductor y su vehículo. Inmediatamente, las
maldiciones del personal se cebaron en nuestro organizador y amigo, Rafael. De los labios de “muchos” de los presentes,
entre los que me incluyo, (aunque si es necesario hoy negaré la mayor)
empezaron a salir improperios, burlas y chascarrillos sobre la capacidad
organizativa y la frescura mental de nuestro querido colega. ¡Ya sabes Rafael,
por una vez que mataste un perro te llamamos mataperros!
Los adelantos tecnológicos, sin embargo,
desenredaron la madeja y aclararon el entuerto, y una vez salvado el honor de
nuestro admirado Sr. Carreño enfocamos nuestra ira hacia el “señor” conductor. Quien
más quien menos (recordando la aventura Palentina) empezó a imaginar al
”ínclito piloto” vagando sin rumbo por las calles de Terrassa, o aun peor,
acurrucadito en su cama roncando como un lirón. Una nueva llamada telefónica
despejó definitivamente las dudas y aclaró el embrollo; librando de la
lapidación a Rafael y al transportista. Culpable definitivo… el jefe de la
empresa que transmitió mal la hora de partida al sufrido chófer.
Dada la
lejanía del destino, varios Grmanos decidimos aparcar la cháchara mañanera y
nos dispusimos a echar una plácida cabezadita al compás del run-run y traqueteo
del autocar, pero… alguna cotorra, de las que revolotean por la parte trasera de
la tartana, apenas nos permitió pegar ojo con su parloteo. ¡Nuestro gozo en un
pozo!
Andorra nos
recibió empapelada con grandes cartelones publicitarios de Banca Andorra, donde
se nos recordaba que ellos sí son de fiar y que nuestro dinero estaría a buen
recaudo en sus manos. ¿Acaso tenemos nosotros algo que reprochar a nuestra
“saneada” y “benefactora” banca? Como si
tuviéramos alguna queja hacia el proceder de los: Rato, Blesa, Pago, Escribano,
Méndez, Pagès. ¡Fieles custodios de lo “nuestro”! ¡A ver si enteran estos del país petit que
nuestros euros están en Suiza, resguardaditos y a salvo, vigilados atentamente por
los Bárcenas y Puyoles de turno!
Tras dar el
pistoletazo de salida por las calles de Andorra, nos adentramos en el bosque
por un empinado y tortuoso sendero (precioso dicho sea de paso) cuya pendiente
cortaba el resuello de los caminantes, motivo por el cual el grupo se desgajó a
las primeras de cambio, poblando el bosque de desperdigadas y extenuadas almas
en pena.
Los conocedores del Track y sus curvas de
nivel decimos escampar unas mentirijillas, sobre la dificultad del trayecto hasta
la cima, para no fomentar la desmoralización del personal. Sin embargo, a algún
despistadillo de la avanzadilla, involuntariamente, se le escapó a través de la radiofrecuencia, que
la subida era dura, dura, dura… y que no era aconsejable comunicar a la masa el
tormento que les esperaba, a fin de evitar la desbandada general. Los mal pensados creemos que la táctica no
consistía en evitar la desmoralización de la muchedumbre, sino librase del
“violento temporal” que por la retaguardia se había desatado.
Por entre la
vegetación y el espeso arbolado de la ladera no se filtraba ni un tímido rayo
de sol que calentara nuestro cuerpo y alegrara nuestra alma, aunque sí campaba
a sus anchas un frío considerable que agarrotaba las manos, penetraba en el
interior de nuestras chaquetas y calaba nuestros huesos.
Aproximadamente
hacia el Km 6 de la etapa, por fin, sudorosos y derrengados alcanzamos la cima
de la jornada (1.725 m). ¡Total… la mísera
cifra de 600 metros de desnivel en apenas 3 Km! ¿Qué es esa nimiedad para un
grupo de valientes y aguerridos trotamundos?
Como los
lagartos en invierno, nos amontonamos en la loma de la montaña en busca del
calorcillo matutino y nos dispusimos a devorar nuestras viandas. Al momento, un
“biruji” del “carallo” se fue apoderando de nuestro humedecido y sudoroso
esqueleto, y varios GRManos/as nos vimos obligados a cobijarnos del citado
viento mañanero. Mientras tanto, algo
más abajo, los últimos en llegar, quizás más espabilados o guiados por un Xerpa
más avezado que los nuestros, permanecían al abrigo de las inclemencias eólicas
y, resguardaditos, engullían los bocatas mientras charlaban amigablemente; eso sí, maldiciendo, entre bocado y bocado, a
los organizadores del agotador evento.
A pesar de
las súplicas lastimeras de los recién llegados, alguna que otra indirecta y
ciertas miradillas cargadas de …..¿Resquemor?, la avanzadilla hizo oídos sordos
a los suplicantes y se puso en marcha sin el más mínimo recato. Tal acto de
camaradería (inclúyanme entre los caballeros) fragmentaría definitivamente la
compañía, en minúsculas patrullas desperdigadas por dosier, sin posibilidad de
reencuentro hasta la meta.
Afrontamos
el prolongado descenso por una inclinada y pedregosa senda que transcurría
entre canchales, alguna cuadra (en la que no hace mucho uno de los GRManos allí
presentes se apropió de una plaga de pulgas o piojos, y a la cual nos conminó a
entrar voluntariamente para comprobarlo, cosa que desechamos de inmediato),
praderas con vacas pastando y algún que otro caserío solitario.
A medida que
descendíamos, y tras dejar atrás un pequeño poblado de campesinos, el canto del
río se fue apoderando del silencio del lugar y el discurrir de las aguas se
convirtió en nuestro fiel y agradable compañero. De improvisto, tras un
recoveco del camino, surgiendo por sorpresa de entre arbolado, la naturaleza
puso ante nuestros ojos una majestuosa cascada de agua cristalina que se
precipitaba desde las alturas y deleitaba nuestros sentidos con su belleza, su
magia y la armoniosa melodía del líquido incoloro al chocar contra el suelo. El
solo hecho de poder disfrutar de tales espectáculos nos invitan a reflexionar
sobre el futuro y la imperiosa necesidad de conservar maravillas de la
naturaleza como ésta, pues su belleza, sin parangón, se hace imposible de
igualar por la mano o la inteligencia del ser humano.
A estas
alturas de la etapa, cada cual campando a sus anchas, las dudas entre algunos
de nosotros se cernían sobre la creciente probabilidad de algún extravío indeseado
que nos amargara la jornada, pues el camino estaba lleno de recovecos y cruces
de difícil localización proclives a la pérdida involuntaria.
En las
proximidades de Sant Romà d’Aubinya (teórico fin de etapa del grupo B),
acomodados en unos bancales orientados al suroeste, nos topamos con diversos
campos de cultivo, entre los que destacaban unas plantaciones de tabaco con sus
correspondientes secaderos. Algún ignorante, como yo, no acababa de asimilar
que por estos andurriales se cultivara esa planta y, menos aun, que el secado
de la misma llegara a ser eficiente, teniendo en cuenta las condiciones
climatológicas del lugar. Alguien más
cultivado en la materia me explicó el origen y significado de dichas
plantaciones. Al parecer, para “legitimar” la venta de las ingentes cantidades
de tabaco que por aquí se expenden, y con el fin de justificar dicho trapicheo,
el gobierno en cuestión, necesita demostrar a la” honesta economía mundial” que
ellos son productores de tal materia, por lo tanto, alienta y subvenciona la
proliferación de dichos cultivos. ¡Vaya, lo vulgarmente conocido como…
“Tapadera”!
Llegados a
este punto, la vanguardia, se planteó la duda de si esperar a los demás y dar
por finalizada la etapa o continuar adelante y… ¡Sálvese quien pueda acometer
los últimos Kms! Un leve cónclave entre los presentes desechó de inmediato la
espera y nos lanzamos despavoridos a recorrer el trayecto pendiente.
Visualizando,
ya, desde las alturas, el ansiado final, procedimos a finiquitar el tramo
restante por un escabroseo y pronunciado descenso, en pos de la ansiada
cerveza. Para no perder la costumbre, tres espabilados, nos equivocamos de
senda en las postrimerías de la etapa y le regalamos a nuestro sufrido cuerpo
unos centenares de metros de propina. Por si no teníamos bastante! Finalmente,
a esos de las 15 horas, llegamos a buen puerto dispuestos a recuperar fuerzas
en el Bar del Punt de Trobada.
Enfrascados
en una amena conversación (la jarra en una mano y el bocata en la otra)
empezamos a divagar sobre el futuro inmediato que nos esperaba y a desconfiar
de la perica de los rezagados, a algunos de los cuales dimos por extraviados,
sin el menor atisbo de duda, entre los vericuetos del camino.
Sorprendentemente,
al cabo de una hora, por el fondo, vimos aparecer a una numerosa y lozana facción
de GRManía dirigiéndose a nuestro encuentro como si tal cosa. ¡Adiós a nuestro
sueño de ser los únicos! ¡Valientes ególatras! Pero mayor fue la sorpresa que
nos llevamos, si cabe, cuando se presentaron agrupados y en perfecto estado de
revista (cansados eso sí) los restantes GRManos/as sin excepción ¡Oléééé´!
Como no
podía ser de otra manera, algunos acaudalados se adentraron el centro
de
“shopping” y procedieron a liberarse de los “pesados” euros que agujereaban sus
maltrechos bolsillos, con la adquisición de artículos variados.
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Andorra la Vella,
sábado, 12 de octubre de 2013
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