lunes, 31 de octubre de 2016

GR4 Etapa 2 (22-10-2016)

GR4 Etapa 2 (22-10-2016)
Coll de Pal – Santuari de Falgars. 

Segunda etapa de este GR4.

De inicio las perspectivas no son demasiado halagüeñas, pues el día amanece lluvioso y el autocar, que llega con cierto retraso, se salta la parada del autobús haciéndonos caminar unos metros de más.

Una vez acomodados en nuestros respectivos asientos, un veterano GRMano interroga al conductor sobre el motivo del retraso, y éste, novato y con escasa convicción, alega que se ha perdido por entre las calles en obras de Terrassa. Justificación poco creíble, pues Terrassa es una ciudad impoluta y perfectamente organizada. Sin apenas obras en sus armoniosas calles, y con una señalización impecable cuando éstas se producen…

Superados los contratiempos, pero con cierto retraso, nos disponemos a recorrer los muchos kilómetros que nos separan del punto de partida: El coll de Pal.

El correr de la seca estación otoñal hace que la oscuridad nos acompañé durante la mayor parte del recorrido hasta nuestro punto de partida. Y más si a ello le añadimos los amenazantes y negros nubarrones que se ciernen sobre Catalunya. ¿Tantos días de sequía y se pone a llover hoy? ¡A eso se le llama mala suerte!

Después de un par de horas de trayecto, cuando el autocar se detiene en lo alto del Coll de Pal, una grisácea y densa humareda emerge de la parte trasera del vehículo como si alguien hubiera abierto la trampilla de una chimenea encendida con leña húmeda. En la retaguardia del novísimo autocar el pestilente olor se hace insoportable, y los “pacíficos” viajeros que ocupamos los asientos de cola vociferamos alocadamente para que el conductor abra la puerta y nos permita abandonar el vehículo antes de que los mortíferos gases acaben con nosotros.

Tras unos momentos de prisas y achuchones, descendemos a la explanada que hay junto a la carretera. Cogemos nuestras repletas mochilas y nos preparamos para la marcha, en descenso, que nos conducirá hacia nuestras respectivas mentas: La pobla de Lillet (grupo B), y el Santuario de Falgars (grupo A).
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Atrás dejamos la planicie de la hermosa, rica y atrayente Cerdanya para adentramos en el no menos bello, pero escarpado, territorio Pre pirenaico.

Fieles a nuestra genuina idiosincrasia, cuando apenas llevamos unos  trescientos metros de recorrido, la distancia entre los de cabeza y cola es ya de casi 250.

Nada más cruzar el torrente del coll de Pal (deshidratado a causa de la pertinente sequía), los de cabeza se detienen para proceder a la primera reagrupación. Para matar la espera extraigo de mi mochila una galleta energética que engullo con fruición y sin ánimo de compartir con nadie. A mi lado se encuentra Inés Valera, con la cara compungida, observando cómo me zampo el reconstituyente alimento sin decir ni mu. Entonces, se acerca Jaime Pavón y me pregunta si llevo alguna galleta de más y se la puedo ofrecer a su media naranja, pues ella se encuentra falta de fuerzas y no lleva ninguna en su mochila. Con resignación, le entrego las dos que me quedan. ¡Todo sea por la multitud de ocasiones en las que ella nos ha deleitado con dulces, tartas, chocolates y otros manjares de cosecha propia!

Cuando las últimas unidades alcanzan al punto de reunión (¡para qué esperar a que se recuperen!) reiniciamos la marcha por una trocha algo más marcada.

Enfrascados en nuestras banales conversaciones, los de cabeza estamos a punto de saltarnos el desvío a la izquierda. Suerte que alguno espabilado (¿Paco Ortega, Jaime…?) da la voz de alarma y nos devuelve a la senda correcta. Otros, menos avispados (¿verdad Pepe y Paco Victoria?), continúan por el camino equivocado y avanzan durante un buen trecho sin percatarse de su extravío.

Poco a poco, según vamos perdiendo altura, las despobladas praderas van dando paso a zonas recubiertas otro tipo de vegetación: matorrales, sabinares, espinos y varias clases de arbustos. En una de esas zonas, tras dejar atrás una angosta y solitaria pradera, localizamos una explanada, en pendiente, y allí nos detenemos para desayunar, recuperar fuerzas y esperar a los Grmanos extraviados  

A medida que vamos llegando al lugar nos vamos acomodando junto a nuestros queridos compañeros. La mayoría, “a pelo”, en el levemente escarchado suelo a causa de la humedad de la jornada. Otros, pocos, ¡qué remilgados ellos y ellas!, extraen de sus mochilas una alfombras de poliéster para proteger sus delicadas posaderas. ¡Hasta dónde hemos llegado! ¿Dónde quedaron aquellos sufridos trepadores y aquellas valientes alpinistas que iban a la montaña con lo puesto?  

Concluido el desayuno reiniciamos la marcha y nos adentramos en el bosque (principalmente poblado de coníferas, aunque también crecen esporádicos chaparros,  encinas, robles, álamos….). Por sorpresa, a la altura del torrente de la Bauma Roja nos topamos con una partida de cazadores. Éstos, al acecho en sus respectivos puestos, se hallan dispersos por la zona con la intención de abatir algunas piezas de jabalí, y establecer, así, el equilibrio ecológico alterado a causa de la ausencia de depredadores para los belicosos y devastadores omnívoros.

Tras charlar con uno de los batidores, decidimos detener la marcha, en espera de los rezagados, y transitar en compacto pelotón para evitar que algún despistado y solitario caminante sea confundido con uno de los fieros y asilvestrados animales y se produzca un fatal accidente en forma de perdigonada en el trasero.

Amparado en la protección del grupo detengo mis pasos y me adentro entre la vegetación para liberar mi repleta y exigente vejiga, y al abandonar mi escondite, para recuperar la senda correcta, aparezco de improviso ante los ojos de Paco Victoria que espantado exclama: - ¡Coño, que susto, pensaba que eras un jabalí!

Como nuestra capacidad parar permanecer agrupados es bastante limitada, de inmediato se estira el grupo. Unos, en su afán por correr, avanzan desbocados a todo trapo hacia la meta. Otros, más relajados, van oteando el paisaje otoñal y disfrutando de las múltiples tonalidades crematísticas de la época: anaranjados,  verdes, morados, rojizos, lilas, amarillos, marrones, grisáceos, negros... Y los más rezagados, sin prisa, pues han decidido explorar el terreno en búsqueda de setas.
Los más avezados micólogos descubren y recolectan algunos robellones y varias  clases de hongos comestibles. Otros, como yo, auténticos neófitos en la materia, no localizamos ninguna pieza y desistimos rápidamente de la inútil búsqueda.

Después de un buen rato caminando por una senda surcada en el bosque, alcanzamos una pista forestal que zigzagueando nos conduce al “Refugi de Erols”. Una Masía grande y muy bien conservada, rodeada de tierras de labranza, una huerta y un espacio cercado donde destaca una piscina. Parece ser un lugar de reposo y alojamiento para uso y disfrute de la naturaleza, pues en el lado norte de la misma se hallan aparcadas dos auto caravanas con personas dentro. Al pasar junto a una de ellas, un niño rubio y despierto montado en una bicicleta, nos saluda alegremente mientras pedalea jubiloso encima de su vehículo a pedales.

Luego de un buen trecho avanzando por la bien cuidada pista forestal, divisamos, al fondo, los vestigios de la antigua cementera de Asland, hoy abandonada. Una aparatosa, desvencijada y ruinosa y fea edificación que emerge a la falda de la erosionada ladera de la montaña, languideciendo en un lamentablemente estado de conservación, y manteniéndose en pie de forma absolutamente milagrosa.

De pronto, sin previo aviso, aunque no de manera inesperada, la lluvia hace acto de presencia y debemos protegernos con nuestra ropa de agua o cobijarnos bajo el paraguas, aquel previsor que lo ha traído y lo tiene a mano.

El benigno aguacero, que dura entre quince o veinte minutos, apenas si consigue calar la ropa de quienes no han considerado oportuno protegerse del chaparrón.

Hacia la una del mediodía, con las piernas cargadas por el constante descenso, alcanzamos La Pobla de Lillet, final de trayecto para los del grupo B.

Una vez reagrupados todos los caminantes junto al cauce del joven, manso y cristalino Llobregat, y al amparo de los socorridos paraguas, debatimos sobre la conveniencia de continuar con el recorrido previsto para los miembros del grupo A, o dar por finalizada la etapa en este punto. Pese a que alguno de los habituales integrantes del citado grupo descabalga y abandona la batalla con cierta cobardía, la mayoría de valientes optamos por continuar con la programación prevista, acometer la subida y personarnos en el Santuario de la Virgen de Falgars.

Aclarado el tema, nos despedimos de nuestros amigos y desertores, cruzamos el cauce del río, y emprendemos la ascensión en busca de la paz del Santuario.

Una leve y casi imperceptible llovizna nos acompaña durante los primeros metros de la exigente subida, la cual realizamos cada uno a nuestro ritmo y en diferentes grupos. Al poco de iniciar la misma, Florenci nos avisa de la presencia, entre la vegetación, de tres secuoyas de tamaño considerable. A mitad del recorrido nos topamos con un grupo de afanosos recolectores de setas silvestres que rebuscan escondidos entre la espesura del bosque. Y al final del trayecto nos encontramos con unas cuantas familias que disfrutan junto a sus retoños de la belleza del paraje a la vez que alimentan una fogata para realizar una suculenta barbacoa.

Alcanzada la meta, y tras observar el precioso paisaje encaramados a la atalaya de un impresionante mirador, nos dirigimos por la carretera en espera del autocar.

Transcurridos unos minutos de expectante clama nos sorprende la ausencia del autocar del lugar donde en teoría debería haber venido a recogernos.¡Suerte de los frutos secos de Ana! A su vez, problemas de cobertura nos impiden a varios de nosotros contactar con el grupo por teléfono. Por suerte, Antonio Domínguez consigue establecer comunicación con su media naranja (Antonia) y descubrimos con pesar, sorpresa y cierta incredulidad, que nuestros compañeros siguen dándole a la cerveza en el bar, en lugar de dignarse a venir a recogernos.

Fruto de la descoordinación, o tal vez debido a un mal entendido se mantienen estacionados en Sant Julia de Cerdanyola, aguardando pacientemente nuestra llegada, cuando en realidad, y según lo previsto en la etapa, deberían haber venido a recogernos al Santuario.

Una vez aclarado el tema, y con el fin de acortar la espera, iniciamos un breve descenso por la vía asfaltada que conduce a La Pobla de Lillet, hasta alcanzar la intersección de la misma con el desvío a la izquierda hacia Sant Julià de Cerdanyola.

Con bastante retraso sobre el horario inicialmente previsto nos encaminamos a  Guardiola de Berguadà para localizar un establecimiento donde acomodarnos para poder comer.

A la salida del pueblo, en un Bar que se halla al lado de la antigua carreta, nos recibe una camarera, con amabilidad, pero a la vez compungida, pensado que pretendemos a comer todos allí. Una vez aclarado el entuerto (nosotros solo necesitamos algunas mesas, mucha cerveza y varios cafés) nos acomodamos en las mesas y sillas que, previo permiso del dueño de nuestro local, expropiamos a la terraza de otro establecimiento de alterne que en esos momento está cerrado.

Cuando procedemos a colocar las mesas y sillas en la acera que discurre en paralelo a la carretera, surge el primer contratiempo, pues el sesudo dueño de una ferretería que permanece cerrada nos impide aposentarnos delante de su negocio. 

Una vez saciada el hambre, agotada la sed, y devoradas las tartas caseras de Inés y los bombones con los que el Leonés Ginés nos ha obsequiado, procedemos a devolver el mobiliario a su lugar de origen, y aquí nace el segundo malentendido, ya que aparece el dueño de los enseres y nos abronca por haberlos utilizado sin su consentimiento.
–¡Tranquilidad y buenos alimentos!- le contesta Paco Ortega. –¡ Y aclare usted el tema con su compañero de profesión, o dueño, del establecimiento vecino, que es quien nos ha dado permiso para utilizar los dichosos bártulos!

Sin la más mínima intención del conocer el resultado final de la casi segura venidera disputa, levamos anclas, abandonamos el lugar y nos dirigimos al autocar. ¡Ya pregonarán las noticias el desarrollo de la contienda si se desata la guerra ¡Esperemos que la sangre no llegue al río!

Aprovechando que el viaje es bastante largo y da para mucho (siesta incluida), Pedro nos deleita con la lectura de otra de sus maravillosas y siempre acertadas rimas, versada sobre lo acontecido en la etapa anterior. ¡Hubo quién confundió arrimar el hombro con apretar el culo!

Finalmente, y como ya os tengo a todos/as  bien enseñados, os paso el papel de la lumineta y, para sorpresa mía, todo el mundo apunta correctamente los números por él/ella escogidos  

Bar Restaurante El Senglar (Guardiola de Berguedà)
C/ Comerç 38
Teléfono 93 822 73 46

Blog de GRManía:

Guardiola de Berguedà
Sábado, 22 de octubre de 2016.

domingo, 21 de agosto de 2016

A mi amigo Javier!

A mi amigo Javier!

Hola todos y a todas.

Siento no poder desearos los “buenos días” pues, para los que aquí estamos, tengo por seguro que hoy no lo son.

Con permiso de la familia, a la cual expreso mi más sincero pésame, quisiera dedicar unas palabras a Javier, a quien, desgraciadamente, hoy decimos adiós.

 No hablaré de sus virtudes pues de nada sirve ya. Tampoco de sus defectos ya que sería un cobarde. Hablaré de mi amigo Javier, al cual conocí hace casi 50 años, y que hoy, desgraciadamente, nos deja para siempre. 

Yo había llegado a Hoyos del Espino, un pueblo totalmente desconocido para mí, en septiembre de 1965, junto a mi numerosa familia; y en la escuela del pueblo conocía a mis nuevos amigos: Luis, Roberto, Pepito, Alonso, Javier (mi vecino y también finado) a su hermano Ángel, a Miguel Ángel y otros más que me perdonarán su olvido y … ¡a JAVIER! ¡El niño que no sabía pronunciar la R!

También a las niñas de mi edad, pero como por aquella época íbamos segregados a la escuela y vivíamos en mundos diferentes, a duras penas si recuero alguno de sus nombres.¡ Perdonad mi olvido y mi afrenta!

No me preguntéis porqué, pero desde el primer momento en que conocí a Javier, el hijo del cartero, algo especial me unió a él.

Durante los años de mi feliz estancia en Hoyos del Espino, Javier fue mi cicerón, mi guía por el pueblo, mi guardián, mi compañero de aventuras y desventuras, el hombro al que arrimarme… mi amigo del alma.

A lo largo de aquellos cinco maravillosos años fuimos inseparables.

Desgraciadamente, en septiembre de 1970 el destino nos separó enviándonos a estudiar a lugares muy distantes (yo ingresé en el Diocesano de Ávila y él partió a un internado en Valencia). ¡Cómo añoré su ausencia durante todos aquellos meses escolares!
A partir de entonces, nuestros encuentros se limitaron a los periodos vacacionales. Aquellos cortos, pero dulces e intensos momentos de compartir vivencias, sellaron definitivamente nuestra amistad.

Finalmente en 1973 emigré a Cataluña y perdí su rastro durante varios años.

Volví varias veces en verano a Hoyos del Espino, pero desgraciadamente no conseguí contactar con él.

Para mi ventura, recuperé su rastro uno de aquellos días que, al regresar de Gredos, volví al pueblo de visita y la diosa fortuna hizo que se cruzaran nuestros caminos. ¡Aún recuerdo el abrazo en que nos fundimos!

Desde entonces, fuimos cultivando, esporádicamente bien es cierto, nuestra amistad, hasta que el verano pasado vine en su búsqueda para entregarle un regalo: Un ejemplar de mi libro, uno de cuyos capítulos estaba dedicado a él, por ser uno de mis dos amigos mejores de la infancia. Aquella tarde de sobremesa compartimos recuerdos del pasado y elaboramos planes de futuro. Al despedirnos, quedamos para sentarnos, de nuevo en el Drakar, este fatídico verano del 2016 y seguir intercambiando experiencias.

¿Quién imaginaba que este encuentro jamás llegaría a producirse?

Desgraciadamente, hoy, en lugar de venir a ese ansiado encuentro, he venido a despedirme de ti. Todo lo que estoy contando ahora ya te lo dije a ti, pero en tu último adiós, quiero recordártelo y pedirte que me guardes un lugar a tu lado para cuando a mí me toque la vez.

¡Hasta siempre amigo! 

A MI AMIGO JAVIER

¿Recuerdas compañero
cuando éramos dos críos
y soñábamos juntos
dibujando el futuro?

¿Cuando salíamos, libres,
ya hiciera sol o frío,
a vagar por las calles
de Hoyos del Espino?

Aquellos días gloriosos.
De risas y desvarío.
De niñez revoltosa.
De juegos divertidos.

De intercambiar secretos.
De hablarnos al oído.
De saltarnos las normas.
De intentar lo prohibido.

De carreras al viento
con el simple objetivo
de vivir al momento
la dicha de ser niño.

Apenas si fue un lustro
de convivir contigo,
pero me cautivaste,
Javier, mi fiel amigo.

Hoy todo lo soñado,
lo andado y lo vivido
se visten de lamento,
de dolor, de quejido.

¿Qué funesta desgracia
se encaprichó contigo,
rasgando la esperanza
sin darte ni un respiro?

¿Quién forjó la guadaña
de sanguinario filo,
y la blandió con saña
segando tu camino?

Como lobo enjaulado.
De dolor consumido.
La ilusión cercenada.
y el corazón partido.

Ocultando, celoso,
tu orgullo malherido,
encaraste la trocha
del lóbrego destino.
                
Cuando llegó la noche,
preñada con el frío,
emprendiste la senda
por el bosque sombrío.

Hoy lloramos tu ausencia
Desgarrados, hundidos.
Ajados cual flor muerta.
Yermos como baldíos.

Sin embargo, cartero,
aunque ya te hayas ido.
Tu recuerdo a mi pena
viajará siempre unido.

Nunca olvidaré, amigo.
Que tú fuiste mi faro.
Que me diste la mano.
Que danzaste conmigo.

Que apretaste mis hombros.
Que me abriste caminos.
Que compartimos penas.
Que fuimos… ¡Dos amigos!

Allá donde descanses,
extintos tus latidos.
Donde tú estés, Javier.
¡Siempre serás mi amigo!

Descansa en paz Javier!

Hoyos del Espino (Ávila), Jueves, 19 de agosto de 2016. 

viernes, 12 de agosto de 2016

!In memoriam, Magdalena!

(El pasado día 10 de agosto, de manera absolutamente inexplicable, nuestra querida Magdalena nos dejó cuando acababa de estrenar los 86 años.

Ante la inesperada pérdida, las palabras difícilmente pueden explicar los sentimientos, a pesar de todo, este es mi sentido homenaje a tu adiós.) 

Buenos días a todos!

En primer lugar daros las gracias a todos/as vosotros por haber estado a nuestro lado en estos momentos de inconsolable amargura. A todos aquellos que nos han abrazado en los momentos de angustia, cuando la esperanza luchaba contra la dura realidad y el fatídico destino. A los que nos habéis animado cuando el abismo nos amenazaba con su vacío. Y también a todos los que, desde la lejanía, nos han ayudado durante estos 8 días de indeseable desventura.

Desafortunadamente, nuestros sueños y vuestros deseos han sido incapaces de luchar contra la adversidad, de detener la tormenta y de cambiar el destino.

Aquí nos tienes, Magdalena, a todos los te quisimos en vida y te seguiremos queriendo para siempre, con el alma destrozada y el corazón roto por tu inesperada marcha.Gracias, Magdalena, por todo lo que nos diste en vida, y no sólo por las cosas materiales, sino principalmente por aquellas otras que nos llenaban de alegría del alma y de vitalidad el corazón.

A ti, Magdalena, te debemos muchas de las múltiples experiencias compartidas durante todos estos años: en la calle Escudero, al de San Crispín, en Vacarisses, en Olius, y tantos y tantos lugares ... Las aventuras con el seiscientos; los buenos días de naranjada en la cama; las madrugadas para ir a pescar con el abuelo; las Navidades con la familia; las incontables horas dedicadas a cuidar de los nietos cuando eran pequeños; y una larga lista de agradecimientos que sería imposible de enumerar.

Hoy que de manera desafortunada e incomprensible inicias el viaje de no retorno, que nos abandonas, que nos dejas huérfanos y marchas de nuestro lado físicamente, puedes caminar tranquila, pues allá donde vayas, tu aliento, tu recuerdo y tu permanente sonrisa siempre viajarán con nosotros.

Aunque que ya sea demasiado tarde, te pedimos disculpas por nuestros errores y nuestros olvidos involuntarios, pues como suele suceder con la mayoría de los hijos, no hemos sido conscientes de lo que representaban los padres hasta que no los hemos perdido. Solo entonces, ya  de manera irremediable, hemos nos damos cuenta del tesoro que teníamos en nuestras manos y de que siempre lo hemos sabido valorar, amar, ni agradecer como se merecía y era preciso.

A partir de hoy, Magdalena, ya no será necesario que intentes esconder tu edad verdadera, ya que para todos nosotros tú siempre tendrás los 18 años que, año tras año, afirmas terminar de cumplir. Desgraciadamente ya no podremos volver a sentir nunca más esas frases tan tus (¡continuaremos estando cargados de puñetas!; añoraremos tu voz al otro lado del teléfono; echaremos de menos tus cariñosas felicitaciones de cumpleaños; nadie nos invitará a coger algo de la nevera, no tendremos a quien decirle -¡Hola, soy yo ...!, al entrar por la puerta de tu casa.

En el momento de tu adiós, Magdalena, puedes sentirte muy orgullosa ya que tus hijos: Pedro e Isabel; tus nietos: Axel y Noe; David y Carol; el Ima y tu Raulet; tu bisnieta Lucía; tus yernos; tu hermana, tus sobrinos; el resto de la familia; y los amigos y vecinos, continuaremos teniendo una mama, una abuela, una bisabuela, una hermana, una tía y una amiga o vecina a quien amar y a quien mantener presente en la memoria, aunque por desgracia ninguno de nosotros podrá cogerte nunca más la mano o darte otro beso.

Recuerda, estimada, que la muerte no nos podrá robar nunca a los seres queridos mientras nosotros seamos capaces de mentirlos vivos en la nuestra memoria.

Descansa en paz, Magdalena!
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(El passat dia 10 d'agost, de manera absolutament inexplicable, la nostra estimada Magdalena ens va deixar quan acabava d’estrenar els 86 anys.

Davant la inesperada pèrdua, les paraules difícilment poden explicar els sentiments, malgrat tot, aquest és el meu sentit homenatge al seu adéu.)

Bon dia a tothom!

En primer llocs donar-vos les gràcies a tots/es vosaltres per haver estat al nostre costat en aquest moments d’inconsolable amargura. A tots aquells que ens heu abraçat en els instants d’angoixa, quan l’esperança lluitava contra la dura realitat i el cruel destí. Als que ens heu animat quan l’abisme ens amenaçava amb el seu buit. I també a tots els que, des de la llunyania, ens heu ajudat durant aquests 8 dies d’indesitjable desventura.

Malauradament, els nostres somnis i els vostres desitjos han estat incapaços de lluitar contra l’adversitat, d’aturar la tempesta i de canviar el destí. 

Aquí ens tens, Magdalena, a tots els et vam estimar en vida i et continuarem estimat per sempre, amb l’ànima desfeta i el cor trencat per la teva inesperada marxa. 

Gràcies, Magdalena, per tot allò que ens vas donar en vida, i no només per les coses materials, sinó principalment per aquelles altres que ens omplien de joia l’ànima i de vitalitat el cor.

A tu, Magdalena, et devem moltes de les múltiples experiències compartides durant tots aquests anys: al carrer Escuder, al de Sant Crispí, a Vacarisses, a Olius, i tants i tants llocs... Les aventures amb el sisens; els bons dies de taronjada al llit; les matinades per anar a pescar amb l’avi; els Nadals amb la família; les incomptables hores dedicades a cuidar dels nets quan eren petits; i una llarga llista d'agraiments que seria del tot impossible d'enumerar. 

Avui, que de manera desafortunada i incomprensible inicies el viatge de no retorn, que ens abandones, que ens deixes orfes i marxes del nostre costat físicament, pots caminar tranquil·la, doncs allà on vagis, el teu alè, el teu record i el teu permanent somriure sempre viatjaran amb nosaltres.

Tot i que ja és massa tard, disculpa les nostres errades i els nostres oblits involuntaris, doncs com succeeix amb la majoria dels fills, no hem estat conscients del que representaven els pares fins que no els hem perdut. Ha estat llavors, quan de manera irreparable, ens hem adonat del tresor que teníem a les nostres mans i de que no l’hem sabut valorar, estimar ni agrair com es mereixia i calia. 

A partir d’avui, Magdalena, ja no caldrà que intentis amagar la teva l’edat verdadera, ja que per a tots nosaltres tu sempre tindràs els 18 anys que, any rera any, afirmaves acabar de complir. Desgraciadament ja no podrem tornar a sentir mai més aquelles frases tan teves (¡continuarem estant carregats de punyetes!; enyorarem la teva veu a l’altre costat del telèfon; trobarem a faltar les teves afectuoses felicitacions d’aniversari; ningú no ens convidarà a agafar quelcom de la nevera; no tindrem a qui dir-li  -¡Hola , sóc jo...!, en entrar per la porta de casa teva. 

En el moment del teu adèu, Magdalena, pots sentir-te ben orgullosa ja què els teus fills: Pere i Isabel; els teus nets: L’Axel i la Noe; El David i la Carol; l’Ima i el teu Raulet; la teva besnéta Lucía; els teus gendres; la teva germana, els teus nebots; la resta de la família; i els amics i veïns, continuarem tenint una mama, una avia, una besàvia, una germana, una tieta i una amiga o veïna a qui estimar i a qui mantenir present en la memòria, encara que per desgracia ningú de nosaltres podrà agafar-te mai més la mà o fer-te un altre petó.

Recorda, estimada, que la mort no ens podrà robar mai els éssers volguts mentre nosaltres siguem capaços de mentir-los vius a la nostra memòria.

Descansa en pau, Magdalena!


viernes, 5 de agosto de 2016

GR5 - Etapa 10 (18-06-2016)

GR5 - Etapa 10 (18-06-2016)
Aiguafreda – Sant Miquel del Fai.

Hoy 18 de junio de 2016 ponemos punto y final a la temporada 15-16, y como es norma habitual caminaremos poco y celebraremos mucho.

Una semana meteorológica un tanto atípica para la temporada en que nos hallamos nos ha mantenido en duda sobre la conveniencia, o no, de realizar la etapa. Tanto es así que hace dos días, ante la perspectiva de lluvia para la jornada de hoy sábado, había quien abogaba por suspender la caminata y concentrar toda nuestra energía en la comilona de Sant Llorenç Savall. Finalmente y tras alguna que otra deliberación por parte de las mentes pensantes, se decidió tirar para adelante, cruzar los dedos y confiar en que la lluvia nos diera una tregua y nos permitiera realizar el recorrido previsto.

La imposibilidad material de la mayoría de nosotros para participar en la etapa programada para el pasado día 8 de junio, primera del enlace con el GR5, nos obligó a suspenderla, así que hoy procedemos a recorrer el trayecto no andado (Aiguafreda – Sant Miquel del Fai), en lugar del inicialmente previsto (Sant Miquel de fai – Sant Lloreç Savall).

Tras acomodarnos en el autocar, algunos móviles empiezan a echar humo en su afán por adivinar, vía radar meteorológico, que nos deparará la jornada. Negros nubarrones se ciernen sobre la zona que vamos a transitar, pero las corrientes de aire parece ser que se han alineado con nosotros y aparentemente la borrasca  se irá alejando de nuestro recorrido. ¡Confiemos en la buena suerte!

Al descender del autocar en Aiguafreda, nuestros ojos se dirigen, inmisericordes, hacia las alturas para observar el panorama. El cielo, cubierto de un manto oscuro, no presagia nada bueno, pero… ¿Qué somos?... ¿Valientes y aguerridos  caminantes?... ¿O turistas de pacotilla que se arrugan ante unas cuantas gotas?

Unos por convicción y otros por que no se diga, el caso es que todos nos ponemos a caminar en dirección a la meta (¡Será que ya olemos los manjares!). Mientras Antoni busca cómplices que acarreen con los Walkys. ¡Menuda papeleta la suya!  

Teniendo en cuanta que todos vamos al mismo lugar y que hoy solamente hay una opción, lo lógico sería que transitáramos juntos. Pero para no romper la tradición nada más iniciarse la marcha se rompe la armonía y cada uno a lo suyo.

A las afueras del pueblo nos topamos con la iglesia de Sant Pere de Valldaneu y junto a la tapia del cementerio anexo nos detenemos para reagruparnos. ¡Todavía quedan GRManos con algo de cordura!

Después de una corta espera, al fondo, por la retaguardia, aparecen la mayoría de los rezagados caminantes. Faltan a la cita Paco Victoria, Cesc y Marcos, pero según los entendidos no es menester esperarlos pues han salido de estampida y transitan por delante, a la cabecera del grupo, a velocidad de vértigo.

Tras despedirnos de las silenciosas almas que descansan bajo el sueño eterno, nos desviamos a la derecha, por una estrecha vereda perdida entre el arbolado y la maleza, para adentrarnos en el bosque.

Luego de un rato caminando, encaramos una ligera subida y nos topamos con una cerca metálica que pretende ponerle puertas al campo, y un poco más adelante, de entre la espesura del bosque, emerge una señorial masía medio oculta. Ésta se halla rodeada de tierras de cultivo, y en una de sus huertas destaca un cerezo cargado de encarnadas y apetitosas bolitas maduras. Uno, que pasa por ser un individuo incorregible, no puede resistirse a la tentación de probar la sugerente fruta prohibida y recolecta un puñado de frutos rojizos para degustarlos. ¡UUMM!

Nada más abandonar las propiedades del masovero aparece ante nuestra vista una exigente y retadora pendiente de difícil transitar, pues a la inclinación del firme, debemos añadir la ausencia de elementos naturales a los cuales aferrase para salvar el pronunciado repecho. Cada cual a nuestro ritmo vamos sufriendo los rigores de la empinada cuesta, y entre jadeos, sudores, resbalones, paradas para reponer fuerzas (que disimulamos con la excusa de esperar a los de atrás) y algún que otro contratiempo, vamos lanzando maldiciones a aquel que diseñó la ruta para alcanzar el primer altiplano.

A medida que vamos alcanzado el primer replano, nos vamos deteniendo para recuperar el resuello y esperar la llegada de los del furgón de cola. Todos menos Paco Ortega y Pepe Hervás que deciden tirar para adelante en solitario y los que se supone van por delante (Paco Victoria, Cecs y Marcos).

Alguno, entre los que me incluyo, ponemos en duda que Josefina y Pili puedan alcanzar el lugar donde nos hallamos nosotros, más por la dificultad orográfica del ascenso que por la elevada inclinación de la rampa. ¡Hombres de poca fe!

El discurrir del tiempo nos lleva a pensar que las rezagadas y sus respectivos acompañantes han desistido del empeño, y tras un leve conclave proseguimos la marcha para acometer el siguiente desnivel. Exigente y fatigoso también, pero mucho más fácil de salvar dado que el camino es amplio, está en mejor estado y es más transitable que el recién dejado atrás.

Sofocados por el esfuerzo alcanzamos la cima dels cingles de Bertí y nos acomodamos en una explanada para proceder a desayunar. La inigualable atalaya (que ya fuera lugar de descanso y recuperación de fuerzas hace algunas décadas cuando el grupo hizo la ruta a la inversa) nos acoge en medio del silencio y nos ofrece unas espectaculares vistas sobre el paisaje del valle y la comarca.

Entre bocado y bocado vamos comentando los sucesos de la mañana y nos preguntamos donde se habrán metido los ausentes. Algún conocedor de la situación afirma que Paco Victoria, Cesc y Marcos han tomado un sendero equivocado y han acabado en Tagamanent. Sin embargo desconocemos el paradero de los señores Ortega y Hervás, a los cuales esperábamos encontrar aquí.

Cuando estamos a punto de abandonar el lugar de reposo aparecen por sorpresa los dos extraviados. Éstos, en su afán por ser los primeros en alcanzar la cima se han salido de la ruta, han caminado más de media hora con rumbo equivocado y, al darse cuenta, se han visto obligados a desandar sus pasos para volver a la senda correcta. ¡Qué sería de GRManía sin las repetidas e irreparables pérdidas!

Mientras los aparecidos desayunan se ven obligados a aguantar las hirientes puyas, las risas burlonas y el choteo generalizado de parte de todos nosotros, aunque ellos, impávidos, se defienden como gatos panza arriba.

Acabado el ágape comenzamos a recoger los bártulos y en estas aparecen las dos valientes sufridoras: Josefina y Pilar, escoltadas por sus consortes. ¡Bravo! ¡No me lo tengáis en cuenta y perdonad mi oprobio por dudar de vuestra capacidad!

Recuperadas las fuerzas, reemprendemos la marcha por la senda del GR5 hasta localizar las ruinas de Sant Pere de Betí entre las cuales destacan los vestigios desmoronados de lo que fuera la iglesia del mismo nombre. En una pequeña explanada del camino, junto a la derruida construcción eclesiástica, volvemos a detener nuestros y una vez reagrupados nos encaminamos camino abajo, hasta adentrarnos en el torrente de Puigfred, y continuar en pos de la ansiada meta.

La estrecha senda nos conduce por entre la espesura del bosque, y en nuestro avance nos encontramos, luciendo entre el verde, varias matas de fresas con sus rojizos frutos silvestres. ¿Cómo desperdiciar la ocasión de probar la ofrenda?

Ante la proximidad de la meta, lo tardío de la hora o los oscuros nubarrones que se desperezan por el horizonte, Jordi, Ramón, Evaristo poner la directa y tiran para adelante en pos del Monasterio de San Miquel de Fai. Yo también aligero el paso, e intento seguirlos, pero mis esfuerzos son baldíos y no logro alcanzarlos hasta llegar al parquin del monasterio.

Por turnos, en torno a las dos del mediodía, vamos llegando a la meta donde nos aguardan nuestros compañeros y compañeras del grupo B y el trío de cabeza.

Constatado el extravío del triunvirato (Paco Victoria, Cesc y Marcos), todos nos mantenemos a la expectativa intentando minimizar la indescifrable espera. Jordi, Pepe, Antonio Gil, Cati, Fátima y algún@ más, intentan vanamente contactar con ellos por teléfono y WhatsApp para saber por dónde transitan,  calcular el retraso, y avisar al Restaurante de nuestra más que segura demora.

Una hora y media después de nuestra llegada al punto de encuentro, la trinca emerge de entre el arbolado por empinada senda que conduce al aparcamiento público entre vítores, aplausos y alguna que otra mirada reprobatoria.

Concluida la espera nos acomodamos en el autocar y partimos veloces rumbo a Cal Ramón para dar cuenta del menú consensuado por Jaume Valls.

Como por arte de magia, a las puertas del Restaurante nos encontramos con varios compañeros/as elegantemente vestidos, descansados como si no hubieran andado, muertos de hambre y sorprendidos de nuestra inesperada tardanza.

Luego de cargar el mochuelo a quien corresponde, accedemos al restaurante y nos acomodamos por afinidades o según vamos llegando. La comida, sencilla pero correctamente condimentada transcurre con normalidad, salvo para los que hemos solicitado “bacalao a la llauna” que debemos soportar una dilatada espera. ¡Quién sabe si porqué el bacalao era de Bilbao, porque la llauna estaba agujereada, porque en el horno no cabía tanto “pesaco”, o porque los hados se alinearon contra nosotros, los pringaos!

Mientras vaciamos el contenido de los platos volvemos a las andadas de siempre. Unas quieren la puerta abierta, otras la prefieren entornada y otras cerrada. Aquellos se quejan de calor, estos de frío y los otros de las corrientes. ¡Suerte que somos en torno a sesenta ¡

Cuando nos hallamos en plena comilona se acaban las discusiones sobre el estado en que debe permanecer la puerta, pues se desata una impresionante tormenta de rayos, truenos y viento, acompañada de un torrencial aguacero, que nos obliga a zanjar las discusiones y echar el cierre definitivo a la verja para que no penetre el agua hasta el centro del comedor.

A la hora de la sobremesa llega el momento de dar por concluida la temporada con los habituales actos festivo-culturales. Jaume Valls nos devuelve al pasado con el relato de alguna de sus aventuras de infancia y las particularidades de sus ancestros, sobre hechos acaecidos en el local donde nos encontramos y sobre diversas anécdotas del pueblo y la vida de sus lugareños. Pedro ¿cómo no?  nos conmueve una vez más con la maestría de sus trabajadas, sentidas, emotivas e inigualables rimas, versadas sobre diversos aconteceres de actualidad o sucesos acaecidos en el devenir de GRManía. Yo os doy mi subjetiva opinión (acertada para algunos y posiblemente una murga para otros) con mis habituales y manidos discursos (¡Que no caiga en saco roto la propuesta de que alguna moza se encargue de elaborar los discursos de cierre de temporada!) y, finalmente, Antonio Gil, nos pone la carne de gallina con el audiovisual que rememora los principales momentos de temporada que hoy clausuramos. Muchos de ellos son momentos de alegría, risas y diversión. Pero destaca por encima de todos el sentido, emotivo y doloroso homenaje a la memoria del desaparecido Fidel, que hace que los recuerdos se apoderen de nuestras incrédulas mentes, el dolor de nuestros afligidos corazones y las sentidas lágrimas corran silenciosas por nuestras mejillas. ¡Siempre en nuestro recuerdo, añorado Fidel!


Restaurante Cal Ramón (Sant Llorenç Savall)

Blog de GRManía:

Sant Llorenç Savall
Sábado, 18 de junio de 2016.