cuando no lucía bigote,
que junto a la carretera
crecía un frutal hermosote.
Por allí no había escalera
así que me hice el machote
y brincando como fiera
me encaramé bien altote.
Al agarrarme a una breva,
para añadirla a mi bote,
la rama de aquella higuera
hizo crack y el muchachote,
como voladora hortera,
golpeado bien fuertote,
tras caída harto ligera
se estampó cual monigote.
Aplasté una tomatera
con un tomate verdote
y me embadurné de tierra
de los pies hasta el cogote.
Con la angustia por montera,
a causa de aquel “rebote”,
me eché mano a la pechera,
la asfixia por capirote.
Luego de una tensa espera,
con un nudo en el gañote,
como triste plañidera,
maldije mi despelote.
Hoy, cuando veo una higuera
o le doy patada a un bote,
me río como si aún fuera
aquel feliz chavalote.
02 de junio de 2023.
© Moisés González Muñoz.
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