- A pleno sol.
Cada año por estas fechas, cuando aprieta
la calor y olisqueamos la llegada de la época estival, los GRManos salivamos como
el perro de Pàvlov a preparar nuestro estómago para devorar el menú que pondrá punto
y final a las caminatas de la temporada en ciernes.
Aunque parece ser que, ya, ni las
perspectivas de caminar poco y comer mucho, surgen efecto. ¡Mejor para Antonio
y Maribel que ahorran en bocatas y trabajo!
A pesar de que son solo 11 míseros
kilómetros los que nos esperan en la “dura” jornada gastronómica, se mantiene
el madrugador horario de salida.
Hoy no regalamos bostezos a la hora
del encuentro en la parada del bus. Sí, sin en cambio, compartimos el extraño sol
que surca el horizonte. Fenómeno insólito durante los últimos meses, pues casi
nos hemos convertido en el país de la lluvia.
Acallados los lamentos por el ilógico
madrugón nos acomodamos en el aseado y limpio autocar -hoy sí, Evaristo- para
poner rumbo a la comarca del Bages.
Si algo nos ha enseñado la
experiencia es que conviene no adentrarse mucho en las urbes y evitar, con ello,
los tramos asfaltados. Por dicho motivo, esta mañana bordeamos Manresa y
comenzamos la caminata a las afueras de la ciudad.

- La vuelta al redil y el Parc de l’Agulla.
Como alguno/a de nosotros llevamos
varias etapas sin dar señales de vida, hoy disfrutamos de esta jornada de
reencuentro. Las ganas por conocer los avatares de aquellos/as con los cuales hace
tiempo que no compartimos experiencias propicia que haya un inusual cambio de
parejas (¡parejas hablantes, que os conozco!). Constantes son también los
cambios de rumbo durante los primeros kilómetros de la etapa: ahora hacia el
norte, luego al sur, después al este, más tarde a oeste; o los repetidos puentes
que nos obligan a cruzar, de un lado a otro, por encima de las dos principales vías
de comunicación de la zona: C25 y C55.

- Un desayuno festivo.
Una vez reconfortada la vista
reemprendemos la marcha y cruzamos de nuevo el Eix Transversal (C25), para
avanzar en paralelo a la sequía de Manresa, camino de Sant Iscle. Vista la
proximidad de Sant Pedor, algún mal pensado opina que deberíamos saltarnos lo
que resta de la etapa y encaminarnos, sin demora, al restaurante, para una vez
allí, apoltronados en las mesas del establecimiento, dar buena cuenta de los bocatas
de celebración y coleccionar montones de envases de cerveza vacíos. Pero no,
los designios del día van por otro lado. Así, tras dejar atrás el Mas de Sant
Iscle, doblamos a la derecha para cruzar de nuevo la C25.
Al pasar junto a un campo de
sembrados nos pide paso un ciclista y nada más adelantarnos detiene su marcha
con un brusco frenado. De no haberlo hecho, hubiera atropellado a dos
serpientes que tomaban el sol en medio del camino de tierra. Aunque, por su enrevesado
acercamiento, bien podrían estar practicando otras calurosas actividades. A pesar
de que nos detenemos junto a ellas para que nos aclaren el entuerto, las esquivas
reptiles se hacen las sordas y, tras deshacer el lazo, se ocultan en los hierbajos
de la cuneta antes de hacerlo en el sembrado.
A las afueras de Manresa nos desviamos a un bosquecito. El lugar (acogedor, tranquilo y a cubierto de las miradas indiscretas), nos permite dar
buena cuenta del delicioso bocadillo obsequio del sesentón. Una vez consumido el manjar
y los suplementos que suelen aparecer tras el postre (té, chocolate, café, galletas, vodka etc...)
aprovechamos la ocasión para celebrar que el compañero Antonio Gil comienza
un nuevo periplo en su existencia. Rodeados de vegetación montamos un
improvisado festival músico –literario en honor del agasajado. Jaume Valls le regala
al compañero varios párrafos y algunos versos que versan sobre la amistad y la
camaradería que reina en GRManía. Para cerrar el acto, todos juntos desentonamos
a coro una festivalera canción adaptada
para la ocasión. Por suerte, las nubes ya están cansadas de remojar el campo y hacen
caso omiso a nuestra insufrible interpretación musical. En otra época hubieran
descargado toda su ira sobre nuestras cabezas. ¡Dios, que bien desafinamos!

Concluido evento festivo retomamos la
senda abandonada. Nada más ponernos en marcha alcanzamos la zona comercial
ubicada en la zona norte de Manresa, salvamos la C55 por un puente elevadizo, y
dirigimos nuestros a la cercana de Sant Fruitós del Bages.
- ¡Dando vueltas!
La llegada a Sant Fruitós se produce
en armonía. Sin embargo, nada más alcanzar las primeras edificaciones,
y para seguir siendo files a nuestro instinto, decidimos poner a prueba la cohesión
del grupo y nos saltamos el track. La decisión nos sirve para serpentear
un poco por las callejuelas del pueblo y a largar, de paso, la cortísima etapa
de hoy.
Tras cruzar el poblado, recuperamos
la senda correcta y cogemos el camino que conduce al Monasterio de Sant Benet. Avanzamos
durante un corto periodo de tiempo por medio del campo orientado en dirección este,
disfrutando de las maravillas que la naturaleza nos regala: preciosos campos sembrados
de cereal a punto de germinar, multitud de flores coloreando el paisaje, praderas
vestidas de un verde inigualable; árboles tocaos de copas recubiertas de hojas
exuberantes; avecillas revoloteando por encima de nuestras cabezas; regueros y
riachuelos rebosantes del agua de las últimas y repetidas lluvias…
- Sant Benet y El Llobregat.
Al alcanzar la cota de la jornada, abandonamos
los campos de cultivo y nos adentramos en una amplia pista forestal. En un
cruce de caminos desde el cual se divisa el Monasterio de Sant Benet detenemos
los pasos para reagruparnos.

Tras un entretenido periodo de descanso a la sombra del arbolado nos ponemos en marcha en dirección opuesta al Monasterio. Se alzan algunas voces contrarias al rodeo, pero nadie osa cuestionar las órdenes de los impulsores. Total, un par o centenares de metros, en una etapa de paseo, no supone demasiado esfuerzo.
De camino al Monasterio por la ruta inventada
atravesamos un pequeño bosque antes de descender
a la exuberante cuenca del Llobregat. El río presenta un aspecto insólito para
la época en que nos encontramos: el caudal bastante más generoso de lo suele
ser habitual a primeros de junio y las aguas teñidas de marrón fruto de las últimas
tormentas.

Tras dejar atrás el
lugar de recogimiento nos adentramos en una calle asfaltada que discurre en paralelo al caudaloso río. En desorganizada hilera, avanzamos por la acera mientras
asaltamos las moreras cargadas de rica fruta. Momentos antes de dar por finalizada la caminata, con las manos pegajosas y los estómagos repletos de azúcar, cruzamos el puente sobre el río Llobregat y nos presentamos en de Navarcles.
- Muchas cervezas, una comilona y la grandeza de GRmanía.
Debido al escaso
kilometraje de la etapa y a que nadie se ha perdido ¡cosa rara! la caminata concluye
a una hora inusual. Ante tamaña oportunidad, la mayoría de GRManos se apresuran
a ocupar las sillas de céntrica plaza del pueblo para reponer líquidos. ¡No agua,
no, cerveza a raudales!


¡Feliz verano a todos y hasta el próximo “curso", amigos!
Restaurant – Brasseria L’Olivera. Sant Pedor de Bages.
Blog de GRManía:
Sant Pedro de Bages.
Sábado, 09 de junio de 2018.
Sábado, 09 de junio de 2018.