¡MILAGRO! Por primera vez desde tiempos remotos casi
ocupamos todos los asientos del autocar y eso que no es día de celebración ni
de comilona. ¿Será que el nuevo año nos ha devuelto las ganas de andar? ¿Tal vez
el subconsciente nos ha traicionado, presentándonos en sueños las lorzas
resultantes de los excesos Navideños? ¿O simple y llanamente la nutrida
concurrencia de hoy obedece al hecho de que la travesía discurre por unos parajes
de belleza sin igual? Sea cual fuere el inusual motivo que ha concitado la
presencia mayoritaria de GRManos en este histórico 16 de enero de 2016… ¡Bienvenido
sea y bienhallados y halladas sean nuestros compañeros y compañeras de andanzas!
¡Bienvenidas, igualmente, las nuevas peregrinas, Montse e Inés!
La masiva presencia de caminantes con destino a las volcánicas tierras de
la Garrotxa ha obligado a la empresa de transportes a poner a nuestra
disposición un autocar con mayor capacidad de pasajeros (¡más grande sí, pero
no más nuevo!). Y quién sabe si también a consecuencia del cambio, y para adaptarlo
al avejentado vehículo, nos ha adjudicado un conductor diferente del habitual.
Tras dejar atrás la autopista C-58, y al poco de circular por la AP-7, el
avezado piloto toma un desvío a la izquierda para adentrarse en la C-17 con
dirección noreste. Una vez superado Vic abandonamos la citada vía y avanzamos
por la C-33 rumbo a Olot. Al poco, atravesamos el controvertido túnel de
Bracons, alcanzamos la capital comarcal y
desde allí nos desviamos hacia Santa Pau.
En puertas del destino, Jaume Pavón propone un recorrido alternativo para
los del grupo A. Así, en lugar de transitar por el valle y atravesar la
preciosa Fageda de’n Jordà, él sugiere que realicemos la travesía por la Sierra Marbolenya.
La mañana se presenta placentera y soleada pero a la vez fresquita. El
gélido viento del norte agita el arbolado del valle y dicha circunstancia
genera dudas en alguno de los habituales componentes del grupo A, sobre la
conveniencia o no del nuevo recorrido propuesto. Estos, comentan que la posibilidad
de una fuerte y molesta ventolera, allá por las alturas, no es desdeñable y que
no les apetece demasiado el hecho de caminar por la cresta de la cadena
montañosa, a la intemperie, expuestos al frío viento y las incómodas circunstancias climatológicas.
La falta de consenso entre los GRManos pospone la decisión hasta más adelante, cuando
alcancemos el lugar del desvío, momento en el cual deberemos decantarnos por
continuar con el plan previsto inicialmente u optar por la nueva alternativa
propuesta.
La salida de Santa Pau se produce en torno a las nueve de la
mañana. De buen comienzo, caminamos tranquilamente acomodados en parajas o pequeños grupos
mientras dejamos atrás el poblado y nos adentrarnos en la silenciosa campiña.
Por sorpresa, nos topamos con la primera prueba de que nos hallamos en tierra
de volcanes. Una negra oquedad, en una curva a la izquierda del camino rural,
nos muestra el desprendimiento de cuantiosas rocas volcánicas pertenecientes al
volcán a Bocanegra, el cual estamos rodeando.
Abrigaditos, parlanchines y a buen paso, vamos disfrutando de la compañía de
nuestros camaradas y del maravilloso entorno paisajístico nos rodea.
Por un camino agrario, que serpentea entre tierras de cultivo y masa
forestal, nos dirigimos rumbo a uno de los míticos volcanes de la zona. Para
ello, a la altura del kilómetro 3,5 abandonamos el citado camino principal y
ascendemos por un estrecha, pero bien marcada senda, en pos del imponente
cráter volcánico del Santa Margarita. Una vez coronada la cresta del mismo,
desde las alturas, observamos la impresionante caldera cilíndrica que en
tiempos remotos vomitara ingentes cantidades de incandescente magma en forma de
lava. Alegres y prendados, descendemos hasta la mitad, más o menos, de la pared
volcánica y tras acomodarnos desperdigados a la vera del sendero, en el suelo, damos buena
cuenta de nuestro particular desayuno y del vino de la bota de Don Paco.
Para no romper la costumbre, a los postres aparecen todo tipo de alimentos
calóricos sobrantes de las pasadas fiestas Navideñas: turrones, almendras,
variados frutos secos, chocolate, pastas,
etc… Emergen, igualmente, apetitosas tartas y dulces elaborados expresamente para
la ocasión. Para deleite del personal, y gracias a la generosidad de Jaume Valls,
corre por entre los insaciables caminantes una fiambrera repleta de trozos del
jamón, del que la Diosa fortuna tuvo a fe conceder al afortunado Señor Valls en
la tradicional rifa de Navidad. Todo ello bien regado con bebidas de diversa
índole: morapio, exquisito té, aromático café, “espiritual” Vodka, etc... De lo
que se deduce que no tenemos remedio, pues gastamos unas pírricas calorías
caminando y le endiñamos al cuerpo el doble de las que hemos quemado. ¡Así es
imposible mantener la línea!
Con los estómagos abotargados de tanto zampar, desalojamos cansinamente el
idílico lugar y regresamos sobre nuestros pasos para retomar el camino
principal, abandonado anteriormente, que nos conducirá al final de nuestro
recorrido.
Hacia el kilómetro 6 de la etapa nos topamos con la ermita Sant Miquel
Sacot y tras una leve pausa, y ciertas dudas, la muchedumbre se divide en dos
grupos.
La mayor parte de los caminantes se engloban en el B, el cual se dispone a atravesar
el valle por su lecho. En su transitar se adentrarán por entre la preciosa
arboleda de la Fageda de’n Jordà, hoy angosta y reseca a causa de la escases de
lluvias producto de éste inusual y cálido invierno; visitarán, de paso, la Cooperativa
del mismo nombre; y tras caminar de nuevo cobijados a la sombra de la
centenaria arboleda alcanzarán la localidad de Les Presses. Una vez allí, alcanzado
el objetivo inicial, una facción de este grupo, la B-2, continuará su aventura
hasta personarse en Can Trona, punto final de la etapa de hoy.
Por su parte, la escuálida sección del grupo A se desvía y acomete el
ascenso a las alturas para transitar por la cadena de la montañosa Sierra
Marbolenya. Apenas a un kilómetro del desvío iniciamos la exigente subida de la
Collada de Colltort (802 m.) dejando a nuestra izquierda el volcán el Torrent.
El viento fustiga con fiereza nuestras jadeantes siluetas cuando avanzamos por
la cara norte de la estribación y debemos abrigarnos para minimizar las
consecuencias. Al cabo de una hora de exigente caminata alcanzamos el Castell
de Colldetort (838 m.) y al encaramarnos encima de los derruidos muros de la
antigua fortaleza quedamos embelesados por las maravillosas vistas que la
atalaya nos ofrece.
Luego de una leve pausa y alguna que otra foto, salimos en estampida y
dejamos descolgadas a Cati y Carmen que se quedan haciendo una última foto. Mientras
caminamos por el inclinado y reseco suelo alguien que se percata de la ausencia
de las damas y da la voz de alarma. Nos detenemos, entonces, al abrigo del
viento para esperarlas y momentos después las vemos emerger de entre el
sediento arbolado con cara de pocas bromas. Nada más llegar a nuestra altura
Carmen Nietro expresa su lógico malestar, pone orden en el asunto y nos pregunta:
¿A qué viene tanta prisa? ¿Tano cuesta viajar agrupados y esperar un poco?
¿Podremos hacer una foto tranquilamente o cada uno va a ir a la suya?. ¡Somos incorregibles!
Aclarado el asunto reemprendemos la marcha. Agrupados, pero en fila de a
uno para salvar las dificultades orográficas, continuamos avanzando a buen
ritmo mientras el viento del norte azota los rostros y amenaza con despeñarnos
ladera abajo. Caminando en ascenso vamos pasando por el Coll de Llaceres (808
m.), la Collada dels Saiols (878 m.) y el Pas d'en Vidal (887m), para finalmente alcanzar la
cota máxima de la Sierra y nuestro techo de hoy (La Roca del Lladre (907m). Un
precioso vértice geodésico que nos regala unas impresionantes vistas de la zona:
Los Pirineos cubiertos de un blanco manto de nieve,
el Puig-Sacalm, los valles que discurren a ambos lados lados de la
Sierra, la Fageda de’n Jordà, la Coperativa del mismo nombre, los pequeños
poblados, la capital de la comarca (Olot) y, por encima de todo, las
impresionantes estructuras geológicas que configuran el legendario paisaje de
la mítica zona volcánica de la Garrotxa.
Tras otra
leve pausa, y luego de la pertinente foto de grupo, reiniciamos de nuevo la gratificante marcha. Pasamos
primero, casi sin percatarnos, por la supuesta Font dels Cingles, la cual
languidece agotada a causa de la inacabable sequía que nos martiriza, y más
adelante, por un imaginario camino en pendiente, sepultado bajo una copiosa montaña de hojarasca
que impide ver la senda y que nos obliga a arrastrar los pies cómicamente para no
salirnos de la misma y rodar vertiente abajo.
Traspasado
el mediodía, con la hora pisándonos los talones y algo cansados de tanto sube y
baja, avanzamos por el Collet de Puig Rodó (879 m.) en dirección a la cima del mismo nombre. Una vez alcanzado
Puig Rodó (907 m.), en su mirador circular, volvemos a deleitarnos con las
fantásticas vistas, posamos una vez más para la eternidad y acto seguido
partimos en pos del área recreativa de Xenacs.
Sin tiempo
para una triste cerveza y mucho menos para actividades ociosas, pasamos de
largo por el lugar de descanso y acometemos el pronunciado descenso por el
camino de les Barrincoles, el cual nos conducirá hasta las puertas de Les
Presses, punto y final de nuestra aventura montañera.
Hacia las
dos del mediodía localizamos el autocar donde nos espera el grueso de nuestros compañeros.
Acomodados en sus asientos, la gran mayoría de ellos y ellas (los del grupo B)
permanecen relajados y con el estómago inflado a causa de las cervezas ingeridas
durante la espera, mientras otros, los menos (los del grupo B2), intentan recuperarse
del esfuerzo realizado hasta Can Trona, lugar donde inicialmente debería haber
concluido la etapa de hoy.
Una vez reagrupados todos nos dirigimos a Olot para buscar un establecimiento
que conforme a nuestras particulares condiciones nos permita reponer fuerzas.
A la entrada de la población Olotina localizamos un Restaurante donde
antaño ya se celebrara un evento festivo del grupo. Del autocar desciende una
comisión formada por Paco Victoria y su misma sombra para negociar con el
dueño del refectorio las exclusivas condiciones. Tras unos instantes de tensa espera el
comisionado nos hace señales de que todo está en orden y de que podemos
despegar el culo de nuestros asientos, descender y dirigirnos a la estancia
reservada al efecto.
Todos menos él, desconocemos los términos de la negociación y la cuantía de
las comisiones que se han derivado del alquiler de la sala, pero nuestro
comisionado parece haber claudicado de inmediato a las peticiones del
propietario. A las puertas del local recibimos la increible noticia de que debemos acondicionar nosotros mismos la estancia asignada, montar
las mesas y sillas, anotar los pedidos, acercarnos a la barra para pedir y
recoger las bebidas, transportarlas a la
sala adjunta, servirlas en las mesas a nuestros compañeros y compañeras, volver
a tomar nota de los cafés e infusiones, regresar de nuevo a la barra, recoger
los pedidos, transportarlos, servirlos, pedir la cuenta… En fin… ¡Mejor dejarlo
ahí y no seguir hurgando en la llaga! ¡Vaya negociante!
Pero bueno, como siempre que llueve escampa, pues al final la fiesta se
anima. De inmediato olvidamos las amargas penas y nos dedicamos a lo que tan
bien dominamos: ¡Devorar con gula todo aquello que se pone ante nuestros ojos!
Fruto de esa innata capacidad de adaptación a las circunstancias, participamos
glotona y desinteresadamente de los exquisitos manjares que Angels y Mª Ángeles
han aportado para celebrar su reciente cumpleaños. ¡Uhmmm que rico todo!
También de una deliciosa torta de chocolate negro con almendras que ha traído
Inés, y nuevamente del jamón del Señor Valls, así como de turrones, dulces y otroas manducas.
Como colofón a la gratificante jornada aventurera se procede al cambio de Tesorero, cargo
que recae en el amigo, compañero, ex bancario y prejubilado Joan Lluis.
¡Se fuerte Joan LLuis! ¡Resiste!
Ya sabes amigo… ¡Cuenta conmigo para vaciar la caja! ¡Destruiremos las pruebas y lo negaremos todo, aunque canten las evidencias!
Restaurante
B-CREK, Olot:
Blog de
GRManía:
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