GR2 Etapa 4 (19-12-2015)
Besalú - Santa Pau.
Otro año que llega a su fin y van…¡mejor dejarlo así, que ésta es una guerra perdida!
Jornada festiva la de hoy y, como suele
ser habitual cuando se trata de rellenar el buche, autocar casi al completo
para cerrar el cruel año que dejamos atrás.
Hay días en lo que uno no debería levantarse
de la cama y quedarse en casita para no seguir metiendo la pata y, sin duda, el
de hoy es uno de ésos.
La jornada empieza con el pie izquierdo,
pues a una semana griposa de tos e indisposición le sucede una noche de malestar
general. Después de mi habitual desayuno, compuesto por un vaso grande de zumo,
un tazón de soja con café y algún alimento sólido, decido combatir el
desagradable y molesto catarro con un mucolítico previamente diluido en un vaso
grande de agua, y para cerrar el círculo, añado un analgésico con otro generoso vaso
del citado líquido incoloro. ¡Por hidratación no será, no!
Con el estómago más hinchado que un pobre
desnutrido cargo con mi mochila y me dispongo a abandonar el calorcillo del
hogar. Nada más franquear la puerta de salida me percato de que me he olvidado el
discurso de fin de año. A toda prisa retomo mis pasos, entro de nuevo en casa,
conecto el ordenador (¡jamás ha ido tan lento al ponerse en marcha!), localizo
un archivo, que creo es el correcto, y lo envío a la impresora para que me
vomite una hoja con las ideas expresadas en él. Convencido de mí acertado proceder
guardo el papel en uno de los bolsillos de mi repleta mochila (¡sin revisarlo
por supuesto!) y desciendo las escaleras a la carrera para no llegar tarde a la
salida. ¡Pronto pagaré las consecuencias!.
Con la hora pegada al culo me presento en las inmediaciones del campo de fútbol. Para desgracia mía no hay plazas libres en el lugar habitual de aparcamiento y debo dirigirme al otro lado del estadio parar aparcar frente a la puerta principal. Cojo mi mochila y a la carrera me dirijo hacia el autocar, no vaya a ser que me dejen en tierra.
Con la hora pegada al culo me presento en las inmediaciones del campo de fútbol. Para desgracia mía no hay plazas libres en el lugar habitual de aparcamiento y debo dirigirme al otro lado del estadio parar aparcar frente a la puerta principal. Cojo mi mochila y a la carrera me dirijo hacia el autocar, no vaya a ser que me dejen en tierra.
Una espesa niebla ensombrece la madrugada de
la adormilada Terrassa. La bruma, grisácea y húmeda, entela el solitario ambiente
y se presenta ordeñada de la ansiada lluvia, apenas presente en los últimos
meses de esta angosta, seca y desmesuradamente calurosa estación otoñal del
negro 2015.
Al poco de acomodarme en mi asiento del vetusto
medio de transporte me viene a la memoria una situación similar a la de hoy, de
infausto recuerdo, acaecida hace un par de años. Por entonces, 14 de diciembre
de 2013, día de comilona y autocar repleto, otra desmesurada ingesta de
líquidos mañaneros me obligó a detener el abarrotado vehículo, en una carreta
secundaria, a fin de liberar mi repleta vejiga. ¡Espero que hoy no me suceda lo
mismo, y poder así librarme del escarnio y cachondeito de mis queridos y
compañeros/as!
El aforo completo en el autocar, el feliz rencuentro
con algunos compañeros/as ausentes por una temporada, o la proximidad de las venideras
Fiestas Navideñas invitan a la conversación y un desmesurado escándalo inunda la
estancia.
Mientras circulamos por la autopista, en
las inmediaciones de Sant Celoni, temo que mis malos augurios se conviertan en
realidad. Hace unos minutos que ha comenzado a notar que mi vejiga está
rebosante y empiezo a dudar si aguantará hasta el final. Sin embargo, intento
evadirme, olvidar que me estoy orinando y pensar en cosas banales que me
permitan mantener mi honor a salvo.
Nada más penetrar en la verde provincia
Gironina, la situación se complica y la simple necesidad se convierte en
verdadera urgencia. - ¡Me estoy meando, leche! dejo escapar para sorpresa y
asombro de mis contertulianos/as. Entonces, uno de ellos, haciendo gala de su
memoria de elefante, me recuerda aquellos hechos pasados y, con cierto sarcasmo, pone en
duda el perfecto funcionamiento de mi próstata.
Finalmente, y a pasear de mis esfuerzos y
mi supuesta hombría, me veo obligado a detener el autocar en una estación de
servicio. Para mi asombro, veo que no soy el único meón/na pues varios y varias
GRmanos/as descienden del autocar y disimuladamente toman el camino de los
servicios. No sirve de consuelo, pero cuando menos aligera la carga. ¡Unos
tienen la fama y otros cardan la lana!
Aliviados, recompuiestos y aseados volvemos al
vehículo y reemprendemos la marcha en dirección al pueblo de Besalú, el cual
alcanzamos hacia las nueve de la mañana.
Tras llegar a destino aparcamos a las afueras del
pueblo, por la parte este del puente medieval, abandonamos el autocar, recogemos
nuestros bártulos, nos los acomodamos y damos el pistoletazo de salida para
iniciar la etapa Navideña rumbo a Santa Pau.
Como viene siendo habitual, en los últimos
tiempos, la etapa que nos conducirá por tierras de la Garrotxa consta de dos
recorridos alternativos diferenciados por el kilometraje de la misma,
dependiendo del grupo en el que transitemos: A o B.
En estampida, los 49 caminantes partimos
de Besalú en pelotón para acometer los primeros kilómetros de leve pero
constante ascenso. Como no podía ser de otra manera, a las primeras de cambio
el grupo se estira y queda desparramado por el sendero que discurre por entre el
arbolado y la deshidratada vegetación.
Zigzagueando de izquierda y
derecha por una amplia pista forestal, acometemos con vigor los primeros kilómetros
de liviano pero constante ascenso. En nuestro caminar, vamos dejando atrás y a los
lados campos de labranza hibernados, praderas despoblabas de animales y alguna que
otra masía solitaria. Avanzamos por el reseco camino forestal que discurre
entre la masa foresta,l hasta alcanzar la ermita de Sant Fruitós d’Ossinyà que emrge de entgre la espesura del bosque. Allí, en la explanada que hay frente a la misma, reagrupados y en camaradería, damos buena cuenta de nuestro desayuno.
En puertas como estamos de la Navidad, a
los postres, del interior de nuestras raídas mochilas emergen todo tipo de
suplementos alimenticios relacionados con las fiestas de pascua: dulces varios,
bizcochos, turrones, bombones, chocolate, frutos secos y demás manjares
calóricos. Al parecer, todo ello sutilmente enfocado, y en su justa medida, al sano
hecho de ir habituando nuestro organismo a los rigores dietéticos de los
días que se avecinan. Entrenamiento obligatorio para la dura prueba que nos espera
durante las pantagruélicas e incontables celebraciones familiares que están por
llegar. ¡Todo sea por el bien de nuestra salud y por complacer a nuestro o insaciable
y agradecido estómago!
A la fatal tos perruna que me acompaña desde hace días; a mi
delicada salud física; al casi olvido del texto escrito; a mis supuestos
problemas prostáticos; a mis habituales y alocados desvaríos; y mi pasmosa facilidad para meterme en líos, se añade
otro suceso que viene a confirmar que hoy no es mi día. ¡Alguien! ¡No diré el nombre para salvar su
honor!, se zampa el trozo de tarta que generosamente me había obsequiado Inés,
y que yo, ingenuo de mí, había dejado encima de un trozo de papel de plata a la
espera de acabar con mi bocata. Bien es cierto que el incauto de uno lo había
colocado junto a la comida de ella y sus pertenencias. Pero como NO soy apenas
rencoroso le perdonaré la ofensa ¿Involuntaria? ¡Tal vez!, y por si acaso me
mantendré ojo avizor para devolverle el golpe a la más mínima ocasión. ¡Ojo por
ojo, tarta por tarta! ¡Se olvida pero no se perdona! ¿O es al revés? ¡Bah!... Sea
como sea, el día de hoy es un día aciago para mí, pues demás, Cati y Castel se
olvidan de un servidor la hora de repartir su té y me dejan solo los posos. Eso
sí, Carlos me ofrece café (¡que no tomo!) y Antonio Gil, Vodka (¡que no debo
tomar!). ¿Será éste ya el fin de mis desgracias en la jornada de hoy ? ¡NOOOOO!
Una vez concluido el desayuno recogernos
los bártulos y partimos por grupos, aunque cada uno a la suya, rumbo a nuestros
destinos: el Torn o Santa Pau.
Al poco de dejar atrás nuestro particular lugar
de avituallamiento nos adentramos por una estrecha senda perdida en medio de la
vegetación y cubierta de arbolado, y descendemos en pos de la Riera de Junyell.
Justo cuando nos hallamos a punto de cruzar su estéril y reseco cauce nos
topamos con un grupo de moteros que horadan la paz del bosque con los bramidos
de sus horrendas motocicletas y el apestoso olor de gasolina quemada. Tras
cedernos el paso nos despedimos de ellos y continuamos nuestra aventura
biosquimana. ¡Precioso el recorrido de hoy!
Después de un buen trecho transitando por
entre el arbolado abandonamos el bosque y salimos al camino forestal.
Para sorpresa general, a los pocos metros de avanzar por el espacioso camino
nos topamos con una verja que nos barra el paso. Tras escrutar las
inmediaciones del lugar, localizamos las marcas que nos señalan la dirección
correcta. Nos vemos entonces obligados a acometer un leve ascenso, por una
trocha apenas perceptible, para rodear las propiedades del Mas Rapinya y reencontramos, nuevamente, al cabo de un
centenar de metros, con la senda interrumpida.
Una vez retomado el rumbo correcto avanzamos
parsimoniosos por entre a unas mustias praderas, donde pastan peludas vacas de diversas
tonalidades de color marrón y dóciles caballos de variada coloración, hasta desembocar en la carretera
secundaria que discurre paralela al río Ser y nos conduce al El
Torn, poblado que los grupo A atravesamos y dejamos atrás sin cruzarnos
con ninguno de sus escasos habitantes, y lugar donde, algo más tarde, los del grupo B pondrán final a su recorrido. ¡Suerte que en el citado asentamiento no hay ningún
Bar, que sino ya me imagino a todos/as los miembros de este sabio grupo apoltronados en sus sillas y mesas degustando
bebidas y tapas a gogó! ¿Verdad José Antonio?
A la salida de El Torn nos adentramos
brevemente por una estrecha senda que discurre paralela al río. Poco después,
tras abandonarla para recuperar la carreta, nos topamos con un impoluto
parque de gimnasia habilitado para uso y disfrute de los ancianos. Sin embargo,
el emplazamiento del gimnasio al aire libre da qué pensar! Uno duda entre si la
ubicación del mismo responde a una cuestión estudiada para obligar a los mayores
a ejercitar las piernas antes de utilizar los aparatos gimnásticos, o por el
contrario está orientada a evitar el desplazamiento de los abuelos al lugar y
disuadirlos de la insana tentación de malgastar energías.
Sin quórum sobre las bondades o maldades
del parque en cuestión circulamos en fila por la carreta solitaria hasta alcanzar el caserio de Sant Vicenç del Sallent, y en paralelo a vega del río Ser vamos dejando atrás masías solitarias, perros
ladradores, granjas, campos de labranza, praderas y animales pastando.
Tras dejar atrás Sant Vicenç retomamos el camino y de improviso vislumbramos un puente que salva la cuenca del río. Al cruzarlo, desde su imponente atalaya, contemplamos maravillados la cascada de Sant Martí, que tras el salto, allá abajo, pura y cristalina, discurre cantarina por entre los ojos del puente.
Tras dejar atrás Sant Vicenç retomamos el camino y de improviso vislumbramos un puente que salva la cuenca del río. Al cruzarlo, desde su imponente atalaya, contemplamos maravillados la cascada de Sant Martí, que tras el salto, allá abajo, pura y cristalina, discurre cantarina por entre los ojos del puente.
Finalmente,
a unos kilómetros de la meta, dejamos atrás nuestro caminar junto al río Ser y nos adentramos por la resca cuenca de la Riera de Sant Martí que nos conducirá casi hasta las puertas
de Santa Pau.
Hacia las dos del mediodía día damos por
concluida la etapa y, previa agrupación y recuento, nos acomodamos en el
autocar para desplazarnos al Restaurante "Ca la Carmelita",en Sant Privat de’n Bas, para celebrar el ágape Navideño.
La entrada al comedor viene precedida de
una larga espera en la interminable cola de los lavabos. ¡Para lavarme las
manos, malpensados!
La comida, deliciosa, transcurre en bulliciosa
pero franca armonía. Para variar, dejamos los platos más limpios que el jaspe, vaciamos
las botellas (ya sea agua, cerveza, vino o refescos), y agotamos hasta la última gota de las
copas de Cava.
Llegada la hora de los discursos, Evaristo,
nos eriza la piel con sus reflexiones sobre el pasado, el presente, las circunstancias
del momento y el añorado Fidel. Pedro, nos emociona con sus inigualables rimas
sobre los aconteceres de la vida. Y un servidor… ¡Que guapo estoy con la boca
cerrada! se vuelva a meter en un charco. A medida que voy leyendo el discurso
me voy percatando de mi error de principiante. Con incredulidad, compruebo que por
error he enviado a la impresora el borrador del discurso y no el texto final.
Entonces, en mi afán por recuperar lo que en realidad debería decir el escrito,
doy rienda suelta a mi imaginación y sin remedio me voy alejando de la realidad
y enfangando en el lodo. El resultado final, mejor dejarlo en el baúl de los
olvidos, pues es ya de sobra conocido por todos/as. ¿Verdad, Ana, Cati, Fáttima,
Fina, Inés, María, Maribel y demás féminas?
¡Si llego a adivinar que me ibais a despellejar
de tal manera me quedo calladito!
Para finalizar el concurrido evento, y como manda la tradición, improvisamos un concierto de Villancicos donde destacan por su implicación algunos veteranos GRamnos. Al compás de la guitarra de Pedro, la zambomba de Paco Ortega, el cancionero de Cati y la aportación anual de Anna, vamos destrozando canciones con nuestra inusual maestría. ¡El vino lo enmascara todo!
¡Felices Fiestas y Próspero 2016!
Para finalizar el concurrido evento, y como manda la tradición, improvisamos un concierto de Villancicos donde destacan por su implicación algunos veteranos GRamnos. Al compás de la guitarra de Pedro, la zambomba de Paco Ortega, el cancionero de Cati y la aportación anual de Anna, vamos destrozando canciones con nuestra inusual maestría. ¡El vino lo enmascara todo!
¡Felices Fiestas y Próspero 2016!
Crta. General Estartús, 38
17178 Sant Privat d’en Bas
La Garrotxa (Girona)
Tel. 972 693256
e-mail. info@calacarmelita.com