Formigosa – Santes Creus.
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¡Algo de retraso y calor mañanero!
Sábado, 17 de junio de 2017. Hoy damos por concluida
la temporada 2016-2017. ¡Cómo pasa el
tiempo! Nueve meses han transcurrido desde que a mediados de septiembre iniciáramos
la aventura. Una nueva gestación (que no embarazo) nos ha llevado desde las
cumbres Pirenaicas (Puigcerdà) hasta una de las comarcas en las que se halla
dividido el Camp de Tarragona (Alt Camp – Santes Creus).
Dado que la jornada va teñida de aires festivos y el
calor amenaza con hacernos sudar la gota gorda, la salida viene programada para
las 06:30. Sin embargo, los hados juegan en contra nuestra y el autocar llegar
con 20 minutos de retraso. Al parecer, unos borrachos nocturnos no han podido
contener los excesos etílicos dentro de sus estómagos y al liberarlos en los
asientos del autocar han obligado al conductor a practicar una limpieza a fondo
antes de venir a recogernos.
Entre lo inesperado del retraso y la distancia que nos
separa del punto de partida, cuando conseguimos ponernos en marcha el reloj
marca las nueve de la mañana.
Por segunda vez consecutiva volveremos a realizar una
nueva etapa todos juntos. ¡Al final, aunque tarde, llegaremos a conocernos de
verdad!
Los primeros kilómetros de la caminata discurren por
un amplio camino forestal en medio del reseco bosque de pinos y aunque el sol permanece
aún bastante bajo en el horizonte, la ola de calor que estamos padeciendo ya se
deja notar.
Zigzagueando de aquí para allá avanzamos por el camino
de Querol a Pontons, que secciona el bosque y nos regala esporádicos momentos
de sombra. Próximos a la cima, y mientras localizamos en espacio adecuado donde
poder desayunar, alcanzamos el lago Formigosa y lo dejamos de lado sin
dignarnos a visitarlo. ¡Vaya a ser que nos permitamos disfrutar de la belleza
que el paisaje nos regala!
En torno a las 10 de la mañana, en un claro del
bosque, aparece ante nosotros la excelsa construcción de la iglesia de Sant
Jaume de Montagut. Los más ingenuos se acercan a la puerta de entrada del
edificio de culto para ver si este se halla abierto y poder echar un vistazo a
su interior, pero la suerte les es esquiva y el santo lugar permanece cerrado a
la curiosidad de los ingenuos visitantes.
A pesar de no permitirnos encomendar nuestras
pecadoras almas al santísimo, las recias paredes de la bien conservada obra nos
regalan, en su vertiente oeste, una magnifica y reconfortante sombra que
aprovechamos para desayunar.
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Un bosque reseco, unos sembrados míseros
y un sol de justicia.
Consumado el habitual atracón, regresamos a la
marchitada senda para continuar sufriendo los rigores del abrasador calor
mañanero. Nos hallamos a mediados de junio, pero bien podríamos decir que
estamos en pleno verano. ¡Qué bochorno!
Continuando con nuestra travesía, nos adentrándonos en
la Serra del Ramonet. La mayoría del trayecto fluye a través de camino forestal.
De tanto en tanto las zonas boscosas se van alternando con otras de matorral
bajo y pequeños campos de cereal. Ello nos obliga a caminar por la linde de
varios sembrados para enlazar con los caminos venideros. Se nota que el año ha
sido parco en lluvias pues las doradas simientes apenas alcanzan un palmo de
altura y sus raquíticas espigas anuncian una cosecha paupérrima.
Al dejar atrás uno de estos míseros sembrados
regresamos al resacoso bosque y nos topamos con una estrecha senda, plagada de
obstáculos en forma de árboles centenarios caídos en medio de la arteria, que
nos dificultan el paso. Para poder salvar los impedimentos camineros se hace
necesario encaramarse a los troncos derrotados y saltar hacia el otro lado a
fin de continuar con la ruta prevista. Algún solicito GRMano ofrece su ayuda a
los hombres y mujeres que lo solicitan. ¡Qué galante, él!
Concluida la mitad del recorrido de la etapa, los
ropajes de los sufridos GRmanos se hallan empapados por el sudor y los rostros marchitos
reflejan los rigores causados por las elevadas temperaturas del día.
A caballo entre los términos municipales de Pont de
Armentera (a la derecha) y Les pobles (a la izquierda) descendemos por una
canal levemente humedecida hasta alcanzar la masía de Can Galeno. Con las
primeras vistas de la comarca de l’Alt Cam al fondo, los de la avanzadilla nos
detenemos para esperar a los más rezagados del pelotón. Tras un rato de incertidumbre,
una de las componentes de la retaguardia nos informa de que se han equivocado
de trocha y de que tardarán un rato en llegar al cruce de caminos donde nos
encontramos nosotros.
Mientras algunos nos cobijamos a la sombra de los
pinos, Jaume Pavón decide desandar sus pasos y regresar en búsqueda de las
amigas extraviadas. Media hora después de nuestra llegada, las descaminadas emergen
alegres y sonrientes por la estrecha senda. ¡Por fin todos juntos!
Poco antes de partir hacia la meta algunos caminantes
comentan la posibilidad de solicitar al conductor del autocar que se acerque a
recogerlos en alguna de las calles asfaltadas de la urbanización que se
encuentra en las proximidades.
La gran mayoría de los senderistas decide ponerse en
marcha, pues aún queda un largo trecho hasta llegar a la meta y el sofocante
calor aprieta sin desmayo. La otra minoría se decanta, sin dudarlo, por esperar
la llegada del autocar.
Con el astro en su máximo apogeo y calentando de lindo,
pasamos de largo por la urbanización donde esperaran nuestros compañeros y
continuamos la ruta por la calle Madrid. De nada sirve que los dueños de un Bar
situado a la izquierda de la calle que nos inviten a adentrarnos en el local,
hacemos oídos sordos y seguimos adelante. ¡Prevalecen las ganas de llegar a la
meta antes que una buena cerveza!
El último tramo de la fogosa jornada no resulta
demasiado agradable. Desaparece por completo el arbolado del bosque y en su
lugar emergen campos de viñedos y almendros. “Lorenzo” campa a sus anchas y el suelo
de la senda está del todo desecado. Leves gotas de sudor corren silenciosas por
los acalorados rostros de los andarines surcando a su paso las empolvadas y
enrojecidas mejillas de estos.
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¡Una larga espera y un cierre fantástico
de temporada!
Hacia la una del mediodía los primeros andarines se presentan
en Santes Creus. Como no ha signo evidente de la llegada los demás trashumantes,
algunos de los allí concentrados se dirigen al Bar El Casalot para refrescarse
con una cerveza. Evaristo y yo, por el contrario, nos sentados en un banco, a
la sombra, en espera de la llegada del autocar y del resto de GRManos.
Tras un largo rato de espera aparece el autocar con unos
pocos viajeros abordo y se detiene en el margen derecho de la carretera. Nuestros
amigos, mientras tanto, siguen apoltronados en el interior de refrigerado local
dando buena cuenta de la espumosa bebida.
Al ver que nadie aparece por la zona donde se encuentra
detenido el autocar, primero Evaristo y luego yo, intentamos contactar con los
ausentes por medio del teléfono. Después de varias tentativas nadie parece recibir
nuestras llamadas y me veo obligado a regresar al bar en búsqueda de los “borrachos”.
Para sorpresa mía, a las puertas del establecimiento público me encuentro con la
totalidad de los GRManos que han llegado a la meta andando. ¡Ya podíamos esperarlos,
ya!
Nuestra parsimonia en embarcar obliga al conductor a abandonar
el improvisado lugar de aparcamiento y acercarse al espacioso parquin público para estacionar.
Una vez acomodados
todos a bordo del desproporcionado e "incandescente" vehículo nos dirigimos al Pont de Armentera para
cerrar la temporada en el Restaurante "La sort".
Francisco, nuestro "hábil" conductor, no parece estar muy contento
con nuestro proceder y nos aparca junto al albino muro del cementerio municipal. Desganados,
descendemos del vehículo de transporte y caminamos sin rumbo fijo hasta que anciana
lugareña nos aclara que el punto de avituallamiento se halla justo al otro lado
del pueblo. De vuelta otra vez al autocar nos dirigimos al Restaurante
reservado por Maribel.
La reserva efectuada por nuestra ausente compañera
resulta ser un verdadero éxito. La comida es exquisita; el servicio excelente; el espacio asignado para el evento, el adecuado; la temperatura, la ideal para la ocasión; y la compañía, inmejorable.
¡Gracias Maribel!
Acabado el suculento banquete procedemos a celebrar el
cierre de la temporada 2016-17 con los actos culturales que suelen ser
habituales en tales acontecimientos. Un acertado discurso ideado por de Evaristo, Mª Ángeles
y Cati nos sumerge de lleno en la realidad, la diversidad y la camaradería del
grupo. Los versos del maestro Don Pedro, cargados de sabiduría, gracia, ironía
y buen humor, nos retrotraen a algunos instantes inolvidables de la temporada que
hoy finiquitamos. El montaje audiovisual de Antonio Gil (¡lástima del añoso proyector!) nos devuelve a nuestras retinas paisajes y momentos especiales
captados por su cámara, la de Rafael, y las de otros compañeros/as que se mantienen
en el anonimato.
¡Gracias a los “culpables” de que GRManía siga siendo…
¡UNA GRAN FAMILIA!
Para cerrar el acto culinario - festivo, Evaristo
nos hace partícipes de una idea engendrada por él, y compartida con Ginés, de cara a la venidera
temporada. La novedosa actividad consiste en celebrar una especie de cena literaria donde se
entremezclen la prosa de una novela, la belleza de las imágenes del lugar
al cual hace referencia el texto escrito y la experiencia viajera de los afortunados
que han visitado el sitio en cuestión.
De regreso a casa volvemos a realizar una larga ruta turística
por las autopistas catalanas, y justo al llegar a la Avenida Ángel Sallent, Francisco, nuestro chofer, se ve en la obligada necesidad de abandonar el asiento del conductor, pues ha
agotado el número de horas que la ley le permite mantenerse aferrado al volante del vehículo, durante su jornada laboral.
¡Pobre Joan Lluis, él, que confiaba en acudir con
puntualidad a sus obligaciones maritales, ve como todo se tuerce, y casi le da un patatús ante los inesperados
retrasos de la jornada!
¡FELIZ VERANO, compañeros!
Restaurant La Sort
C/ La Sort, Nº
1
43817- El
Pont d’Armentera
Tel:
977 63 82 01
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GRManía:
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Sábado, 17 de junio de 2017.