miércoles, 11 de diciembre de 2019
Entrevista Radio Star Terrassa
Etiquetas:
Candiles para Lucía,
El joyero de Carla,
Mis cosas
Autor de:
Candiles para Lucía Ed. Círculo Rojo (autobiografía ambientada en varios pueblos de la geografía abulense)
El joyero de Carla Ed. Adarve (novela ficción-histórica nominada al Premio Arquero de Palta 2019).
Relatos en diversas antologías:
Ávila amorosa, Ávila tenebrosa,
Ávila a través del espejo, ÁV. Confidencial, Ávila para comérsela, Ávila Erótica; Cruce de caminos, Los hilos de la vida, Relatos para Ciro, Pequeños relatos para grandes heroínas, Separadas somos fuertes, juntas invencibles, Sierra de Yemas, Escritores al alba 4.
domingo, 3 de noviembre de 2019
Etapa 2ª: Serra de Busa
Etapa
2: Serra de Busa.
Hoy más que una crónica al uso, me vais a
permitir que de rienda suelta a mis sentimientos, porque sin ellos, corro el
riesgo de convertirme en una bestia. Por eso digo que basta ya de señalar a
aquellos que piensan diferente, de sembrar cizaña y pedir paz, de odiar y pedir
convivencia, de agredir y pedir respeto. Estoy harto de manipuladores y
corruptos parapetados tras sus poltronas, de etiquetas y bandos, de buenos y
malos, de demócratas y fascistas, de disfraces y mentiras, de ellos y nosotros,
de ver la paja en el ojo ajeno pero no ver la biga en el propio. De que
"todos" estemos en posesión de la verdad absoluta. De callar lo que
pienso por miedo a que me tachen de lo que no soy.
¿Cómo hemos podido llegar hasta aquí?
¿Qué hemos hecho tan mal, todos, para que los que pensamos diferente nos veamos
casi como enemigos? Solo los necios niegan la evidencia y esta ya no esconde la
fractura: ellos y nosotros. Casi todo lo material se puede reparar, pero los
sentimientos NO. Cuando estos se rompen, es para siempre.
A
colación de ello, me vienen a la memoria dos poemas ("Estoy triste
y mis ojos no lloran" de Juan Ramón
Jiménez, y "Tristes guerras" de Miguel Hernández) que
voy a utilizar a modo de guía para mis reflexiones, porque… ¡ochenta años
después no hemos aprendido nada!
O
damos tiempo a la palabra o el tiempo dará paso a la barbarie. Y, ¡ay,
entonces…! entonces, tal vez sigamos vivos, pero solo descansarán los muertos.
Estoy triste y mis ojos no lloran (Juan Ramón Jiménez).
Estoy
triste y mis ojos no lloran
y no quiero los besos de nadie;
mi mirada serena se pierde
en el fondo callado del parque.
mi mirada serena se pierde
en el fondo callado del parque.
Ese es mi estado anímico después de una
semana donde las emociones han dominado todos mis actos, los conscientes y los
inconscientes.
Viernes al anochecer y ya estoy deseando
que pase el fin de semana. Durante unos segundos dudo si me apetece caminar al
día siguiente. Al final, impera la cordura y la sensatez de mi cabeza prevalece
sobre los dictados de mi corazón. «Tienes que ir a andar ―le digo a mi otro
yo―. Necesitas oxígeno que te desatasque los pulmones; sol que te caliente el
cuerpo; cielo abierto para recuperar la grandeza del firmamento en
contraposición a la estrechez de miras de los humanos; y naturaleza libre y
salvaje que te reconforte el alma...»
¿Para qué he de soñar en
amores
si está oscura y lluviosa la tarde
y no vienen suspiros ni aromas
en las rondas tranquilas del aire?
si está oscura y lluviosa la tarde
y no vienen suspiros ni aromas
en las rondas tranquilas del aire?
Me cuesta coger el sueño y no he
necesitado despertador para romperlo. Me levanto cansado, triste, derrotado. Me
visto con desgana y voy tan desalentado a caminar que ni siquiera sé hacía
dónde me dirijo. Solo media hora después de emprender el viaje, los compañeros
del autocar me sacan de mi error. «No vamos hacia el sur, como tú piensas, sino
hacia el norte, como todos los demás sabemos».
No hace falta ser muy espabilado para
adivinar en torno a qué tema giran casi todas las conversaciones. Cada cual con
sus mentiras, ya que todos estamos en posesión de la verdad. El viaje me
resulta más largo de lo habitual. Tal vez sean las curvas; quizás el insomnio;
¿quién sabe si no estaré perdiendo la esperanza? o simplemente es que estoy a
punto de tirar la toalla.
Los que compartimos los asientos traseros
del autocar no entendemos a que viene tamaño rodeo para alcanzar nuestro
destino. Tan larga es la duración del viaje que alguien requiere una parada
para que las aguas no se salgan de madre. Sin embargo, no es la primera vez que
esto nos sucede. Hace un par de años yo tuve que pedir al conductor que
detuviera la marcha por idéntico motivo, aunque otros aprovecharon la escusa
para imitarme. Los años se agrandan al mismo ritmo que las vejigas se
empequeñecen. De pronto, y por fin, aparece ante nuestros ojos la meta. Allí,
la quietud del agua dormita silenciosa en el pantano. Pantano que en un día de
ánimo yo hubiera visto medio lleno, pero que hoy, a duras penas consigo
percibir medio vacío.
Han sonado las horas dormidas;
está solo el inmenso paisaje;
ya se han ido los lentos rebaños;
flota el humo en los pobres hogares.
está solo el inmenso paisaje;
ya se han ido los lentos rebaños;
flota el humo en los pobres hogares.
Descender del autocar y poner los pies en
el suelo me levanta el ánimo y, más aún, cuando intercambio saludos con mis
queridos compañeros y compañeras. Si algo me enseñó mi grupo de caminantes es
que aquí cabemos todos. No importa la lengua, el lugar de origen, las ideas
políticas o el tamaño de la cartera. No nos guían líderes, himnos, ni banderas
y cada cual piensa según su manera. Solo caminamos, reímos, charlamos,
sufrimos, sudamos, surcamos caminos, pisamos praderas, subimos por sendas,
bajamos laderas.
Al emprender la marcha siento que mi alma
se reconforta. El camino hasta la ermita de San Pere de Graudescales es liviano
y me permite conversar con varios compañeros. Sin gran esfuerzo alcanzamos el
santuario y nos detenemos a desayunar. El conjunto fue
consagrado en el año 913 y en el 960 se erigió como monasterio de los
benedictinos. El templo actual se construyó en el siglo XII pero desapareció
para el culto en el año 1504. Hacia el 1680 se derrumbó la parte de poniente de
la nave, lo que obligó a una reconstrucción del muro cerca del crucero para
aislar la parte siniestrada de la que aún se encontraba en buen estado. El
retablo de San Pedro fue traslado a la parroquia de Busa, la iglesia quedó
abandonada y casi en ruinas. En la década de los setenta se reconstruyó y la última
restauración data de 1980.
Al cerrar mi ventana a la sombra,
una estrena brilló en los cristales;
estoy triste, mis ojos no lloran,
¡ya no quiero los besos de nadie!
una estrena brilló en los cristales;
estoy triste, mis ojos no lloran,
¡ya no quiero los besos de nadie!
Recuperadas las fuerzas retomamos la
etapa por un sendero empinado a la sombra de los árboles. La estación va
cincelando su marca y la vegetación motea el paisaje con sus tonalidades
otoñales. El suelo, humedecido por las últimas lluvias, amortigua nuestros
pasos, mientras los regueros languidecen, estériles, a causa de la sequía.
Caminar en fila de a uno dificulta la
conversación y, sin proponérmelo, regreso de nuevo al infierno que me abrasa
por dentro. Sin embrago, como la subida hasta el Pla de Busa es exigente, el
jadeo consigue que me abstraiga y aparco mi congoja.
Al alcanzar la plana de Busa dejamos a
nuestra izquierda las praderas donde pastan unas vacas al son de sus cencerros.
Tranquilas, nos miran de soslayo y nos ven pasar de largo frente a la casa
rural de La Bertolina. Paraje ideal para oxigenar el cerebro, pues hasta aquí
no llegan los gritos, las carreras, las porras, los golpes, las miradas de
odio, el olor a tierra quemada o la barbarie humana oculta tras uniformes y
pasamontañas.
Soñaré con mi infancia: es la hora
de los niños dormidos; mi madre
me mecía en su tibio regazo,
al amor de sus ojos radiantes;
y al vibrar la amorosa campana
de la ermita perdida en el valle,
se entreabrían mis ojos rendidos
al misterio sin luz de la tarde...
de los niños dormidos; mi madre
me mecía en su tibio regazo,
al amor de sus ojos radiantes;
y al vibrar la amorosa campana
de la ermita perdida en el valle,
se entreabrían mis ojos rendidos
al misterio sin luz de la tarde...
Nada más alcanzar un claro del bosque, en
la encrucijada de dos caminos forestales, nos reagrupamos y nos desviamos hacia
la derecha para encaminarnos al mirador. Las vistas desde aquella atalaya son
inigualables y uno envidia no ser un alado para poder sobrevolar el paisaje desde
las alturas.
Tras el espectáculo, y la foto de rigor
que inmortaliza en momento, nos dirigimos a la Presó natural de El
Capolatell (mole rodeada completamente de riscos que se encuentra en el
extremo occidental de la Sierra de Busa. Esta morfología tan particular
comportó que durante la guerra del Francés (18008-1814) el enclave fuera
utilizado como prisión de soldados del ejército de Napoleón y que en la
actualidad sea conocido con el nombre de la prisión de Busa). ¡Mala época
para mentar prisiones!
Es la
esquila; ha sonado: La esquila
ha sonado en la paz de los aires;
sus cadencias dan llanto a estos ojos
que no quieren los besos de nadie.
sus cadencias dan llanto a estos ojos
que no quieren los besos de nadie.
Finalizada la vista al lugar,
retrocedemos sobre nuestros pasos para recuperar la senda perdida. Caminamos
esquivando a las vacas que pacen en una pradera, en cuyo extremo se alza un
establo desvencijado. La cerca electrificada, que impide la dispersión de los
rumiantes, parece ser cosa banal para el temerario Antonio G. que decide
abrirla asiéndose al cable. De pronto, un grito desgarrador espanta a
herbívoros y caminantes por igual. Primero sorpresa, luego incredulidad y al
final risas. Todo como respuesta a la inconsciencia del amigo caminante.
Recobrada la calma, una vieja rumiante se
nos queda mirando, tal vez recordando que otro día fue ella quien recibiera
semejante descarga.
¡Que mis lágrimas
corran! Ya hay flores,
ya hay fragancias y cantos; si alguien
ha soñado en mis besos, que venga
de su plácido ensueño a besarme.
ya hay fragancias y cantos; si alguien
ha soñado en mis besos, que venga
de su plácido ensueño a besarme.
De nuevo en la encrucijada, nos
reagrupamos para acometer el último tramo de la jornada. Como el retraso se
acumula, sin tiempo que perder, los de la avanzadilla salen en estampida. Pero…
¡oh, sorpresa!… ¿Qué sería de nosotros sin las pérdidas? Entonces, para no
faltar a nuestra costumbre, y también para poner en situación a los novatos,
recuperamos la esencia del grupo: ¡Perdemos el rumbo!
―¡Vamos fuera de ruta! ―dice uno― ¡Es por
allí! ―y señala hacia la derecha―.
__¡No! ¡De eso nada! Es por aquí, según
mi GPS ―le contradice otro.
―¡Yo aquí no veo ninguna marca!
―interviene un tercero.
―¡AQUÍ HAY UNA! ―grita el cuarto.
―Pues será esa la marca, pero va en
dirección contraria ―tercia otro.
―¡Ya estamos! ... ¿Marcas o GPS?...
¡Aclarémonos de una vez! ―contestan varios.
Al final, la lucidez de Carmen hace acto
de presencia y, sabia ella, se dirige a una masía cercana para preguntar a los lugareños por la
senda correcta y poder salir, así, de aquel atolladero.
Recuperado el rumbo, emprendemos la
bajada que nos conducirá hasta el destino. Llevamos más de una hora y media de
retraso con respecto al horario previsto y, aunque de vez en cuando se divisa
el pantano, nos hallamos a una distancia considerable de la meta. Por si fuera
poco, y para terminar de rizar el rizo, a mitad de la bajada volvemos a perdernos.
Tener que desandar lo andado, hace que las caras no solo denoten cansancio,
sino también, por qué no decirlo, un poco de hastío ante la tecnología o
nuestra torpeza.
―¡Con lo bien que iban los mapas!
―comenta alguien en voz alta.
Mientras tanto, los nuevos caminantes
callan y observan con cara de estupor. Desconocen, ¡pobres! que todo es una
simple patraña parar hacerlos desistir de volver a caminar con nosotros en el
futuro. ¡Veremos si han superado la prueba!
Y mis lágrimas corren... No vienen...
¿Quién irá por el triste paisaje?
Sólo suena en el largo silencio
la campana que tocan los ángeles.
¿Quién irá por el triste paisaje?
Sólo suena en el largo silencio
la campana que tocan los ángeles.
Terminada
la caminata nos acomodamos en el autocar para dirigirnos a un bar donde reponer
fuerzas. No digo para comer, pues hace un buen rato que se nos pasó la hora.
Dejémoslo en una merienda temprana. Siempre. ¡Eso sí!, regada con una buena
cerveza.
De
lo que acontece en el bar mejor no hablar. Se acercan las Navidades y aquello
parece un mercado persa. Se vende de todo: Lotería, boletos, números para la
lumineta, libros… Quién sabe si lo que deberíamos vender no es un poco de
sentido común, para evitar que nuestra ceguera nos obligue a lamentar lo
irremediable.
Tristes guerras
(Miguel Hernández)
Tristes guerras
si no es amor la
empresa.
Tristes, tristes.
Tristes
armas
si no son las
palabras.
Tristes, tristes.
Tristes
hombres
si no mueren de
amores.
Tristes, tristes.
Sábado,
19 de octubre de 2019.
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Mis cosas
Autor de:
Candiles para Lucía Ed. Círculo Rojo (autobiografía ambientada en varios pueblos de la geografía abulense)
El joyero de Carla Ed. Adarve (novela ficción-histórica nominada al Premio Arquero de Palta 2019).
Relatos en diversas antologías:
Ávila amorosa, Ávila tenebrosa,
Ávila a través del espejo, ÁV. Confidencial, Ávila para comérsela, Ávila Erótica; Cruce de caminos, Los hilos de la vida, Relatos para Ciro, Pequeños relatos para grandes heroínas, Separadas somos fuertes, juntas invencibles, Sierra de Yemas, Escritores al alba 4.
viernes, 11 de octubre de 2019
Presentaciónes El joyero de Carla
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Lunes, 28/10/19 en Librería Lé (Madrid).
Sevilla y Córdoba, 11, 13 y 14 de septiembre de 2019.
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lunes, 7 de octubre de 2019
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martes, 30 de julio de 2019
Entrevistas, reseñas y presentaciones "El joyero de Carla" Ed. Adarve
Presentaciones El joyero de Carla. Editorial Adarve.
Entrevistas y Reseñas:
14/08/2019. Permiteme que insista. En EDM Radio (Madrid). Con Luis Celaá y Raúl Merinero.
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lunes, 24 de junio de 2019
III Congreso Escritores
Sábado, 15 de junio de 2019. 3r Congresos de Escritores. Biblioteca de la Vila de Gracia, Torrent de l'Olla, 104 08012-BCN. Casa del Libro, Passeig de Gracia, 62 08007 -BCN
Reseña en "El Mon Terrassa"
Reseña en "El Mon Terrassa"
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jueves, 16 de mayo de 2019
Entrevistas
Entrevista con Mayte Solé en el programa Emprendedores de Radio Star Terrassa.
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martes, 7 de mayo de 2019
Por tierras de Ávila
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jueves, 18 de abril de 2019
Sant Jordi 2019.
Martes, 23 de abril de 2019, Sant Jordi, "Día el Libro".
Firma de ejemplares en (Aula de Escritores) Plaza de la Revolución 6, Barcelona,
y C/ Mayor (Llibreria CINTA ) y Plaça Vella (ABACUS), Terrassa.
Firma de ejemplares en (Aula de Escritores) Plaza de la Revolución 6, Barcelona,
y C/ Mayor (Llibreria CINTA ) y Plaça Vella (ABACUS), Terrassa.
Candiles para Lucía es un libro autobiográfico que el autor dedica a su recién nacida nieta, Lucía.
En él narra los primeros años de su vida: infancia, niñez y adolescencia.
Descubriremos
la historia de una familia numerosa (13 descendientes), obligada a
cambiar constantemente de residencia debido al trabajo de su madre
(maestra de escuela).
Recorreremos el día a día de diversos pueblos de la geografía rural abulense: Los Cuartos, Solosancho, “Las Majadas”, Salobralejo, Hoyos de Espino y Ávila capital.
Retornaremos
a la sufrida existencia de finales de los años 50 y principios de los
70 (entre 1958 y 1973) en la arcaica, empobrecida y ruda Castilla del
pasado reciente.
Reviviremos
la miseria y las penurias; las alegrías y las penas; la nobleza y la
dureza del trabajo en el campo; el respeto por la naturaleza; las
aventuras y desventuras de los niños de pueblo; la feliz inocencia de la
infancia: el amor a la familia, a la tierra y a los animales; la
satisfacción de compartir las migajas; la dicha de jugar en la calle sin juguetes…
Recordaremos
elementos propios de la época: Niños y niñas segregados en la escuela,
la influencia de la religión y el régimen, los “pobres” maestros de
entonces, la sabiduría emergente de la Enciclopedia Álvarez, los
“pedagógicos” coscorrones, los primeros automóviles, la increíble modernidad de la televisión...
Y finalmente, conoceremos
la pérdida de los referentes de la infancia, y el cambio que aquello
suponía para un niño que dejaba el pueblo para irse a la ciudad, al
ingresar en un marcial internado religioso de la época (El colegio
Diocesano). El
adiós a vagar libremente por las calles del pueblo; el final a los
divertidos juegos al aire libre junto a sus amigos; el alejamiento de la
familia; la despedida del campo y los animales; las exigencias
disciplinarias del centro escolar; el desconocimiento de la vida en la
capital…
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A ti, LUCÍA,
nuestro “mayor bien pequeño”,
porque si la vida es sueño,
tú eres el sueño
que siempre quise soñar.
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