martes, 8 de marzo de 2022

A ti, mujer.

A ti, mujer.

Cada noche que te sueño,
mi cuerpo busca tu cuerpo
como el marinero al viento.

Cada vez que veo tu boca,
mi boca busca tu boca
para compartir tu aliento.

Cada vez que te enamoro,
mi deseo busca tu anhelo
para fundirse allí dentro.

Cada vez que me despierto,
recupero la consciencia
y el amor sigue creciendo.

Cada vez que me abandonas,
me quedo con la esperanza
de que el sueño no es eterno.

© Moisés González Muñoz
Dramatización: Producciones Carballés


viernes, 4 de marzo de 2022


La GUERRA de PUTIN
(Bastardo genocida)

Hoy los pájaros no dan vida al cielo,
lo surcan bombas, cargas de mortero,
y lloran niños porque el carnicero
sus lechos sombró de horror y de hielo.

Vidas segadas yacen en el suelo,
risas que hasta ayer eran un lucero
violadas por quien con infame esmero
desde su poltrona dispara con celo.

Arrasada Ucrania, henchido, después,
buscará otras presas que sacien su sed
para que en Europa no crezca la mies.

Si el sátrapa gana, sin sufrir revés,
una vez caigamos todos en su red
seremos lacayos lamiendo sus pies.

miércoles, 9 de febrero de 2022

Escribir es lo de menos

Escribir es lo de menos.

Hoy, queridos compañeros, me voy a salir de madre
y en lugar de escribir serio convocaré un aquelarre.
No es que me crea muy listo, pues más bien soy algo cafre,
pero de un tiempo a esta parte vivo preso de un descuadre.

Antes de que os preguntéis que es lo que llevo entre manos
o abandonéis la lectura de estos cuatro versos vanos,
quiero hablar de algo candente que acontece a los humanos
y que, poquito a poquito, nos va atando pies y manos.

Sé que el tema es delicado y que me pueden dar fuerte,
pero llevo tantos años golpeándome en la frente,
que no me importa un pimiento lo que piense cierta gente
y no me vencen reparos si hay que tentar a la suerte.

Como no visto cordura ni calzo principios sanos
y no quiero dar lecciones a lectores ni escribanos,
pondré en solfa mis prejuicios, seguro que puritanos,
para expresar un asunto que deja mis pelos canos.

Voy, amigos, al meollo, que la aguja está enhebrada,
y a ver si zurzo algo en serio con la escritura versada.
Me refiero a una conducta que yo antes tuve aparcada
y que de un tiempo a esta parte me ocupa media jornada.

Hablo de tecnologías y de asuntos digitales
que según voces expertas conducen a los portales
y abren de par en par puertas a Cervantes sin caudales
desprovistos de mecenas que los hagan inmortales.

Puedes escribir de lujo y tu obra ser preciosa
pero si no le echas jeta y tu presencia no acosa
serás un número huero en esta selva grandiosa
de aspirantes que se vieron sepultados por la losa.

Hoy para alcanzar la fama, debes patear Las Redes
y tener mil compradores para venderles tus peces.
Has de ser un buen payaso y decir muchas sandeces
para embaucar a lectores, amigos y mequetrefes.

Si quieres ser destacado, entre tanto aventurero,
has de dedicar mil horas a teclear con esmero
entradas, reseñas, versos y camelarte al librero
o no venderás escoba aunque seas chamarillero.

Yo, que ansío superventas, me prodigo en letanías.
A veces cuento algo serio, otras simples tonterías.
Y mientras consumo horas y voy quemando energías
me abro a los desconocidos y olvido las cercanías.

En Facebook soy un hacha. Me desenvuelvo ligero.
Me llueven las amistades, más solo acepto a quien quiero
pues tras presuntos perfiles descubrí a un vil usurero
y a una chiquita muy mona que me ofreció su hormiguero.

En Twitter soy precavido y oculto bien mis manías,
que hace poco entré en conflicto por defender teorías
y me saltaron al cuello, mostrándome sus encías,
un grupo de nobles canes bastardos de señorías.

Según todos los adictos, Instagram es el presente,
pero o yo me esfuerzo poco o no he tenido la suerte
de publicar una historia que parezca algo decente
y que a mi escasez de amigos se le añada mucha gente.

Ayer por Messenger supe que soy hijo de herederos
que además de ser amables debieron ser muy austeros
pues me han legado fortuna recubierta de dineros
y solo con dar mi cuenta me la llenaran de ceros.

Por si hasta aquí fuera poco, el wasap también me mola,
cada día al despertarme me esperan haciendo cola
mil historias y mensajes que saltan como una ola
para evitar que mi alma se sienta perdida y sola.

Podría seguir tejiendo mi ristra de estupideces.
Los años me van gastando, desvarío tantas veces,
que entre modernos avances soy maestro de memeces.
Así que olvidadlo todo. No compréis mis idioteces.

Ya no os daré más la murga que bien os he maltratado.
Podéis cebaros conmigo, me lo tengo bien ganado.
Debí de hablaros de libros que es lo que había pensado
pero me he fui por las ramas cual viejo desmemoriado.

Lo peor de este dislate que me ha costado dos días
y me ha ocupado las horas maquinado tonterías
es que con tantas simplezas preñadas de ñoñerías
la lengua habré destripado, dejando reglas vacías.

Hasta aquí los desvaríos de un rehén de la ignorancia
que en vez de lectura amena compuso esta cosa rancia.
Si te has identificado dale al botón de Me Gusta
pero si te he defraudado… ¡no te ensañes con la fusta!

Moisés González Muñoz
https://sites.google.com/site/mgonza75
Ávila, 09 de febrero de 2022.

lunes, 24 de enero de 2022

Ómicron


Ómicron


El martes, al levantarme,
creí que era un resfriado.
¿Tal vez debí de dormirme
con el culo destapado?

Noté mis ojos llorosos.
Solo hacía que estornudar.
¡Menuda fuente de mocos
fluía tras cada sonar!

Al tomar el desayuno
se me irritó la garganta.
¡Me bebí un vaso de zumo
y me entró dolor de panza!

Vaciados los intestinos
me apalanqué en un sillón.
¡Hay que apretar cien botones
pa ver mi televisión!

Mientras estaba comiendo
me entró dolor de cabeza.
¡Vaya día que estoy teniendo
por mi nocturna torpeza!

Según pasaban las horas
los achaques aumentaron.
¡Sudores con tiritonas
y otros males se alternaron!

A media tarde tosía
y me notaba caliente.
¡A fiebre, me refería,
no me seas indecente!

Como en todas las noticias
solo hablaban de contagios,
me puse dos mascarillas
de esas que solo son plagios.

Camino de la farmacia,
tozudo, fui meditando:
¡Si apenas salgo de casa!
¡No lo puedo haber pillado!

En la cola, diez personas,
unos fumando cigarros
y otros con el tapabocas.
¡Todos, esquivos y extraños!

―¡Buenas tardes, señorita!
―¡Bienvenido, caballero!
―¡Manténgase alejadita!
―¡No me sea usted agorero!

―¿Tienen test de esos tan caros?
―¡Ayer nos llegaron varios!
―¡Venga, póngame unos cuantos
que estamos muy mosqueados!

―¡Seguro que ha sido el bicho
que viene muy bien cargado
y antes que el nombre hayas dicho
el mamón te ha contagiado!

―Pues tiraremos derechos,
mientras la suerte buscamos,
para no salir maltrechos
si al fin de él no nos libramos.

Nada más volver a casa
y hacer lo que está marcado
apareció la sentencia:
¡El virus nos ha infectado!

Una semana después,
y a pesar de la vacuna,
nos ha quedado a los tres
una tos seca y perruna.
©️ Moisés González Muñoz